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Aguerrido, solidario y luchador, así recordaron ayer familiares, amigos, alumnos y colegas a uno de los más grandes defensores de la ciencia en México, René Raúl Drucker Colín, quien falleció la noche del domingo a los 80 años, a causa de una enfermedad terminal.

Doctor especializado en fisiología y neurobiología, investigador emérito de la UNAM, divulgador de la ciencia, expresidente de la Academia Mexicana de las Ciencias y secretario de Ciencia, Tecnología de Innovación de la Ciudad de México, Drucker se caracterizó por su constante sentido del humor, su vocación por la enseñanza y su afición por el deporte.

Su afán por combatir la corrupción y todo lo que estuviera en contra del desvío de recursos públicos y le restara inversión a la educación y la ciencia lo llevaron a impulsar acciones que han marcado la historia de la ciencia en México. Por ejemplo, en abril de 2000, al tomar posesión como presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), pidió a quien era secretario de Educación Pública, Miguel Limón Rojas, que la Casa de Tlalpan que había sido la mansión del ex jefe de la policía capitalina, Arturo El Negro Durazo, fuera donada a los científicos. Ese edificio alberga todavía las oficinas de la AMC.

Desde ahí, al frente de la comunidad de investigadores fueron varias las ocasiones en las que impulsó que los científicos salieran a la calle a protestar, como otros sectores lo hacen, para impedir el recorte a la ciencia y el desarrollo tecnológico. De hecho, uno de los últimos proyectos que tenía era organizar una marcha para exigir una negociación justa del presupuesto para ciencia de 2018.

Especialista en neurobiología del sueño, René Drucker creó la Clínica de Trastornos de Sueño. Fueron pioneras sus investigaciones en torno a enfermedades como el Parkinson y tuvieron eco a nivel internacional. Fue así como en los 90, Mohamed Ali, una de las figuras más grandes del boxeo, visitó su laboratorio en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM en busca de una alternativa para curar el mal del Parkinson que le habían diagnosticado. Entonces, Drucker le explicó los primeros hallazgos sobre el proceso neuronal de los pacientes con la enfermedad, y le hizo saber que el camino aún era largo para encontrar un fármaco.

Aunque René Drucker opinaba que “lo doctor no te quita lo pendejo”, estaba convencido de que el único camino para el desarrollo de un país era a través del conocimiento, de ahí que fomentara la divulgación científica en la UNAM con las cápsulas Dosis de Ciencia, que se transmitieron en diversos medios, así como sus artículos sobre diversos aspectos de la ciencia. Además fue titular de la Coordinación de Investigación Científica de la Universidad Nacional.

Drucker será recordado como “el mejor coordinador de la Investigación Científica que ha tenido la UNAM en muchos años”, coincidieron ayer el rector Enrique Graue y el ex rector Juan Ramón de la Fuente.

“Siempre presente, siempre solidario con la Universidad en los momentos más duros”, opinó el doctor De la Fuente.

El rector Graue aseguró que Drucker deja balances muy positivos: “Fue un gran neurofisiólogo, uno de los grandes científicos mexicanos, coordinador de la investigación científica, director general de la Difusión de la Ciencia, supo difundir, darle valor a la ciencia y, aparte, siempre siguió sus convicciones. Un mexicano íntegro, interesado por México, e interesado por la Universidad; deja un gran hueco. Probablemente sea el mejor coordinador de la Investigación Científica de la UNAM”, concluyó.

“Fue un amigo muy leal y generoso —expresó Juan Ramón de la Fuente, presidente del Consejo Directivo de The Aspen Institute México—. Supo estar en los momentos difíciles con una enorme solidaridad y también sabía compartir los momentos de alegría a los que todos tenemos derecho. Se va un hombre muy completo, yo me quedo con la tristeza de que se va un buen amigo y con la alegría de venir a despedir a un hombre que cumplió cabalmente con la vida”.

De la Fuente dijo además que “fue un hombre de convicciones e ideas, ideas claras que son propuestas en sí mismas y que son realizables. A eso se dedicó hasta el final con una enorme fortaleza física y mental”.

El adiós a un grande. Un retrato del investigador emérito de la UNAM se veía ayer en la sala seis de una funeraria al sur de la ciudad. Amigos y familiares recordaban sus logros, sus chistes.

Su esposa Elizabeth Chamlati Aguirre y sus hijas Ana Laura, Mariana, Mónica y Lorena agradecieron las muestras de cariño y de respeto hacía quien fue el pilar de su familia.

Para Rosaura Ruiz, amiga y colega de muchos años, “Drucker Colín promovió la ciencia como pocos en este país” y defendió el presupuesto para ésta, aunque “no siempre tuvo éxito”. Y dijo: “Científicos muy buenos ha habido varios, pero no todos han tenido la pasión de defenderla: entendió que sin recursos, no va a haber desarrollo de país. Los recortes le enojaban muchísimo, siempre estaba organizando a la Academia para que protestáramos, inclusive pensando en medidas como hacer marchas o mítines. Era una persona súper activa”, recalcó la directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

La directora del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, Marcia Hiriart Urdanivia, contó que René Drucker nunca dejó su laboratorio del IFC, y que disfrutaba el trabajo con sus estudiantes de maestría y doctorado.

“Dirigió 45 tesis de doctorado; hace un mes, aproximadamente, todavía acudió a la presentación del seminario por parte de una de sus alumnas para mostrarle su respaldo”, contó.

Alejandra Gómez Paz y Khalil Guzmán Vázquez, dos de sus últimos alumnos de posgrado, dijeron que lo recordarán como “eterno e invencible, siempre dispuesto a enseñar”.

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