Una guerra comercial mundial (principalmente entre Estados Unidos y China, las dos mayores potencias económicas mundiales); un nuevo acuerdo con nuestros vecinos del norte —y el más importante para México— que marca líneas estratégicas con oportunidades y riesgos diferentes (mismo que aún está en proceso de aceptación total, manteniendo corchetes abiertos); y, el inicio de la próxima administración pública federal son tres factores en la coyuntura económica mundial, regional y nacional que precisan dirigir nuestra atención hacia el fortalecimiento de nuestras cadenas productivas.

En los últimos 25 años, México incrementó aceleradamente la proporción del comercio de bienes y servicios con el exterior respecto como su Producto Interno Bruto (PIB). De acuerdo con el Banco Mundial, en 1993, nuestro comercio exterior representó 27.83% del PIB y, para 2017, alcanzó 77.57%. Sin duda, este indicador refleja un nivel de apertura económica destacado que permite ampliar el destino de nuestras mercancías; sin embargo, ¿qué tanto valor agregado añadimos a las mercancías?

Vale mencionar como ejemplo a uno de nuestros sectores más importantes: la industria automotriz. ProMéxico identificó que tres cuartas partes de la demanda total de los procesos son importados y que, por tanto, es necesario el fortalecimiento de proveedores de nivel Tier 2 y Tier 3 dentro de la cadena de valor en procesos de estampado, fundición, forja y maquinado.

Otro ejemplo por destacar es la industria turística. La cadena productiva del turismo en México es una de las más extensas porque agrupa a más de 50 actividades económicas; sin embargo, de acuerdo con la Secretaría de Turismo, se estima que más de 40% de las compras de bienes y servicios que registra la industria hotelera y restaurantera del país, son importaciones ¿Qué ocurre, acaso no se producen en México insumos necesarios para nuestras mercancías?

La respuesta a esa pregunta obedece a muchos factores, pero conocerla depende de uno solo: analizar la cadena de proveeduría del sector y emprender un proyecto de desarrollo de proveedores. Actualmente existen diversos proyectos que atienden el fortalecimiento de la cadena de proveeduría y Baja California es un claro ejemplo de lecciones aprendidas.

Recientemente, en abril del presente año, se aprobó la Ley de Fomento a la Proveeduría del Estado de Baja California que busca apoyar, fomentar, promover y mantener la actividad de proveeduría en la región y más que eso, con base en las vocaciones productivas regionales, consolidar el grado de integración y fortalecer la competitividad de sus empresas.

La experiencia en Baja California es replicable a otros estados o regiones, con el objetivo de incrementar el monto de las compras hechas a las micro, pequeñas y medianas empresas por parte de las empresas ancla; sólo basta analizar el modelo de negocio de las industrias.

Cada industria es un universo. Por ello, un diagnóstico profundo del ecosistema regional de los sectores clave da como resultado el eslabonamiento sólido de la cadena de valor mejorando así su competitividad. En este sentido, un análisis integral de la cadena de proveeduría no se circunscribe a la dotación de bienes intermedios, sino que incluye la identificación de servicios de mantenimiento que abaraten costos o hagan más eficientes los tiempos de respuesta.

Alcanzar una mayor integración de las cadenas de proveeduría e incrementar el valor añadido de nuestros productos es una visión que como gobiernos, empresas y expertos en desarrollo de proveedores podemos participar.

El comienzo de la próxima administración debe atender, a nivel país, una política industrial holística que contemple fortalecer las cadenas productivas de las industrias con base en las vocaciones económicas regionales. En 2020, entrará en vigor el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), y con éste, el compromiso de alcanzar una mayor integración regional, ¿estamos preparándonos para lograrlo, o cometeremos errores pasados y conocidos en sus consecuencias?

Más que reactivos ante la coyuntura económica, debemos ser proactivos. En este sentido, es competencia de los gobiernos generar los mecanismos de política pública necesarios para integrar en mayor medida nuestra cadena de proveeduría, elevar el índice de integración regional y por ende, fomentar la competitividad. Como empresarios y expertos en el desarrollo de proveedores, tenemos la responsabilidad de sumarnos a este objetivo y contribuir.



Vicepresidente de Consultores Internacionales

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