El emprendedurismo juvenil, el cual llevan a cabo personas de entre los 18 y 24 años de edad, ha posicionado a Latinoamérica como la región con más altos índices para esta actividad, incluso por encima de Estados Unidos y Canadá.

Al contrario de lo que se podría creer, el más reciente informe de Global Entrepreneurship Monitor reveló que América Latina y el Caribe es la región con la tasa más alta en este ámbito (16.5%), dos puntos porcentuales arriba de América del Norte (sin incluir a México), que alcanza una tasa de 14% en emprendedurismo juvenil.

Resulta un panorama alentador que los jóvenes sean quienes tengan el poder para mover la economía, lo que enfatiza la importancia de poner mayor atención en el emprendedurismo juvenil desde el sector público, pero también desde el privado, tomando en cuenta los siguientes argumentos:

1) 27 años. Es la edad mediana de los mexicanos, por lo que, al ser considerado un país joven, tanto la energía como la innovación deberían ser factores positivos en la empleabilidad y mejoramiento de las condiciones sociales de una población que alcanza los 127 millones de habitantes.

2) Capacidad tecnológica. Los emprendedores sociales en nuestro país han sabido tomar ventaja de la situación de ingreso medio y desigualdad. Debido a que es una economía en desarrollo con alta capacidad tecnológica para la región, México ha demostrado ser un entorno propicio para crear empresas lo bastante sofisticadas como para hacer frente a las necesidades sociales básicas.

3) Emprendimiento redituable. El ecosistema del emprendimiento social está tomando fuerza, no solo porque las ideas innovadoras están encontrando mayores apoyos sino porque el modelo en sí mismo está siendo visto como redituable y autosuficiente, de tal forma que pueda conservar su objetivo social. De acuerdo a un reporte reciente de Ashoka, este aumento en los modelos redituables ha sido paralelo a un creciente interés en las inversiones por parte del sector privado realizadas con el objetivo de obtener una ganancia tanto social como financiera.

4) Mentalidad social. Los problemas sociales exigen un trabajo multisectorial tanto de gobierno, empresas como de la sociedad civil. Por fortuna, nuestro país cuenta con un “plus demográfico” de jóvenes emprendedores y expertos en tecnología, cuya visión del emprendimiento social es una herramienta natural a la hora de diseñar estrategias para enfrentar problemáticas de cualquier índole, lo cual es un reflejo de una tendencia global de la presente generación.

5) Apoyo de la iniciativa privada. El sector privado ha visto un área de oportunidad al impulsar proyectos de naturaleza social, que involucran a otras organizaciones para el desarrollo de programas de apoyo al emprendedurismo. Un referente actual es la sinergia alcanzada por el Tecnológico de Monterrey y Cemex, que crearon en 2011 un reconocimiento para promover proyectos de alto impacto en materia de desarrollo sostenible y emprendimiento social.

Esta iniciativa, denominada Premio Cemex-Tec, ha recibido la inscripción de más de 4 mil personas y mil 500 proyectos provenientes de 16 países, beneficiando a más de 22 mil personas, y este año trascendió fronteras al abrir su convocatoria a nivel global, con lo que espera recibir propuestas de emprendedores hasta el 31 de mayo.

Sin duda, el emprendimiento social es una de las oportunidades que deberíamos considerar como país para fortalecer el desempeño económico y disminuir la brecha de desigualdad, que se ha convertido en uno de los principales retos de la sociedad mexicana.

Ahora es momento que todos los ciudadanos tejamos una red de cambio y les toca a los jóvenes empoderarse para liderarlo.

Directora Corporativa de Responsabilidad Social Cemex y directora del Centro Cemex-Tecnológico de Monterrey para el desarrollo de comunidades sostenibles

Google News

Noticias según tus intereses