¡Gracias a todes los que hicieron posible que el de la semana pasada fuera el post más exitoso en la historia de este blog!

Por si se lo perdieron, acá lo pueden ver: .

Aquel martes las visitas empezaron normal, leve, con dos tres gente rolándolo en sus redes sociales. Hasta que de pronto alguien lo compartió en el grupo-de-Facbeook-cuyo-nombre-nunca-mencioné y PUM, cayeron un chingo de mujeres indignadas (y uno que otro hombre). No por el clasismo y el racismo que exhibí, no, no, sino por el post en sí. ESCÁNDALO. Creyeron que el texto se refería a ellas en específico, y entonces dijeron “Aaaaaaah no, no generalices, porque no todas somos así y además no estás siendo objetiva porque a veces nos ayudamos entre nosotras, a ver, por qué no hablaste de eso, a ver, qué falta de profesionalismo, a ver, no se vale”.

PAREN LAS PRENSAS: ¡mujeres urbanas de clase media se apoyan en grupo de Facebook! Es decir: cumplen con los requisitos básicos de la convivencia humana, ¡pero a través de una plataforma virtual! ¡Esto sí que es noticia! ¡Primera plana de todos los diarios de circulación nacional! ¬¬

"No todas somos iguales". Me queda clarísimo que #NotAllMujeresDeClaseMediaAlta, claro. Pero ustedes, como parte de esa clase, deberían ser las primeras en darse cuenta del racismo tan acérrimo que abunda entre sus congéneres, vecines, amigues, contactos de Facebook, etcétera. No me vengan con que lo aluciné: lo veo todos los días, ni que viviera en Suecia.

(Quién sabe por qué me recuerda al #NotAllMen: si dices algo así como “los güeyes acosan en el metro”, no faltará el hombre que, en vez de decir “¡Qué terrible situación!” brincará para reclamar “Uo uo uo uo uo... ¡NO TODOS LOS HOMBRES!”. Acá igual: si digo “Las clases medias altas de la Ciudad de México discriminan”, en lugar de hacer una autoevaluación individual y colectiva, mucha gente proclama “¡MOMENTITO! No todas las personas de la clase media alta”. Grupos privilegiados hablando.)

Tan literal se lo tomaron que, en el ejemplo hipotético que di, de una trabajadora del hogar viajando desde el Estado de México profundo hasta Cuajimalpa, se ofendieron porque “AHORA RESULTA QUE VIVO EN CUAJIMALPA”, pero nadie cuestionó que la “muchacha” viviera en dicha locación imaginaria, porque oso mil, ¿qué el Edomex no empieza y termina en Tecamachalco?

En fin, la maravillosa colección de comentarios, donde no dudaron en poner el nombre del dichoso grupo (que, a juzgar por algunos mensajes, es como una secta), la pueden leer en el post y en , pero acá una probadita de lo que se dijo dentro del grupo. (Sí, tengo más amigas infiltradas *risa diabólica*).

Algunas (acá y en los comments) dijeron que mi post era un ataque contra las mujeres, porque “somos nuestras peores enemigas y nos odiamos”, y que lo paradójico es que “me dijera feminista” y “hasta hubiera ido a la marcha”. A ver: el feminismo no se trata de aplaudir a lo güey todo lo que hacen las mujeres nada más porque son mujeres, sino de estar en contra de un sistema misógino en el que, entre otras cosas, muchas mujeres de clase baja se ven obligadas a aceptar trabajos esclavizantes porque no les queda de otra. No se puede analizar la discriminación de género sin considerar la exclusión que sufren ciertos grupos por su raza y condición socioeconómica. Como le respondí a no sé quién: el opresor no siempre tiene pito.

En el grupo, que es reflejo de algo mucho más grande, cacarean mucho el apoyo que hay entre mujeres... pero claro, que sean de clase media, con acceso a Facebook, que compartan mis códigos. Porque a esas “muchachas” que trabajan jornadas de 15 horas y tienen un descanso cada 15 días, pues equis, que se apoyen entre ellas, y nosotras vamos a publicar memes racistas... o verlos, tolerarlos, no decir nada, porque “hay que preservar el ambiente buena onda”.

Luego me topé con que el “insulto” favorito de estas mujeres fue, redoble de tambores, RESENTIDA SOCIAAAAAAL.

PINCHE JODIDA YA QUISIERA MI CUELLO DE ROSAS BLANCAS QUE LA CHACHA ESTUVO PLANCHANDO POR HORAS.

Miren:

 

(Y así millones.)

El extremo fue esta reconocida vestuarista con la que tengo 30 amigos en común que dijo:

BAIA BAIA.

Además, ¡al contrario! Hoy soy una clasemediera total, con mis gatos que comen Hill’s Science Diet y mi secadora de pelo de iones negativos (?), pero hoy los “orígenes humildes” que tanto me atormentaron en la universidad, fuera de acomplejarme, me dan street cred. O eso me gusta pensar.

Este comentario no es tan relevante pero me dio risa. Se refieren a mí como “esto” y ponen una foto en la que estoy metiéndome una figura de acción de Freud en la nariz, acompañada de la frase “No da mucho que desear” (?).

Porque nada desacredita tu protesta como... una selfi en la que apareces metiéndote una figura de acción de Freud en la nariz. (Aunque debo reconocer que en ese momento tenía el peor corte de pelo de la historia, ME DESCUBRIERON QUÉ HUMILLACIÓN JAMÁS PODRÉ SALIR A LA CALLE OTRA VEZ.)

El comentario que me hizo el día, la semana, el mes, LA VIDA, fue el siguiente, gracias al cual me enteré de que sí sirvió de algo:

¡Pobrecites clientes, publicistas, castineras y productoras! ¡Tienen que recibir gente que no es “look Polanco” sino “look gobierno” en sus instalaciones y perder el valioso tiempo que podrían invertir audicionando a más gente blanca o de apariencia “latino internacional”! #MarketingRacistaTears

Jijiji.

Otros comentarios recurrentes:

-”Nos traicionaste porque tomaste pantallazos de un grupo cerrado”. Oigan, yo las conozco, no sé cómo llegué ahí, tapé sus nombres y... ¿cómo quieren guardar secretos entre 10 mil integrantes? Mejor hagan un nuevo grupo llamado “Memes racistas de chachas” para sacar lo peor de ustedes sin preocuparse.

-"Tamara, tú estás enojada por algo". Como si el enojo fuera malo. ¡Por supuesto que estoy enojada! Hay injusticias ocurriendo en mis narices y me indigna y me frustra no poder cambiarlas con mi rayo chairificador.

-"Es que tú ni eres morena". ¡DING DING DING! ¡Respuesta corrrrrrrecta! En efecto, soy blanca, y estoy consciente del absurdo privilegio que me da mi color de piel en este país racista de mierda. Aunque soy hija de madre soltera, estudié en pura escuela pública y nunca fui ni a Acapulco de vacaciones (dejen ustedes Disneylandia), sé que cuando empecé a chambear me ayudó un chingo el color de piel para abrirme camino. El medio editorial y las agencias de publicidad son suuuuuuúper racistas y clasistas (#NotAllMedios y #NotAllAgencias, pero no nos hagamos pendejes). Y güey, ¡salgo en la tele! Sí, en tele pública, y sí, la neta hago muy bien mi chamba (AY BÁJALEEEE), pero sería ingenuo pensar que sólo llegué ahí por mi conocimiento de la Ciudad de México y mi capacidad para cristinapachequear. No se trata de que todos los que entramos en la pantonera pálida de pronto renunciemos a nuestros empleos, sino de que, pa pronto, reconozcamos nuestro privilegio y veamos la discriminación que hay a nuestro alrededor, que la señalemos, que digamos que no estamos de acuerdo (y pues obviamente que no la ejerzamos) para que, más adelante, en un mundo ideal, todes tengamos la misma oportunidad de acceder a lo mismo.

*entra jingle de felicidad y optimismo chairo*

-”A ver, ¿y tú cuánto le pagas a tu muchacha? ¡ENSÉÑANOS SU RECIBO DE NÓMINA Y SU ALTA EN EL IMSS MALDITA HIPÓCRITA!”

Adivinen qué: soy parte del problema. La chava que viene a limpiar mi casa (no a “ayudarme”, ¿podemos dejar ese eufemismo?) trabaja informalmente. *estalla la fiesta en el poniente, abren botellas de champaña, gritan “SE LOS DIJEEEEE”*

Por eso me incluyo en esta “clase media explotadora” que tanto critico. Pos sí. Confieso que no he movido cielo, mar y Tierra, pero tampoco he encontrado un esquema para darla de alta en el IMSS, sobre todo porque ella es freelance y tiene varios clientes. También sé que es un pedo darse de alta como patrón.

¿Eso es justificación? Por supuesto que no. Odio ser parte del pedo, y así como odio las chambas en las que no me dan prestaciones, odio ser esa empleadora. Sin embargo, le pago algo así como entre 80 y 100 pesos la hora de trabajo, le pago cuando no puede venir por enfermedad o trámites, le pago los días feriados o cuando yo estoy de viaje y no viene, le doy aguinaldo de un mes mínimo (a veces en especie, para que no se lo gaste en papitas: un refri o una laptop para su hija, por ejemplo) y, si alguna vez la despido, va a recibir su liquidación de tres meses de sueldo + un mes por cada año trabajado.

Lo que me revienta es que ella (y el resto de las trabajadoras del hogar) no sepa exigir lo mismo o más del resto de sus clientes, pero mi enojo es tan pendejo como el de quienes afirman sobre las mujeres maltratadas “Ah pues qué mensa, ¿por qué no lo deja?”. Para nosotros es muy fácil decirlo, que tenemos las herramientas para valorar nuestro trabajo y ponerle un precio, negociar, chorear, vender. Herramientas clasemedieras. Díselo a alguien que ha sufrido discriminación toda su vida, que ha trabajado con gente que cree que le está haciendo “un favor” por pagarle, que no se ve representada en los medios, que vive en un sistema que la violenta e ignora. Con qué cara vamos a decirle que haga un KeyNote para pichar su chamba de limpieza, que la mayor parte de la gente ni siquiera llama “trabajo”, sino “ayuda”; dedicándose a un oficio que la gente llama “muchacha”. Pfff.

Como sea, y a pesar de las condiciones terribles de chambear de entrada por salida, los empleos de planta suenan más espantosos porque, salvo excepciones (porque #NotAllEmpleadores), las trabajadoras están ahí metidas todo el tiempo. A diferencia de nosotres, godínez, godininis y freelances, ellas no pueden ir al cine en la tarde, echar una chela con sus amigues en la noche, lanzarse al cine. Su mundo es la casa, porque además de que tienen cosas que atender tooooooodo el día,aunque tuvieran horas libres están encerradas en colonias desconectadas del universo (#NotAllColonias) en las que no hay ni madres que hacer y de la que es un megapedo escapar en transporte público. QUÉ CLAUSTROFOBIA.

-”Mucho criticas y no propones nada”. Propongo conocer el trabajo de Marcelina Bautista en y ahora el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar. Por ejemplo, dan pláticas para convertirnos en empleadores responsables, además de talleres de empoderamiento para trabajadoras del hogar. Hasta hicieron un documental. También enterarnos de qué es el que el pinche gobierno mexicano no ha querido ratificar, hablar de eso, plaquejarnos, correr la voz.

También propongo detenernos a evaluar por un pinche segundo el LUJO que significa que alguien vaya a limpiar nuestras casas, y que si viviéramos en Estados Unidos o en Europa ni de chiste podríamos pagarlo. Que le pichicateamos el sueldo a alguien que realmente necesita esos 50 o 100 pesos extra, mientras que usamos Uber indiscriminadamente o no dudamos en comprar una pinche chamarra del Zara de 600 pesos o vamos a ver al grupo-de-moda-que-ni-nos-gusta-tanto al Plaza Condesa por 700. Por un momento pongamos la lana en perspectiva. No seamos miserables.

***

Ya para cerrar, les dejo el comentario favorito de todo el desmadre, que incluye los conceptos de suicidio, karma y dios en el mismo párrafo <3

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