Seguro ya lo leyeron por ahí: la marcha estuvo chingonsísima, con las calles llenas de coraje, de rabia, de amor, de sororidad, de esperanza. La cifra “oficial” de 6 mil asistentes en el DF es francamente ridícula, ¿ya vieron las fotos? Yo todo lo mido en foros de conciertos y 6 mil personas es el 60% del Auditorio Nacional... con eso llenas una cuadra apretujadamente y ya. Échenle cuentas. Esa multitud era, de menos, un Foro Sol. En el Vive Latino. En los dosmiles tempranos. Con sold out. Y portazo. O sea, unas 60 mil, mínimo. En serio, no es mi delirio feminazi, ¿o ustedes cuánto calcularon?

En fin. Me encantó ir con mi novio y amigues, y allá encontrarme a más gente que quiero y admiro. Todos enérgicamente de acuerdo con lo mismo: la violencia contra las mujeres debe parar; todas tenemos que replantearnos privilegios y ver qué podemos hacer para frenar el pinche machismo asesino que acá viene aderezado con clasismo y racismo; todes tenemos que exigirle al Estado que deje de hacerse pendejo. Y como yo sí creo que salir a la calle sirve de algo, o por lo menos mucho más que quedarse amargueando frente a la computadora (mi actividad favorita en el universo), levanté mis bracitos y me insolé con todas las ganas del mundo.

Sin embargo, como era de esperarse, la maravillosa manifestación estuvo llena de dudas y críticas y contradicciones que hicieron enfurecer a la banda, DENTRO DE LA MISMA MARCHA, y ya ni hablar de los opinólogos que fueron al Vive o se quedaron en su casa a ver el futbol. En el momento no se notaron mucho los desacuerdos, pero luego en redes explotó y pues chale.

Por ejemplo: “Verga violadora a la licuadora”, mi consigna favorita, causó muchísimo espanto. “¿Que no era una marcha contra la violencia?”, dijeron algunes. El problema es que se lo tomaron literal y creían que ahí andaban las chavas cargando la picalica y otros electrodomésticos para castrar cabrones. Pero no pasó (ni pasará). Lo que sí ha pasado, pasa y esperemos que deje de pasar es que matan, violan y agreden mujeres, y por eso los gritos enojados y aguerridos.

Lo que sí terminó en la licuadora fue mi cerebro heteronormado y teñido de rosita pastel. Hubo cosas que, como femifresa del contingente hipster que llegó al Monumento a la Revolución después de comer brunch en la Roma, me ha costado entender. Que han puesto mi mente en modo “enjuagar-centrifugar”. Pero juro que me he esforzado mucho.

Una fue lo de los contingentes separatistas. Los hombres no eran bienvenidos en la mayor parte de los sectores de la marcha. Los mandaron al final, al contingente mixto, como en el transporte público. Al principio me sacó de onda: ¿que no estamos todes juntes, he for she, en busca de lo mismo? ¿Que no el simple hecho de haber venido nos une? ¿Que no deberíamos caminar todos parejo, de la mano, en armonía y felicidad? ¿Qué no ven lo DECENTES y BUENAS PERSONAS que son mis amigos varones?

¡Pero no! Acostumbrados a ser “líderes”, como si la vida fuera un salón de clase del Tec de Monterrey, los hombres (¡no todos los hombres!) quieren acaparar las acciones y explicar cómo se deberían hacer las cosas. Andan de metiches donde nadie los llama. Y la reacción de algunos ante las áreas exclusivas de la marcha fue la prueba: en lugar respetar los acuerdos de las organizadoras y entender que mucho se había discutido para tomar esas decisiones, y que era una marcha de mujeres, se pusieron a necear de que a hueeeevo querían estar en el área de puras chavas porque pues CÓMO QUE NO PUEDO HACER LO QUE YO CREO CORRECTO. Se parece tanto al Metrobús.

Unos hasta se quejaron en redes y publicaron las fotos donde les están “pegando”. Ellos salen sonriendo, con una cara de cinismo y mala leche tremenda, obviamente burlándose. Neta, ¿qué necesidad?

La marcha se trataba de tomar las calles en manada, esas calles que cuando andas sola pueden ser intimidantes porque los hombres marcan territorio con su acoso. Entonces lo último que se necesitaba era que los güeyes se mezclaran en los contigentes meros meros, quizá no a acosar (aunque no me extrañaría), pero sí a querer ser protagonistas, así de “Miren qué feminista soy, soy ejemplar, miren mi camiseta morada, miren mi pancarta, MÍRENME”. Ajá, NO TODOS LOS HOMBRES iban con esa intención ni con esa mentalidad, pero no les iban a hacer casting a ver quién sí y quién no.

Además estuvo chido el contingente mixto. Sí llegaba la música de la vulvatucada y los tambores de las concheras. Bomborolónborolónborolón. Hasta bailamos poquito.

La otra cosa que causó gran indignación, así muy cabrón, fue que rayaran el antimonumento a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Cuando me enteré dije “Chale, ¿y qué le vamos a responder a los machitrolls que nos van a caer después de esto?”. Porque pues ya habíamos platicado que #TodosSomosAyotzinapa y ya habíamos salido a las calles a marchar y ya habíamos llorado con las historias y ya habíamos quedado que con eso no se juega. En algún momento pensé que habían sido infiltrados malosos como los de otras marchas, pero luego vi que no, que no lo rayaron a lo güey, que sí había un mensaje. Quedó así:

(Las fotos las agarré de la página de Facebook de una cosa que se llama Guerrilla Comunicacional, donde estaban muy indignados por este desmadre y nada dispuestos a escuchar la postura de las compañeras que lo rayaron, al nivel de que ni siquiera leyeron el mensaje ni intentaron comprenderlo. Además, organizaron un linchamiento cibernético horrible contra las chicas identificadas, que obviamente ya terminó en amenazas de muerte y violación. Vuelve el machitroll al trigo...)

El “Nosotras no somos Ayotzinapa” suena durísimo, pero hay que leer esa postura con calmita y entenderla: a las miles de mujeres que han matado y desaparecido en los últimos años (en Juárez, en Ecatepec, a la vuelta de la esquina) no les ponen monumento, no les escriben libros, no les hacen pases de lista en eventos culturales. Por eso rayar el 43: para decir “HEY HEY HEY, acá también hay un pedo, ustedes no son los únicos que faltan, a nosotrAs también nos están desapareciendo”. No es minimizar ni despreciar una lucha: es colocar una igual de importante ahí juntito, que se vea, que no se olvide, que no se ningunee porque “Ash, mujeres”.

hay una defensa al respecto. Me gusta esto que dice: “Y todavía más sumidos en su abismo de estupidez, reproducen las prácticas de Televisa y otros medios masivos de comunicación al sobre visibilizar lo que a ustedes les parece el puntito negro del asunto. Exigiendo a la lucha feminista una congruencia de la que todxs carecemos, como si no entendieran que a luchar, se aprende luchando.”

Y aquí copio-pego un texto que responde a quienes se indignaron en Chihuahua, donde rayaron (¡uy!) el monumento a Pancho Villa:

7 mujeres son asesinadas al día... pero es que rayaste una piedra.

1 de cada 3 mujeres es atacada sexualmente... pero es que rayaste una piedra.

Todas las mujeres padecen acoso callejero desde los 11 años, algunas desde los 9 o antes... pero es que rayaste una piedra.

Cientos de mujeres mueren por abortar clandestinamente mientras las burguesas abortan en clínicas extranjeras... pero es que rayaste una piedra.

Las mujeres indígenas son invisibilizadas junto a todas las violencias que padecen... pero es que rayaste una piedra.

Mujeres son desaparecidas de las estaciones del vive bus y ni siquiera entregan los videos de vigilancia para ayudar a esclarecer el caso... pero es que rayaste una piedra.

Llevamos años trabajando reformas que modifiquen el actuar de la ¨justicia¨ y seguimos sin recibir respuesta... pero es que rayaste una piedra.

Rayamos una pinche piedra de un wey que robó, violó, secuestró y asesinó mujeres y ahora es tratado como héroe... pero es que era su piedra.

En serio, ¿qué pasa si rayas un monumento? NADA. Se quita. Se limpia. Se pinta. O el mensaje se queda ahí, aunque se “vea feo”, cualquier cosa que eso signifique. No pasa nada. NADAAAAAAAAAAA. ¿Pero y las miles de desaparecidas y asesinadas? Eso sí es grave. ¿Por qué dejar que, Televisa style, una cosa eclipse a la otra? ¡Dah!

AHORA BIEN: rayar el antimonumento me pareció una mala estrategia, porque es un tema muy escabroso y está difícil que la banda lo entienda. Las reacciones han sido pésimas y muy poca gente ha estado dispuesta a detenerse a entender qué pasó. Sé que la intención de la marcha no era precisamente evangelizar, pero creo que con tanto ruido y discusión hubo gente que de forma inédita bajó las defensas de sus ideas patriarcales petrificadas, personas que con el hashtag #MiPrimerAcoso se cuestionaron las cosas por primera vez en sus vidas. Siento que había que aprovechar para hacerlos ver, para mostrar, para explicar, para sensibilizar.

PERDÓNENME LA COMPARACIÓN, pero es como cuando el Peje hizo el plantón en Reforma: aunque era una forma de protesta pacífica muy válida ante algo tan choncho como un fraude electoral, le dio a la clase media (¡que tanto trabajo le había costado ganarse!) en donde más le duele: en sus coches. Ya nunca más se recuperó de ese error estratégico.

Pero pues ya no sé. Estoy en serio tan hecha bolas, con mi cerebro licuado sapicado por todos lados, y apenas lo estoy recogiendo para volverlo a cuajar. La cruda postmarcha me tiene feliz pero triste pero esperanzada pero enojada pero llena de ímpetu pero ya me voy a dormir.

(Oigan: los que se enojaron porque rayaron el pinche edificio horrible del Senado o las banquetas –¡LAS BANQUETAS!– no tienen remedio. ¿En serio esperan que pidamos “de buena manera” que nos dejen de matar, violar y desaparecer? ¿Tanta importancia le dan a una BANQUETA que además quedó bien fea? Güey, el adoquín patrimonial ya se lo chingaron hace años, ahora hay un concreto bien culero colocado por algún contratista compadre del político en turno, DEJEN DE LLORAR POR LA PINCHE BANQUETA QUE NI SIQUIERA USAN. Ash.)

Bueno, lo importante es que estas polémicas no eclipsaron lo que se logró en la marcha. Ese sentido de comunidad, la alegría de que por fin nos pusimos de acuerdo en algo más grande, de que ya no somos tres “raras” feminaziando en un foro de discusión ni en la biblioteca de un instituto de la UNAM. Que fuimos un Foro Sol desparramado por Reforma, aun con el calorón y con el Vive Latino el mismo día. Que agarramos vuelito y que en una de esas le damos portazo AL MALDITO SISTEMA GROOOORRAAAARRRRR. ¡Ámonos!

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