Ya ni me acuerdo qué post de Instagram me llevó a Twitter y luego a Facebook y luego a iBooks, pero terminé preordenando un libro que se llama GORDI fucking BUENA. Básicamente por cuatro motivos: uno, porque había personas que ya lo habían leído y decían que estaba buenísimo (gordibuenísimo); dos, porque tengo un problema con mi forma de comprar ebooks (sobre todo cuando estoy borracha); tres, porque me interesan los tratados body positive; cuatro, por el título increíblemente chido.

Cuando apareció en mi librero virtual, me puse luego luego a leerlo. Ahí descubrí de dónde había salido: dos chavas españolas, Elena Devesa y Rebeca Gómez, hacían sus blogs de moda plus size, cada una por su lado. Se conocieron, unieron fuerzas y crearon un sitio llamado Weloversize (), ya no nada más con fotos de sus atuendos increíbles e información sobre moda y compras, sino con textos sobre belleza, amor, salud y temas de cultura relacionados con la actitud positiva hacia todo tipo de cuerpos. También hay un foro donde se crea una comunidad muy chida de mujeres discutiendo todas esas cosas. Es una página muy bonita, divierta, útil e inspiradora.
 
El libro no trae las grandes revelaciones del universo ni es un tratado sociosemiológico de la gordura en Occidente, tampoco un tratado anarcofeminista que invita a destruir al sistema a través de cuerpos transgresores. Es sencillito, directo y coloquial (lo cual adoro, aunque no entendí el 80% del slang). A veces hasta cae en el lugar común y da tips que hemos leído tres millones de veces en revistas femeninas, como las prendas básicas que no pueden faltar en el guardarropa o que a la hora de coger hay que dejarse llevar y disfrutar en lugar de andarse preocupando por la celulitis y las estrías. Pero no importa, porque es la primera vez que una puede leer estos consejos sin toparse de pronto con frases pendejas, contradictorias y esclavizantes como "tonifica esos músculos", "snacks para mantener la línea", "diez tips para tener un cuerpo de 10 este verano" o "disimula el ala de murciélago". Al contrario: está lleno de palabras que te ayudan a aceptarte pero no en plan de "Bueno, ya ni modo, así soy y me tengo que querer", sino de "Ahí les voy, agárrense porque estoy cabrona". 
 
De entrada, lo que más me gustó fue la invitación a no tenerle miedo a la palabra "gorda". Es un adjetivo, no un insulto. Si tú, como no-flaca, le huyes la palabra, te la repites a ti misma en tono autodestructivo y te enojas cuando te la dicen con mala leche, estás haciéndole el juego a los bullies que tienen chachitos rancios en la cabeza. 
 
(Con todo respeto para los Chachitos, que nos alimentaron en el desayuno cuando éramos chiquilles.)
 
No es fácil reconciliarte con el término, pero Elena y Rebeca supieron agarrar ese complejo y "desventaja" para convertirlo en su estilo de vida y hasta en fuente de ingresos. No le tienen miedo a la dictadura de la talla 2, liderada por el malévolo Amancio Ortega, ni a los gordofóbicos que hablan de "salud" con un cigarro en una mano y un vaso de tequila del Oxxo (o de cualquier cosa horrible que beban en España) en la otra.
 
También me encantó la parte en la que hablan de las broncas que tienes para ligar cuando eres no-flaca y heterosexual. Por un lado está la inseguridad que seguramente cargas junto con tus kilos de más. Por otro, están los güeyes que jamás saldrían con una gorda porque les da pena, porque qué van a decir sus amigos bugas genéricos básicos si se enteran, porque su papá pondría el grito en el cielo, porque su mamá dejaría de depositarle la beca familiar cada mes, porque se van a burlar de él los godinefastos del trabajo. ¡Claro! Nunca lo había pensado. Sí, están los que se han tragado completo el cuento de que sobrepeso=fealdad; también los que por causas naturales tienen proclividad por las delgadas. Pero también los gordofílicos de clóset, los que sólo a escondidas, los que son tan pinches inseguros que, aunque se sientan atraídos g amen a las gordas, sólo conciben relacionarse públicamente con una mujer a la que le quede la ropa del Zara porque así les dijeron que tenía que ser y no se les ocurre salirse de la norma: su basiquismo no se los permite. Y ni cómo preguntarles, porque lo negarán hasta la tumba.
 
Adoro que exista este libro. Me hubiera caído de maravilla en la adolescencia, cuando mi autoestima era inversamente proporcional al tamaño del que veía mis lonjas en el espejo. También en mis veintes, cuando una vez superada la anorexia, lloraba porque ya no cabía en mis jeans mientras comía donitas bimbo a escondidas. Creía que la gordura era un asunto solitario y amargo. Las Loversizers han demostrado que no, que se puede se le gorda estando muy bien acompañada, que se puede ser gorda en bola (pun intended), que se puede ser gorda y pasarla chingonsísimo.

 

Venga el gordipower.

Google News

Noticias según tus intereses