Desde que el Protocolo de Kyoto fue firmado en 1997 hasta la fecha, las emisiones de gases de efecto invernadero, lejos de reducirse en los niveles planteados por el propio protocolo han seguido en ascenso constante, lo mismo que el de la temperatura del planeta. El cambio climático es innegable y los gobiernos del mundo han puesto innumerables veces una meta para llegar a un acuerdo que de solución.

Desde la cumbre de Copenhague en 2009 parece que algo se rompió y la indolencia ha ido ganando terreno en la mesa de negociaciones. Parece que cada vez les interesa menos llegar a un acuerdo y lo demuestran con posturas inamovibles o ausencias declaradas que prueban el creciente desinterés ante este tema. 

La próxima cumbre se llevará a cabo en París a finales de noviembre y principios de diciembre. Teóricamente más de 190 gobiernos y sus líderes se reunirán allí con el objetivo de alcanzar un nuevo acuerdo sobre cambio climático que sea una guía para después de 2020. 

Por más de 20 años se ha intentado lograr un acuerdo global definitivo para el clima que realmente permita disminuir la emisión de gases de efecto invernadero y con ello abatir el riesgo de sobrepasar la barrera de 2º C de aumento de la temperatura que los científicos han señalado como máximo para evitar los potenciales desastres que vendrían de un aumento mayor. 

Para alcanzar un acuerdo se necesita de colaboración económica, de voluntad política y mente abierta. Algo que parece estar fuera de las mesas de negociación. Una vez más veremos una cumbre donde los líderes de los principales emisores brillarán por su ausencia. Desde Barack Obama hasta Angela Merkel que la cumbre anterior anunciaron que no acudirían, este año parece que será igual y las sillas serán ocupadas por funcionarios de “alto nivel”.

El desaire ha venido acompañado de la falta de cumplimiento de los gobiernos de los países ricos para otorgar los recursos necesarios a los países en desarrollo para que éstos últimos pudieran lidiar con las amenazas del cambio climático. Tales recursos se comprometieron luego de hacer ver que la crisis que vivimos hoy se originó con los procesos de desarrollo de las naciones hoy más ricas. 

 

Sin embargo, Paris podría tener algo que ofrecer diferente. En esta conferencia, se ha permitido a cada país presentar sus propias metas y contribuciones antes de la misma. Así sabemos a que se piensan comprometer los principales emisores, por ejemplo, Estados Unidos promete reducir sus emisiones entre 26 y 28% para 2025 comparado con los niveles de 2005, mientras que la Unión Europea reduciría en 40% para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Quizá este podría ser el arranque de una forma distinta de negociar un acuerdo. 

Tal vez, 20 años después de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, ha llegado el momento de ser nuevamente optimistas y esperar que la COP21 sea el marco que le proporcione una nueva esperanza a las generaciones futuras. 

 

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