No es un secreto que soy fan de Asker Jeukendrup y su impecable manera de abarcar, investigar, traducir y explicarnos a los mortales los temas relacionados con nutrición y deporte. Tan es así que hace muchos años fui hasta Rosario (Argentina) con tal de verlo exponer en un congreso… ¡y no llegó! Mandó a uno de sus “chavos” que me dejó igual de impresionada.


Pues ayer estaba dando mi vuelta habitual por su súper-recomendable página de internet (mysportscience.com) cuando se me ocurrió este tema: sistema inmune y ejercicio. Resulta que leyendo artículos caí en cuenta de lo relacionados que están y lo poco que les he platicado aquí del asunto.


En un artículo que publica en marzo de 2015 presenta los síntomas del sobreentrenamiento desde muchos ángulos: desempeño, fatiga, fisiología, bioquímica, sueño, estado de ánimo, sistema inmune y sistema gastrointestinal.


Me detendré en los últimos dos, no porque los otros sean menos importantes, sino porque estos se relacionan entre sí y con el tema que me trae enganchada hace varios meses, los probióticos.


Hemos escuchado tantas veces que el ejercicio es salud, que nos ayuda a no enfermar y que mantenernos activos nos protege contra infecciones que a veces uno pensaría que entre más hagamos, es mejor. Pues no. Resulta que atletas que entrenan demasiado, lejos de mejorar, fallan. Comienzan con infecciones frecuentes del sistema respiratorio, gripas, estreñimiento o diarrea, amenorrea, pérdida de apetito y por lo tanto de peso y con ello también, les toma más tiempo recuperarse o deben abandonar el entrenamiento en momentos fundamentales.


De hecho, estos signos y síntomas (y muchos más) pueden ayudarnos a determinar cuándo estamos haciendo ejercicio de más para darle una pausa al cuerpo y dejarlo que se recupere.


Ahora bien, ¿qué podemos hacer para prevenir las enfermedades por agotamiento? Por un lado, ajustar nuestras rutinas de ejercicio y descanso para no excedernos, pero por el otro comer bien.


Ya hemos hablado de los carbohidratos como fuente de energía para el ejercicio, la proteína como ladrillo del músculo y el agua como ayudante general de todos los procesos. Ahora les voy a insistir en la importancia de los probióticos para el sistema inmune.


Como ya saben, los probióticos son las bacterias (no patógenas) que colonizan el intestino y proveen al cuerpo muchos beneficios, entre ellos, como dice A. Jeukendrup, reducir la incidencia de enfermedades respiratorias y gastrointestinales.


La ecuación parece ser así de simple (y no): Al crecer bacterias buenas se limita el crecimiento de bacterias malas. Además, los probióticos pueden influir en la función del sistema inmune interactuando de manera positiva con él. Se dice que la microbiota del colon es el segundo cerebro.


Lo hemos dicho también, los probióticos se pueden consumir en forma de suplemento, pero esta sería una alternativa después de una infección, toma de antibióticos o diarrea fuerte. La mejor opción, antes de llegar a esto, es consumir yogurt todos los días. De hecho, cualquier suplemento toma semanas en hacer efecto, por ello en la dieta diaria la dosis de probióticos debe ser a partir del consumo de yogurt.


Si eres maldigestor de la lactosa (o intolerante) no debes preocuparte ya que los yogures la contienen en su mejor forma, predigerida, así que no tendrás malestar alguno. En cambio, si lo que te ocupa es el tema de las calorías, busca opciones light o cero que te aportan los mismos beneficios, pero con menos azúcar y grasa.


La idea es beneficiarse del consumo de probióticos para tener un sistema inmune reforzado y estar menos expuesto a infecciones respiratorias y del sistema digestivo. Esto, a su vez, te permitirá seguir con tu vida normal y haciendo el ejercicio que tanto disfrutas.
 

Google News

Noticias según tus intereses