Pareciera que algunos spots de gobierno, en vez de seguir algún manual de discurso publicitario, se basan en la Ley de Murphy, especialmente la frase que dice:

“Para limpiar algo, hay que ensuciar otra cosa”.

Y esto lo digo por la campaña radiofónica “Cuidarte es más fácil”, lanzada para evitar embarazos no planeados y contracción de enfermedades de transmisión sexual.

La primera vez que escuché uno de estos spots venía al volante y, por la voz de locutor de tráiler de película de espantos, no imaginé que se trataba de una alerta de prevención por parte del gobierno. Palabras más, palabras menos, se cuenta la historia de una chica que soñaba con hacer mil cosas, pero, por embarazarse antes de tiempo, sus sueños se van al carajo y se convierte en la comidilla de sus compañeros de escuela. Al buscar información en confirmé que es el hilo narrativo de la campaña. De hecho, la imagen es un pañal de bebé que parece absorber una frase que se queda trunca: “Terminando la escuela voy a. . .”. En pocas palabras, ¿la maternidad manda tus planes a la mierda?

No podía creer lo que acababa de ver ni de escuchar. Conste que mi sorpresa no provenía de darme golpes de pecho porque el anuncio osara denostar la bendita maternidad, nada de eso. Lo que me sorprendió fue la ligereza del concepto, el abaratamiento de la propuesta, los argumentos para persuadir al público joven de “esperar, informarse y protegerse”. O sea, para que alguien se cuide no sólo debe pensar que 1) un embarazo echará por tierra todos sus sueños y planes sino que 2) será presa de la vergüenza pública. No, bueno, esto sí que tendría que frenar cualquier impulso o necesidad.

Tanto que le llovió al gobernador de Nuevo León, el Bronco, cuando recomendó a los padres de familia que, para prevenir la obesidad en sus hijos, les hablaran con la verdad y les dijeran a sus niñas que “a las gordas nadie las quiere”. . . Claro, una vez que la opinión pública se le fue encima, el mandatario aclaró que sus palabras habían sido mal interpretadas y que no se había referido a la obesidad sino a los embarazos en las adolescentes. Haya sido como haya sido, tuvimos otro caso en que se pasó de Guatemala a Guateigual.

Me explico: al querer salvar a una parte de la joven población, de paso se ataca y se embarra a otra: a las chicas que ya son madres adolescentes, a las que están en espera de serlo. No es una campaña seria ni respeta a su población. Parece que desconoce las causas verdaderas y el contexto en que los jóvenes tienen relaciones sexuales sin protección y se arriesgan a embarazos no planeados o contagio de enfermedades. Da la impresión de que a quienes planean y diseñan estas campañas les da flojera ahondar al respecto y mejor se anda con consejos fáciles y triviales, como si se tratara de golpes bajos, parte de una campaña sucia, casi burlándose de los jóvenes que no se cuidaron, casi celebrando la renuncia a sus proyectos, en cualquier caso ridiculizándolos.

Como si no tuviera suficiente con el mentado spot, otra vez mientras conducía escuché uno más que alertaba sobre el contagio de enfermedades de transmisión sexual (aquí tendría que ir el emoji de la palmada en la frente). . .

“Ni a cuál irle”, pensé. Aquí se cuenta de un tipo que, por no protegerse, contrae una enfermedad. Otra vez se le ridiculiza y parece que hasta el narrador mismo celebra que el joven se haya convertido en el hazmerreír de su generación. Sí, de nueva cuenta, salvar a unos, a costa de degradar y bullear a otros.

En el portal de CONAPO se puede ver un spot televisivo con una narrativa muy similar: dos jóvenes, hombre y mujer, tienen relaciones sexuales sin protección y resultan infectados de algo. A él lo vemos caminar por el pasillo mientras sus compañeros corean la palabra “¡Verrugas!” y a ella la vemos secretearse con una amiga que le pregunta “¿Comezón ahí? Eso no es normal”.

Hace algunos años entrevisté a un médico del Instituto Nacional de Perinatología, el doctor Héctor  Oviedo Cruz, para hablar sobre los embarazos en adolescentes, y una de sus observaciones fue que una chica que decidiera tener a su bebé y quedarse con él debería tener en cuenta que la maternidad no le impediría realizar sus objetivos, no obstante le sería más difícil que a las mujeres con una situación de vida diferente: “Yo las he visto transformarse, sobre todo cuando tienen el apoyo de una pareja y de su familia de origen. Desarrollan estratrategias para enfrentar su condición. Cada vez que alguna me dice: ‘Es que yo quería ser esto o lo otro’, les digo: ‘Es que sí puedes’.”

Pero las recientes campañas a las que he hecho referencia, al ofrecer visiones maniqueas, cancelan cualquier otra posiblidad. “Cuídense del qué dirán”, pareciera decirnos este tipo de spots. Cuídense de la gente el domingo en la misa, las ventanas, los viejos vecinos. . . Como si fuera tal la desesperación ante los esfuerzos fallidos por desalentar a la población de tener un sexo “irresponsable y desprotegido” que no hubiera más remedio que apostar por el recurso de la vergüenza pública. Qué va, son estas campañas las primeras en avergonzar a las víctimas y justificar al bully.

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