“Nadie quiere que le den ese diagnóstico”.

Renata recuerda que, cuando empezó a sentir una molestia en el seno, dejó pasar un mes antes de acudir con el médico, hasta que se dio cuenta de que, al ocultar el malestar, la única que se hacía daño era ella misma.

Aceptar y compartir: los pasos necesarios y, a la vez, los más difíciles de emprender. El miedo, que paraliza, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

En nuestro país, el cáncer de mama es la segunda causa de mortalidad en mujeres entre 20 y 59 años. No obstante, sólo el 10 por ciento de los casos de esta enfermedad son detectados en la llamada etapa uno, es decir, cuando el tumor mide menos de dos centímetros y la posible recuperación es de 85%. La gran mayoría de los casos (75%) son descubiertos ya entrada la tercera etapa, lo que disminuye las posibilidades de recuperación a 35%.

Aunque hay campañas permanentes para prevenir la enfermedad, el 19 de octubre se trata de  hacer conciencia de la importancia de la detección temprana. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 30 segundos en algún lugar del mundo se diagnostica un cáncer de mama.  En México

Para descartar que fuera una bolita de grasa, la primera doctora a la que Renata vio le recetó medicamentos, mismos que no surtieron efecto. De ahí, pasó a realizarse estudios de manera consecutiva: un ultrasonido, después una mastografía general y una más precisa. Fue remitida al servicio de Oncología del Hospital General de México, donde, para confirmar el diagnóstico, se le realizó una biopsia. El resultado fue un cáncer agresivo, conocido como triple negativo. Para entonces, la bolita era un tumor con un diámetro de 3 cm.

A ello siguió la primera ronda de quimioterapia, conocida como blanca. Dice Renata que fue hasta entonces cuando se dio cuenta de que estaba enferma:

‘’Se me empezó a caer el pelo, el vello corporal, quedé casi como un alien. Después vino la segunda etapa, la quimio roja, que es más agresiva. Hasta me cambió el color de piel.”

A las ocho quimioterapias, realizadas cada tres semanas, siguió un descanso de un mes, previo practicarle una mastectomía radical: se le retiraron el seno, el músculo pectoral y varios ganglios de la axila. Un mes después de realizada la intervención quirúrgica, tuvieron lugar 25 radioterapias, que debían realizarse una por día, aunque esto dependía de la disponibilidad y el estado del equipo médico.

‘’Te va quemando la piel, quema tus órganos internos. Además, la mastectomía afecta la movilidad, en mi caso, del brazo izquierdo. Mi rehabilitación duró dos meses. Aun a la fecha hay movimientos que no puedo hacer’’, dice Renata.

Para mediados de 2012, después de 18 meses de terapias, los tratamientos habían concluido. El seno retirado fue enviado a Patología, mientras que se confirmó que el cuerpo de Renata había reaccionado positivamente a las quimio y radioterapias de tal suerte que no había rastro de más células cancerígenas.

‘’Esto sorprendió al oncólogo: con la misma velocidad con que el cáncer había avanzado, así se le había hecho retroceder. Durante el proceso, yo tuve una actitud acción muy positiva, pero es que no tenía otra opción. Al ser madre soltera, mis hijas fueron mi motor, sobre todo la pequeña. Ella me hacía aferrarme. Yo quería ser discreta, hasta que día me preguntó: ¿Tienes cáncer, verdad, mamá? Ella entendía muy bien qué estaba pasando y eso también me ayudó”.

Le pregunto a Renata por los miedos más comunes al enfrentarse a un diagnóstico de cáncer de seno. Ella se va al miedo extremo que, muchas veces, uno mismo no se atreve a enunciar: el miedo a morir.

Ella hace hincapié en que si el cáncer es detectado y atendido a tiempo, las posibilidades de sobrevivir son infinitas, a menos de que, dice, se trate de un cáncer metastásico.

‘’Todas tenemos miedo y nos lo reservamos y no lo decimos hasta que no hay más remedio. Hay que explorarse. No tiene nada de malo que te toques o que tu pareja te ayude: hacerlo partícipe de que te ayude a salvar tu vida.’’

Así como invita a las mujeres a cambiar el switch y dejar atrás los tabúes, también llama a dejar de repetir mentiras como decir que el cáncer es prevenible: ‘’Si tienes la propensión, lo vas a desarrollar o quizá no, pero no hay forma de prevenirlo, así te pares de cabeza o comas puras verduras’’.

Además de la detección de la enfermedad y del proceso en contra de la misma, el cáncer de mama también implica encontrarse en situaciones de incomprensión y rechazo en los entornos laboral, social y de pareja.

Una vez que Renata le comunicó a su entonces jefa que, por la enfermedad y los tratamientos subsecuentes, tendría dificultades para asistir todos los días, la primera le dijo que ya había encontrado alguien que la sustituyera:

‘’Yo no quería renunciar, pero ella sólo me dio las gracias y me dijo adiós y gracias.’’

Algo parecido pasó con unas compañeras con las que planeaba un programa de radio: no soportaron las ausencias y prácticamente la echaron del proyecto.

‘’Tener un día malo, en este caso por la quimio, no significa que dejes de hacer las cosas. Fuera de esos días, yo hacía mi vida de manera normal. Nunca más me detuve. Pero la gente asume que ya  no vas a ser productiva, que ya no vas a rendir, que te hagan a un lado y te discriminen porque tienes cáncer.’’

Este trato lo recibió también de personas a quienes creía sus amigos. Cuenta que no era raro que la invitaran a alguna reunión y le dijeran que se sintiera libre de quitarse el turbante, como si insistieran en verla, ¿algo de morbo?

‘’Muchos me dejaron de hablar porque no accedía a lo que me pedían. Otros porque no sabían qué decirme. Yo les decía que podían decirme: Hola, y ya. Cuando la gente siente lástima, eso te lastima  y te hace daño.’’

No faltaron quienes temían acercarse porque creían la enfermedad era contagiosa, pero quizá entre los golpes más dolorosos que Renata recibió fue por parte de su entonces novio, quien la había acompañado desde el diagnóstico y los primeros tratamientos hasta la mastectomía, pero que no toleró verla sin un seno. Y se fue.

‘’Apenas me vio mutilada, la relación cambió y decidió alejarse. No sé si ya tenía una relación previa, pero al poco tiempo de partir empezó a subir fotos en que se le veía acompañado de una mujer de busto grande. Obviamente, cuando esto pasa te empiezas a sentir mal.”

No fue fácil recuperar la confianza en una pareja. Llegó a creer que una mujer a la que le faltara uno o ambos senos dejaría de interesarle a cualquier hombre hasta que conoció a su pareja actual, quien la comprende, ama y acompaña.

-- ¿Cómo sobrellevar el rechazo de una pareja en un momento tan delicado? –pregunto.

-- Tiene mucho que ver tu amor propio. Crees que te dejan porque no eres la misma persona, hasta que te revalorizas y te das cuenta que sí, que eres la misma persona. No era posible que yo sufriera por un tipo que tenía una mentalidad corta.

Renata es la misma persona. De hecho, dice que la mayoría de la gente ni siquiera se da cuenta de que no tiene un seno. En el balance, valora la oportunidad que le significó ponerse en manos de un médico muy humano, que tiene el don de la paciencia y cultiva el arte de la conversación. También celebra el grupo de amigas que, cada vez que la ven tristona, no la dejan bajonearse. Agradece infinitamente el amor de su madre y de sus hijas.

Dice que antes le daba pereza hacer muchas cosas: salir a la calle, ir a reuniones, se desaparecía y ponía pretextos. Ahora se ha vuelto más temeraria y se avienta a lo que se le da la gana: tirolesa, parapente, rafting, cabalgatas entre riscos. . .

‘’Lo pienso y me digo: ¡qué loca estoy! Pero antes estaba desperdiciando mi vida. Ahora empecé a agarrar un segundo aire. La vida me ofrece una segunda oportunidad. Por las características de mi cáncer, no sé si éste volvería, pero mientras tanto estoy aprovechando para pasármela bomba. De nada sirve ponerse a llorar.’’

Renata ha retomado su vida e incursionado en un sinfín de proyectos y actividades. Uno de éstos es su blog Sobreviviendo al cáncer de mama () en el que desde que lo lanzó se propuso compartir con los lectores su experiencia y su proceso propios, las sorpresas con que se ha encontrado en el camino (qué esperar de la primera mastografía o la primera quimio o radioterapia) y hasta dar consejos de belleza oncológicos: tipos de pelucas, modos de enrollarse los turbantes, cómo pintarse las cejas. . .

‘’Cosas que no te dicen, como la pérdida de dientes o los cambios en la piel. Yo sugiero productos que pueden ser de ayuda así como un listado de instituciones a las que acudir para la realización de estudios y también para recibir apoyo psicológico, que tanta falta hace.’’

Renata espera la reconstrucción, misma que depende del fortalecimiento de la piel. Lleva en el pecho, del lado del seno faltante, un tatuaje oncológico, con forma de una mariposa, hecho por Diana Píres, diseñadora de tatuajes para embellecer cicatrices y hechos con mucho corazón ():

‘’Tuve la suerte de que me realizara su primer tatuaje y elegí la mariposa por ser el símbolo de renacer.’’

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