¡Nosotros jamás nos rendiríamos! ¡Lo que no se pudo con los votos, lo haríamos con las armas, liberaríamos nuestra patria con las armas!", es la frase con la que Nicolás Maduro sorprendió al mundo. Es la amenaza más clara de que si es necesario, recurriría a un “golpe de estado” para mantenerse en el poder, aunque fuese como dictador, lo cual sin duda es la forma en que ya ha estado actuando en estos últimos años.

Para entender cómo se desmoronó Venezuela bajo el gobierno de Maduro hasta llegar a este punto crítico en que está sumido en el caos y la violencia, debemos reflexionar qué acciones se dieron antes, que permitieron la llegada de este conflicto.

Primero Maduro desmanteló a las instituciones gubernamentales que le harían contrapeso, a través de manipularlas con gente afín a él. Corrompiendo primero y amenazando después a quienes pudieran oponérsele en el Congreso y en las instituciones encargadas de la impartición de justicia. Después de eso es fácil tomar el control operativo del país de modo absoluto, sometiéndolo a sus caprichos.

Otro punto muy importante ha sido el uso del poder de “la palabra” para manipular a las masas con menor nivel educativo y económico, a las cuales, con un discurso patriotero y nacionalista, que despierta sus rencores, le permite entonces erguirse como su único protector.

De este modo obtiene una base social para exhibir en medios televisivos y con fotografías en la prensa escrita, que cuenta con el apoyo popular en contra de la oligarquía y los intereses oscuros.

Las imágenes de grandes masas escuchando sus discursos y aplaudiéndole dan la impresión dentro de Venezuela de tener representatividad social y política y no ser un dictador. El discurso del peligro de una invasión militar del exterior le ayuda a manipular a la gente sencilla y de buena fe que efectivamente le cree que la patria está en peligro.

También logró ésto tomando el control de los medios masivos de comunicación. Expropió televisoras, radiodifusoras y periódicos a los que consideraba enemigos. De este modo, se aseguró que lo que los mensajes que reciban los venezolanos sean los que le favorecen a él y apoyan su lucha.

Esto nos debe aleccionar a los mexicanos de lo importante que es fortalecer a nuestras instituciones y exigir que exista una independencia real entre los tres Poderes de la Unión, o sea que el Poder Legislativo, así como El Poder Judicial, sean totalmente independientes del Poder Ejecutivo, que es el que gobierna, no sólo de forma, o sea en la Constitución, sino en su actuación cotidiana, para que cada uno de ellos vigile de forma crítica la operación de los otros dos.

Sin embargo, lo que hoy vemos en México es que el manejo del presupuesto que ejercen cada uno de los tres poderes, con partidas secretas que se utilizan de modo confidencial, lejos de la vigilancia de la sociedad, para así poder hacer uso de ese dinero de modo discrecional y para su beneficio particular, genera una complicidad que impide la independencia de criterio y de actuación.

La impunidad que hoy vemos se origina a partir de que los tres poderes se intercambian favores, lo cual nulifica su capacidad crítica y les pone en posición vulnerable sin que uno de los poderes le pueda exigir responsabilidades a alguno de los otros dos. El resultado es el contubernio que estimula la corrupción que hoy está desatada en México y se ejerce con total impunidad, aún y cuando se den escándalos mediáticos. Así vemos que cuando las denuncias llegan al ámbito legal se desvanecen después de un tiempo, cuando desaparece el show mediático.

El otro ámbito que debemos proteger los mexicanos para que nunca lleguemos a estar como Venezuela, es la protección del derecho a la crítica que debe prevalecer en el ejercicio periodístico. Una prensa controlada a través de amenazas deja de ser crítica y se somete al poder gubernamental. Por ello el escándalo del espionaje a los periodistas y activistas sociales, tanto personas como instituciones, a través del software Pegasus, debe llegar a sus últimas consecuencias para identificar y castigar a quien o quienes lo han usado para vigilar a la prensa en lugar de utilizarlo para combatir la delincuencia.

Algo extraño que no nos han explicado es por qué este sistema de espionaje tan sofisticado, para poder operar, necesita que la víctima tenga que dar “click” a un mensaje en su teléfono o cuenta de correo para entonces engancharse a la red, cuando cualquier persona medianamente informada sabe que la tecnología de hoy permite intervenir y controlar teléfonos y computadoras sin que el usuario de los dispositivos se entere.

De la experiencia venezolana podríamos concluir que para evitar el caos y los riesgos de un modelo de gobierno totalitario y dictatorial, es necesario fortalecer la independencia de las instituciones políticas que deben supervisar el buen manejo gubernamental y que además debemos luchar por mantener una prensa crítica, evitando que pueda llegar a ser manipulada.

¿Usted cómo lo ve?

@ricardohoms

Fcebook/ RICARDO HOMS

www.ricardohoms.com

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