¿Cuál es el país que dejaremos a nuestros hijos?. ¿Qué dirán de nosotros las nuevas generaciones dentro de algunos años?.

Parece ser que la democracia sin adjetivos que ganamos en las urnas en el año 2000 ha estimulado las ambiciones de quienes hoy se dedican a la política.

Antiguamente para dedicarse a la política los aspirantes debían tener vocación. La gente se formaba en las fuerzas básicas de los partidos y las organizaciones sociales. En función de su desempeño e influencia se ascendía en la estructura de la organización a la que se pertenecía.

La búsqueda de poder era la gran motivación y los beneficios económicos llegaban solos, como un beneficio complementario al poder.

Sin embargo, la democracia abrió la puerta a mucha gente sin vocación, que lo que buscaba era riqueza y dinero fácil al amparo del poder.  En esta fase de la historia de nuestro país se corrompió la política y la búsqueda de negocios terminó siendo el gran objetivo. Por supuesto éste contexto destapo la corrupción que hoy vemos.

La democracia hay que cuidarla, protegerla y blindarla, para que no se pierdan los equilibrios. Sin embargo, hemos abusado de ella y la hemos puesto en riesgo.

El panorama que estamos presenciando en el país, de vandalismo contra tiendas y negocios comerciales y robos, teniendo como parapeto el descontento originado por el incremento al precio de la gasolina, dio inicio a la contienda por la presidencia de la república en las elecciones del 2018.

Lo que estamos viendo es que con tal de obtener ventajas políticas, hay quienes no tienen reparo en hacer sabotaje contra la paz social, incitando a la gente a cometer actos violentos como los que hemos presenciado.

Está tan clara la estrategia de sabotaje por intereses políticos, que a través de redes sociales se ha pretendido inculpar al mismo gobierno de haber provocado la violencia, enviando agitadores para azuzar a la gente a cometer vandalismo y así distraer la atención pública respecto al impacto del nuevo precio de la gasolina. Incluso, también se ha pretendido hacer creer que el gobierno está haciendo ésto para justificar el poder realizar una campaña de represión contra sus enemigos políticos.

La realidad es que hoy ningún gobierno, ante la inestabilidad social que hoy se vive en todo el mundo, sería capaz de una estrategia suicida como sería provocar levantamientos sociales en su contra para luego reprimirlos. Quizá hasta hace varios años habría forma de realizar ésto, pero hoy los gobiernos son tan vulnerables que ninguno se atrevería a crear un problema que difícilmente podrá controlar pues los ciudadanos se han empoderado a través de la fortaleza que le dan las redes sociales.

Lo que hoy estamos viendo con el vandalismo, no es un fenómeno social espontáneo y auténtico, sino un plan concertado y planificado.

Se ha utilizado la estrategia de “las ventanas rotas”, que ha sido descrita en este blog en un artículo publicado el 04 de abril de 2016, mismo que se puede revisar en este enlace: .

Hay testimonios de cómo ha llegado gente en motocicletas, con herramienta especializada, a romper cortinas metálicas y cristales de tiendas departamentales y de autoservicios para estimular que los vecinos, al ver la oportunidad, se lancen a saquear las tiendas.

La sociedad debe estar alerta y no dejar que su enojo contra acciones gubernamentales, le pongan en posición vulnerable y ello permita que sea manipulada por profesionales de las redes sociales.

Debemos proteger nuestra democracia evitando caer en provocaciones manipuladoras, generadas por quienes se aprovechan de nuestros resentimientos y enojo. Siempre se puede estar peor.

Es necesario luchar dentro de los cauces institucionales y con la ley en la mano.

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