Después de atestiguar el impacto en redes sociales de la invitación del padre de Rubí, a los quince años de su hija, no queda duda del poder de éstas.

Si bien, no será posible considerar que las redes sociales sean capaces, por el momento, de definir el triunfo en la elección presidencial por sí mismas, por circunstancias que nos llevarían más espacio explicar y nos alejarían del tema central que pretendemos destacar ahora, podemos considerar que sí tienen el poder de enturbiar el ánimo colectivo, de por sí bastante desgastado y deteriorado.

Sigue siendo tema de análisis cómo en la pasada campaña presidencial norteamericana las redes sociales se utilizaron para esparcir rumores, entre ellos el que se dirigió contra la pizzería Comet Piung Pong de la ciudad de Washington, para lo cual se creó el hashtag “pizzagate”, por medio del cual se alertaba que en esta pizzería operaba una red de prostitución infantil creada por la candidata Hillary Clinton, lo cual desembocó en un tiroteo iniciado por un fanático que quiso comprobar este rumor y llegó armado con rifle de asalto y pistola a este restaurant de comida rápida.

Este antecedente a nosotros nos debiese alertar sobre cómo será nuestra campaña presidencial en 2018 y sus inicios informales en 2017: será un lodazal auténtico.

La estrategia de los diferentes grupos políticos en competencia, empezando por las campañas internas para seleccionar candidatos, no tendrá el objetivo de construir una precandidatura con base en propuestas que presenten al sujeto como la mejor opción, sino a través de desprestigiar a los demás candidatos opositores suponiendo que el nuestro saldrá con su reputación impecable y reluciente, lo cual es imposible que suceda, pues en este lodazal todos serán exhibidos por sus contrarios dando cuenta de todos sus pecados, lo cual al final se convertirá en un chiquero maloliente que dará un olor fétido al inicio de la campaña presidencial.

Los contenidos de las redes sociales en lo relativo a la política, ya no son manifestaciones espontáneas del sentir ciudadano, sino las estrategias de despachos profesionales especializados en la calumnia y la difamación, lo cual se puede lograr incluso hasta con simpáticos y aparentemente inofensivos memes.

En temas ciudadanos como es el caso del festejo de la quinceañera Rubí, es evidente que casi la totalidad de los 1.2 millones de invitados anónimos que confirmaron su asistencia, efectivamente son cibernautas que pretendieron jugar una broma a la familia de Rubí y por supuesto no acudirán al festejo. Quizá algunos curiosos de poblados y ciudades cercanas asistan para ser testigos de la fiesta “del año”. Sin embargo, en la política, donde se juegan intereses profundos, nada es casual, sino planeado.

En las conferencias que imparto es recurrente, en relación con el tema redes sociales, que en la sección de comentarios del público surjan los temores de que con base en infundios se pueda acabar y destrozar la reputación de alguien honorable, generando rumores con base en mentiras.

La verdad es que es altamente improbable que esto pueda suceder, pues los rumores e infundios adquieren vida y se convierten en tendencias virales cuando la acusación que se exhibe se dirige a alguien cuya reputación está deteriorada en relación con el tema del rumor.

Cuando al contrario, se dirigen hacia alguien con una reputación saludable, en lugar de debilitarlo le fortalecen e incluso le victimizan ante los ojos de los ciudadanos.

Esto opera de forma similar a lo que sucedería si alguien malintencionadamente se acercase a una persona a quien conoce bien a contarle haber descubierto a su esposo cometiendo una infidelidad. Lo que sucedería sería que si la relación entre la pareja es fuerte, sólida y de confianza mutua, no sólo no creerá en lo que acaba de escuchar, sino que se enojará y cortará relación con esa persona insidiosa que los intenta separar.

Si en cambio, la mujer en cuestión tuviese sospechas de que su marido le es infiel, tomaría esa acusación como un testimonio y le dará crédito, no obstante que la acusación realmente pudiese ser falsa y malintencionada.

Los rumores e infundios son creíbles si están en el ámbito de lo posible con relación a la persona o institución a la que se ataca y si además el tema es relevante y con significado para el público o la colectividad a la que va dirigida.

Hoy vivimos en una sociedad guiada por percepciones y no por verdades y la gente cree en aquello que quiere creer.

Lo que sí podemos decir, es que en la campaña del 2018 la reputación será un factor determinante para guiar la decisión del voto ciudadano y por tanto, se convertirá en un capital político altamente valorado y de gran rentabilidad electoral, porque encontrar ciudadanos honorables en campaña, según la percepción pública que ya ha satanizado y etiquetado a los políticos como corruptos, se convertirá en la más importante ventaja competitiva. La credibilidad será un importantísimo y significativo atributo.

La gente terminará votando por el candidato menos desgastado, lo cual significará en lenguaje popular “el menos peor”.

Todo esto nos define la poca calidad de nuestra democracia, que no está sustentada en valores sociales sino en ambiciones personales o de grupo. ¡Pobre México!.

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