Sólo un gobierno fuerte es capaz de proteger y dar seguridad a los ciudadanos. Esa es una de las responsabilidades primordiales del Estado.

Sin embargo, vemos que el ánimo de crispación social en contra de todos los niveles de gobierno está generando un fenómeno social muy peligroso. La gente apoya y se solidariza con quienes se enfrentan “al gobierno”,  como un modo de dar un voto de castigo y repudio a “los políticos”, sin considerar que estas personas que desquician el orden no están actuando correctamente.

De este modo percibimos que, no obstante que se exhiben continuamente en los medios de comunicación los desmanes y abusos de la CNTE en contra de la ciudadanía, la gente no se pronuncia en contra de ellos, aunque este grupo esté afectando gravemente a terceros. Parece ser que hasta se les justifica por el hecho de estar en contra del gobierno. Lo mismo sucede respecto a los grandes capos del narcotráfico, a los cuales el ciudadano común identifica con Robin Hood.

Este es un sentimiento inconsciente que en cierta forma explica la permisividad ciudadana frente a quienes atacan y agreden a ciudadanos y en contraste con sus grandes críticas contra instituciones gubernamentales que intentan imponer el orden en las autopistas bloqueadas y los plantones que desquician el tráfico.

Pareciera ser que la desaprobación gubernamental convierte a los vándalos en víctimas y a todo el que se enfrente a la clase política en un reivindicador de la sociedad.

Se puede estar en contra de la conducta de los políticos, pero a final de cuentas las instituciones gubernamentales son nuestras, de los ciudadanos.

Es evidente que hay funcionarios públicos que actúan delincuencialmente, ya sea practicando la corrupción o incluso aliándose con la delincuencia organizada  y a ellos debemos llevar a la cárcel.

Sin embargo, eso no significa que a los grupos que por tener una causa justa usan la violencia tengamos que justificarlos.

El gobierno es el garante del “Estado de derecho” y su fortaleza se convierte en la única protección que tiene la sociedad mexicana. En cambio parece que disfrutamos de verlo débil frente a quienes desquician el orden y agreden a la ciudadanía.

Mucha culpa de esta falta de apoyo a las instituciones del gobierno se vincula con un deficiente manejo de la comunicación pública por parte del Estado mexicano.

No existe una estrategia para sensibilizar a la sociedad y obtener el apoyo ciudadano y el gobierno federal debiese revisar esta grave debilidad. Parece ser que del lado de los grupos subversivos que intentan debilitar al gobierno para poder seguirse beneficiando de la opacidad y corrupción, hay más idea de estrategia mediática, para buscar llamar la atención de la sociedad hacia sus demandas, que del mismo gobierno.

La comunicación gubernamental debe ser reenfocada hacia la búsqueda de influir en la opinión pública y no limitarse únicamente a generar notas y comunicados para la prensa.

Necesitamos un gobierno fuerte que proteja el Estado de derecho y de esta forma al ciudadano. Sin embargo, el gobierno debe ayudarse a sí mismo profesionalizando sus sistemas de comunicación pública para persuadir al ciudadano de que al enfrentar a vándalos y delincuentes pretende proteger a la sociedad.

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