“Sí sabes que eres la única de nosotros que está soltera, ¿verdad?” No fueron las palabras exactas, pero ahí estaba la idea. Sabía que eso era cierto, pero el hecho de que esa persona me lo soltara tan de pronto y casi sin preámbulo me cayó como cubetada de agua helada en un verano caluroso; imaginé lo que debieron sentir los que se unieron al ice bucket challenge y lo que experimentan las personas que caen en lagos gélidos después de que la delgada capa de hielo bajo sus pies se resquebraja de repente. Me sentí terrible, en resumen.

Esa “condición” lleva tantos años conmigo que ya me acostumbré. Aunque sí he tenido relaciones de pareja, me sorprendió saber después que, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), poco menos del 12% de las mujeres mexicanas permanecen solteras hasta la edad adulta. Gracias por hacerme sentir mejor, supongo.

Mientras intentaba que el impacto de su comentario no fuera tan evidente, no pude sino seguirle la corriente: sí, ya sé que tengo “una oportunidad” con cierto prospecto, que es mi responsabilidad (eufemismo de “culpa”) por no hacer nada para acercarme a su persona.

Unos minutos después tuve que ir al baño. ¿Debería unirme al 2% de jóvenes mexicanos que, según la CONAPO, se relacionaron con sus parejas por presión social? Y ojo: este porcentaje no sólo se refiere a mujeres.

En la misma encuesta del Consejo, la de Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2011, se reveló que 4.9% de los jóvenes encuestados aceptaron una relación porque “le insistieron”. Aunque no todo es amargura en este mundo: el 90.7% dijo que el primer motivo para relacionarse con su pareja fue porque “le gustaba mucho”.

Ya no recuerdo lo que pasó cuando regresé del baño. Probablemente seguimos comiendo como si nada hubiera sucedido. ¿Esta es la presión de la que tanto había oído hablar? ¿La que te hace sentir un poquito culpable por no tener una relación amorosa? Se supone que debía llegar en la segunda mitad de los veinte, acompañada de la pregunta que hacen todas las tías incómodas: “¿y tú para cuándo te casas?”

Ya sé que para los veintitrés años más de la mitad de las mujeres mexicanas se han casado o unido, pero yo no tengo por qué ser parte de ese número. Además, 79% de las que permanecen sin casarse tienen o han tenido una relación de pareja.

Debo admitir que la observación de esa persona todavía tiene algunas repercusiones, como si algo dentro de mí estuviera mal por “seguir” soltera. Unos días después, bajón emocional de por medio, me di cuenta de que esa es la forma en que demuestra su preocupación por mí. Una forma muy rara, no debo negarlo, pero preocupación al fin.

Después de todo, dicen los cursis que “el amor llega cuando menos lo esperas”. Mientras sucede, deseo con el corazón en la mano no tener que escuchar de nuevo la pregunta que me dejó como pasmada por una cubeta de agua con hielos.


Mariana Gaona
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Ilustrador: Elihu Shark-O Galaviz            
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