El viernes, Donald Trump tomó una llamada de felicitación de la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen. Al hacerlo, por supuesto, estaba retando uno de los principios fundamentales que sostienen la relación Estados Unidos-China -el principio de una única China-  en lo que podría interpretarse como un distanciamiento de la política aceptada por Washington desde 1972. Muchos leyeron esta llamada como un desvío protocolario, un desliz diplomático, puesto que no se trata de la primera vez que Trump se brinca reglas no escritas en su trato con liderazgos extranjeros. Sin embargo, desde las primeras entrevistas con sus asesores, estos explicaron que el presidente electo estaba perfectamente consciente de las implicaciones por aceptar la llamada de la presidenta de un país que China solo reconoce como provincia rebelde. Incluso, como posteriormente se publicó, la llamada parece haber sido planeada desde hace meses. Este suceso, como es natural, revela toda una estrategia al respecto de China. Pero más allá de China, estamos empezando a ver señales de lo que muy probablemente será la política exterior de Trump durante los próximos años. Entender de qué tipo de actores se ha estado rodeando el presidente electo nos permite echar un vistazo más hondo al respecto.

Trump y su gabinete: militares, exmilitares y políticos de línea dura

Ya desde el 21 de noviembre, el New York Times escribía que había que poner mucha atención en cuanto al intento de Trump de rodearse de demasiados militares o exmilitares con visiones duras acerca de temas internacionales. Desde aquella fecha hasta ahora, esa sospecha se ha venido confirmando.

1. Hasta hoy, hemos ya visto designaciones de militares, exmilitares o políticos de línea dura, en temas como los siguientes:

a. James Mattis – Secretario de Defensa. Se trata de la ruptura de la tradición en la que es un civil y no un militar o exmilitar quien comanda este departamento. Mattis ha sido además un feroz crítico de la administración Obama como demasiado tímida o permisiva con sus rivales.

b. Michael Flynn como Consejero de Seguridad Nacional, un general retirado con una visión dura, entre otros temas, acerca del combate a la militancia islámica.

c. Otros militares se encuentran en la lista para puestos claves como la dirección del Departamento de Estado, además de puestos tradicionales como la dirección de la inteligencia del Pentágono. Algunos nombres incluyen a John Kelly, David Petraeus o al actual director de la NSA, Michael Rogers.

d. Además de los exmilitares hay otros puestos cruciales en los que se ha nombrado a gente de línea dura como Mike Pompeo -director de la CIA-, miembro del Tea Party, o Jeff Sessions, considerado uno de los senadores más conservadores del país, entre otros temas, en materia migratoria. El nombre de Bolton, otro político de línea dura, también podría ocupar la posición de la dirección del Departamento de Estado.

e. No hay que dejar de lado al propio vicepresidente electo, Mike Pence, quien durante la campaña ya había exhibido posiciones incluso más duras que las del propio Trump en cuanto a la necesidad de enfrentar a Rusia con mayor fuerza, o robustecer la presencia estadounidense en varias partes del mundo, como lo es Siria.

2. A pesar de sus diferencias en puntos de vista varios, parece haber una serie de comunes denominadores en esta serie de militares/exmilitares y/o políticos. Podríamos resumirlos así: (a) La administración Obama ha sido demasiado laxa o tímida en asuntos internacionales. Estados Unidos ha disminuido su participación militar, ha generado vacíos y/o ha efectuado demasiadas concesiones en distintos rubros; (b) Se necesita reforzar no solo la presencia estadounidense, sino la resolución, la disposición a emplear la fuerza y el envío de las señales adecuadas a todos los rivales o enemigos, de que Washington está dispuesta a usar esa fuerza; y (c) Solo así se puede contener las aspiraciones expansivas de potencias como China o Rusia. La falla en hacerlo daña la credibilidad y poder estadounidenses.

3. Lo anterior puede sonar natural en un gobierno republicano marcado por el conservadurismo en política exterior. Pero lo es mucho menos si leemos los planteamientos de Trump durante su campaña. Varios de los puntos anteriores están muy lejos de lo que el hoy presidente electo dijo que haría, proposiciones que se acercaban mucho más al aislacionismo relativo: no intervenir en sitios como Siria, negociar con Rusia (incluso al punto de cederle ciertos espacios a cambio de otros), no interferir en zonas lejanas y dejar que sean los países involucrados (como Japón o Corea del Sur en Asia, o los países bálticos en Europa) quienes se encarguen de su propia defensa. Estos planteamientos son, de hecho, uno por uno, entendidos como errores por parte de la mayoría de miembros del gabinete arriba mencionados. Por ejemplo, en el debate vicepresidencial, Mike Pence nos dio algunas muestras de las diferencias de su pensamiento con el de Trump. En el Foro de Seguridad Internacional de Halifax pude escuchar muchos otros ejemplos de ello.

4. Es decir, lo que estamos viendo desde ya, es que Trump se está rodeando de personas –no una, sino muchas- que van a terminar asesorándolo en sentidos muy distintos, incluso opuestos, a lo que él inicialmente dijo que haría en materia exterior.

5. Esto no significa que Trump necesariamente vaya a hacer caso de todo lo que le digan sus asesores o miembros de gabinete. Pero sí significa que cuando estos funcionarios le demuestren que algunas otras de sus propuestas, como las económicas, pero no solo las económicas, pudieran beneficiarse de determinadas líneas de acción, entonces pudiera ocurrir un empate de planteamientos.

6. En otras palabras, pareciera que, si a Trump se le sabe vender ideas o estrategias, él podría actuar en cualquier sentido y no necesariamente como dijo en campaña que lo haría. En materia de política exterior, esto podría traducirse en un mucho menor aislacionismo del que originalmente se pensó; de hecho, probablemente veremos una política bastante más dura que la que se apreció durante la administración Obama.

7. El affaire de la llamada Trump-Tsai es un ejemplo

China como ejemplo: Empatando geopolítica y política comercial

1. A pesar de que Trump es Trump, y sus pifias diplomáticas no son inesperadas, todo parece indicar que el haber recibido una llamada de felicitación de la presidenta de Taiwán, forma parte de una estrategia para transmitir todo un mensaje hacia China.

2. Sin entrar en todos los detalles históricos, solo recordar que, para Beijing, el tema de Taiwán es particularmente sensible. Para China, el gobierno de Taiwán no es otra cosa que un gobierno separatista y rebelde. Por lo tanto, esa potencia condiciona sus buenas relaciones con cualquier país al reconocimiento de Una Sola China con capital en Beijing, estatus que EU reconoce formalmente desde 1979. A pesar de que Taiwán sostiene lazos comerciales con prácticamente todo el mundo (incluida la propia China), y lazos militares con Washington, para el gobierno chino resulta ofensivo cuando algún mandatario brinda trato de Estado a Taiwán.

3. Trump buscó, con toda intención, vulnerar precisamente ese tipo de sensibilidades. Con ello, no solamente le dice a Beijing que él no va a seguir una línea pasiva al respecto de China, sino que está dispuesto a presionar al presidente Xi mediante cualquier instrumento a su disposición, como lo es la relación Washington-Taipéi.

4. Esto no choca, sino que va de la mano con las promesas de Trump de apretar o amenazar a Beijing en cuanto a sus políticas monetarias y comerciales hasta colocar, por fin, a la economía estadounidense en lo que él vislumbra como una situación de ventaja contra la china.

5. La cuestión es que, a pesar de que su respuesta ante el incidente de la llamada Trump-Tsai, fue relativamente mesurada, China muy probablemente irá escalando sus medidas de fuerza. Tanto en el rubro comercial (donde tiene mucho más de un arma para hacerlo), como en el geopolítico. Ya varios aliados de EU en la región, a lo largo del fin de semana, llamaron a la Casa Blanca muy preocupados por lo que pudiera generarse a nivel regional si China es deliberadamente provocada.

En palabras simples, la contratación para el círculo más cercano al presidente y su gabinete de una serie de políticos, militares y exmilitares de línea dura-intervencionista, presagia un posible viraje en materia de política externa por parte de Washington, pero no hacia el aislacionismo relativo que se apreciaba en los discursos de Trump durante su campaña, sino justo en sentido inverso. La llamada Trump-Tsai es solo una señal. Vienen muchas más.

Twitter: @maurimm

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