Este fin de semana, hubo una serie de atentados terroristas en Estados Unidos. En uno de ellos, un atacante apuñaló a varias personas en un centro comercial de Minnesota. En otro, un artefacto explotó en pleno sábado en la noche en el barrio de Chelsea, en NY hiriendo a casi 30. Antes de eso, un artefacto similar explotó en el trayecto de lo que sería la ruta de una carrera recreativa de 5K de los marinos estadounidenses.

Afortunadamente, ninguno de estos ataques ocasionó víctimas mortales. Sin embargo, además de los heridos y víctimas por trauma, estos ataques se encadenan a un número de atentados que han ocurrido tanto en EU como en otras partes del mundo a lo largo de los últimos meses por lo que su impacto psicológico y político es enorme. Hoy en el blog, algunas notas al respecto.

(Las siguientes notas son escritas a partir de la información con la que cuento en este momento; más adelante iremos completando lo que hoy apunto).

  • El terrorismo es en esencia un tipo de violencia psicológica que utiliza a la violencia material solo como instrumento para impactar en la sensación de vulnerabilidad de terceros y así conseguir fines políticos tales como generar presiones, elevar determinados temas a la agenda o transmitir mensajes diversos. Estas metas se alcanzan, en el caso de los atentados del fin de semana, a pesar de que no hay pérdidas humanas que lamentar.

  • En ese sentido, dichos ataques son menos graves por sus daños materiales que por el impacto en el miedo colectivo que generan. Esto último, a su vez, produce otra serie de efectos que se van a trasladar hacia lo político y lo electoral.

  • La cuestión central es que, una vez más, se trata de atentados relativamente “simples” o poco sofisticados que buscan atacar objetivos blandos, objetivos de fácil acceso y muy difíciles de prevenir y detener: en Minnesota, un individuo apuñalando personas en un centro comercial, como es cada vez más frecuente en distintas partes del mundo. En Manhattan y New Jersey, una serie de artefactos explosivos caseros –que utilizan ollas exprés, vidrios y hasta adornos navideños- escondidos dentro de o debajo de contenedores de basura.

  • Ese grado de relativa baja sofisticación se manifiesta también por una escasa, débil o a veces inexistente planeación, lo que en ocasiones resulta en un bajo grado de víctimas mortales. No siempre, pero en ocasiones. Por ejemplo, el apuñalamiento de personas al azar en países como Israel, ha producido una relativa baja cantidad de muertes, aunque sí un muy elevado estado de tensión. O bien, en el caso de los aparatos explosivos caseros de Manhattan y New Jersey, vemos que algunos de ellos no alcanzaron a explotar (ocho de ellos no explotaron, varios fueron encontrados por la policía cerca de una estación de tren) o su impacto fue relativamente leve. Uno de los que sí explotó, el de la carrera recreativa de marinos de New Jersey, solo ocasionó un agujero en el basurero (además de que la carrera había sido retrasada). Hasta el momento, se piensa que los ataques en Chelsea y en New Jersey sí están conectados, aunque no en el caso del ataque de Minnesota. Habrá que esperar más resultados de las investigaciones.

  • Aún así, paradójicamente, la misma naturaleza casera de esta clase de atentados se traduce en que se vuelven fácilmente ejecutables por individuos que no tienen mayor entrenamiento o preparación. No se requiere haber estado en Siria o Irak y haber sido adiestrado en el uso de explosivos. Basta un cuchillo, o seguir las instrucciones en Internet de cómo armar un explosivo doméstico con una olla exprés, para provocar un enorme impacto. La vulnerabilidad aumenta en toda la sociedad golpeada pues, al menos desde la percepción de millones, cualquiera puede ser atacado en cualquier clase de sitio.

  • En palabras simples, lo que tenemos como efecto neto es una sensación incrementada de miedo, y no solo eso, sino la percepción de que el gobierno no está haciendo lo correcto o lo suficiente para proteger a la población de ataques terroristas.

  • Ya hace unos días, escribí en un texto que, de acuerdo con diversos estudios del año pasado, una mayoría de estadounidenses reporta que se siente más insegura en el presente que en 2001, y 40% reportaba que el terrorismo es la principal amenaza del país. Estos números tienden a aumentar con ataques como los que vimos el fin de semana.

  • Esta serie de percepciones y situaciones, conlleva también una serie de impactos políticos. Menciono solo algunos ejemplos:

a. El primero es el efecto electoral y la agenda de las campañas. Algunos atentados terroristas ocurridos en EU (como el de San Bernardino, California en diciembre del 2015) o fuera de EU (como los de París o Bélgica), han fortalecido a Trump en las encuestas. Tras enterarse de la explosión de Chelsea, el candidato republicano rápidamente declaraba que es necesario ponerse mucho más duros en esta materia. Ya hoy mismo Trump ha reiterado la necesidad de elaborar perfiles raciales “como se hace en Israel”, dijo, para prevenir atentados. Clinton de su lado, indicó que es bajo su gestión como secretaria de Estado cuando se han llevado a cabo operaciones antiterroristas de fondo. Es decir, en los próximos días y semanas, veremos cómo este tema vuelve a penetrar el discurso, y próximamente el debate entre candidatos que ocurrirá en unos días,

b. Un segundo efecto tiene que ver con la política exterior de la Casa Blanca y los niveles de aprobación a esa política. Una mayoría de estadounidenses desaprueba la forma como esta administración ha manejado el terrorismo, y esta desaprobación tiende a crecer cuando ocurren atentados como los del fin de semana. Independientemente de que la presidencia sea ganada por Trump o por Clinton, es probable que en los años que siguen, experimentemos una política exterior de combate al terrorismo de mayor dureza por parte de Washington que la que se vio con Obama.

c. Un tercer tema tiene que ver con los refugiados. Justo en estos días, Obama estaba proponiendo una mayor apertura para recibir a decenas de miles de refugiados más en EU. Ese es uno de los más importantes tópicos de discusión en estos días en la Asamblea General de la ONU. Sin duda, los atentados del fin de semana generarán presión y, por tanto, más obstáculos para que esto se logre.

  • Desde el punto de vista de quiénes cometieron estos ataques y por qué, la información sigue fluyendo. Esto es lo que hasta el momento sabemos: (1) El atentado de Minnesota fue rápidamente reivindicado por la agencia de noticias de ISIS, usando un lenguaje –“era un soldado del Estado Islámico”- que utiliza cuando se trata de atentados perpetrados por lobos o actores solitarios inspirados por la organización. Como lo hemos dicho acá., 70% de muertes por terrorismo en países occidentales son el producto de atacantes solitarios, (2) Hasta este momento, los atentados de NY no han sido reivindicados por organización alguna. Pero sabemos que el sospechoso detenido (quien pudo no actuar solo, sino en grupo), Ahmad Khan, es un afgano naturalizado estadounidense, y se especula que su familia pudo haber tenido contactos con el jihadismo de ese país desde tiempo atrás. Se sabe que su familia había demandado a las autoridades locales en EU por discriminación contra musulmanes en 2011. La información seguirá fluyendo. En cualquier caso, es importante notar que ISIS no ha reivindicado el atentado como sí lo hizo con el de Minnesota. Esto puede deberse a que: (a) Las ligas de Khan no son con ISIS sino con Al Qaeda u otra organización, aunque eso tendría que saberse pronto; (b) No hay liga entre Khan y organización alguna, como por ejemplo ocurrió con los hermanos de los ataques de Boston; o bien, (c) ISIS u otra organización simplemente están esperando más datos o un mejor momento para adjudicarse un atentado que probablemente no fue operado por ellos pero que estarían valorando sumar a su lista de ataques inspirados.

  • Desde otra óptica, como vemos, el terrorismo sigue ahí, como un tema vigente que necesita ser entendido y atendido de manera multidimensional e integral: (a) Primeramente están las cuestiones de seguridad y de inteligencia. La necesidad de comprender mejor la naturaleza de la mayoría de atentados que ocurre hoy en día y diseñar mejores estrategias para prevenirlos, (b) Un segundo elemento, poco abordado, tiene que ver con la necesidad de desarrollar estrategias de prevención, intervención y post-vención para atender los efectos psicosociales de atentados que, sin lugar a dudas, van a continuar ocurriendo, y (c) En el fondo, se encuentran ahí los factores motores del terrorismo. En la medida en que estos no sean debidamente resueltos, en esa medida la frecuencia de ataques terroristas va a seguir aumentando como hasta ahora. En este texto abordo ese tema con mayor detalle:

Lo seguiremos comentando

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