“Soy londinense, soy europeo, soy británico, soy inglés, soy de fe islámica, de origen asiático, de herencia paquistaní, soy un padre, un esposo”. Quizás esas líneas, externadas al New York Times en una entrevista, resumen el mensaje con el que Sadiq Khan se convierte en el primer alcalde de Londres que profesa la religión de Mahoma. A pocos meses de los atentados terroristas de París y Bruselas, en el medio de la crisis de refugiados más importante que haya atravesado Europa en décadas, a contracorriente de la creciente ola ultraderechista en el continente y de discursos como el de Trump –atractivos para tanta gente-, los cuales sugieren cerrar las puertas a los musulmanes, Sadiq Khan logra posicionarse como alguien alejado de los extremos y prejuicios: un musulmán liberal, hijo de inmigrantes, plenamente integrado a la vida política del país al que, sin desconocer sus orígenes, nunca duda en llamar patria. Y mientras sus oponentes más buscaron llevar el debate al reino del extremismo y el miedo, Khan consiguió regresar la discusión hacia la vida cotidiana, una discusión muy urbana, muy de Londres. No hablemos de mi religión, sino del costo del transporte y la vivienda, era un poco lo que quería decir. Como si buscara que, en vez de enfatizar el origen paquistaní de sus padres, se volteara a ver las condiciones bajo las que vivió y creció, para que se comprenda que él, mucho más que los otros, entiende lo que padecen las comunidades necesitadas. Londres, sin embargo, se cuece aparte. Hoy en el blog, compartimos algunas de sus particularidades y explicamos por qué entenderlo resulta relevante, sobre todo para efectos de los temas de refugiados y terrorismo que han rondado la agenda los últimos meses.

  • Londres no es una ciudad representativa de la población británica. Se estima que 25% de las personas que la habitan no nacieron en el Reino Unido, y que casi 13% de sus habitantes son musulmanes, a diferencia de la media nacional de 5%. En otras palabras, es un hecho que los inmigrantes y las personas de religión musulmana, se encuentran sobrerrepresentadas en la capital, en contraste con otros sitios del país.
  • Sería incorrecto, por tanto, considerar la elección de Khan, un fenómeno que refleja una tendencia británica. Se trata, en cambio, de un fenómeno verdaderamente londinense, una manifestación que exhibe la diversidad y el multiculturalismo de esa ciudad, así como los problemas y las preocupaciones de quienes ahí habitan.
  • Aunque sus contrincantes una y otra vez trataron de posicionar la agenda temática en cuanto a cómo Khan era un defensor de criminales (por su trabajo como abogado defensor de derechos humanos), o en cuanto a cómo un candidato musulmán favorecería la inmigración y por ende, los riesgos a la seguridad se incrementarían (uno de sus contrincantes, el candidato del partido Britain First, incluso dio la espalda a Khan durante su discurso de aceptación del triunfo), quizás el mayor éxito del nuevo alcalde de Londres, fue el conseguir alejar el debate de dichos temas, y acercarlo en cambio hacia lo cotidiano, lo económico, hacia el costo del transporte y la vivienda, y hacia su origen humilde. “Nunca soñé que alguien como yo ganara la elección para alcalde de Londres…Quiero que cada uno de los ciudadanos de Londres tenga las mismas oportunidades…no de supervivencia, sino para desarrollarse en plenitud…para construir un futuro mejor”, son frases muy típicas de Khan.
  • Al hacerlo, supo proyectar la imagen que deseaba. No la de un “extremista islámico” que hoy tanto temor genera en muchas personas. Sino la imagen del hijo de inmigrantes que ya nació en Londres, cuyo padre fue durante 25 años un conductor de autobuses y miembro de un sindicato, y cuya madre era una costurera que trabajaba en casa. El resultado: “Se siente bien saber que el alcalde de Londres creció en estos mismos patios”, dice a El País un habitante de Tooting, el sector de Londres de donde Khan procede, “Esperamos no se olvide de nosotros”.
  • De hecho, Khan -una voz siempre integradora dentro de la comunidad musulmana, un liberal que incluso contra los principios de su comunidad religiosa favorece el matrimonio de personas del mismo sexo-, lanza su apuesta contra el miedo: “El miedo no nos hace más seguros”, indica, “nos hace más débiles”. Y si bien gobernar Londres no es definir la política exterior del Reino Unido ni impactar sobre las medidas antiterroristas que ese país decida adoptar en lo general, sí es de remarcar que el alcalde de una de las capitales más importantes del continente europeo, presente un discurso que vaya en un sentido distinto al de muchos otros líderes políticos de varios países, y, sobre todo, que al hacerlo, capture la simpatía de una mayoría de londinenses.
  • Pero para entender eso, es necesario considerar que: (a) El miedo no llega o se retira por decreto o gracias a los llamados de los líderes. Londres no ha sufrido un atentado terrorista de grandes proporciones desde 2005. Han pasado ya muchos años desde entonces, y el nivel de miedo que hay en la calle a un atentado es, con toda probabilidad, inferior al de ciudades como París o Bruselas, o incluso otras en Europa que han padecido terrorismo en los últimos años. Es muy posible que, si ese no fuese el caso, el temor prevaleciente sería mayor, y probablemente eso hubiese terminado por impactar las preferencias de los electores, (b) La crisis de refugiados que se ha gestado en el continente durante los últimos años, y más concretamente en 2015, no ha pegado al Reino Unido del mismo modo que a otros países. Considere usted los siguientes datos:
  1. Desde el año pasado, la ruta principal que están tomando los refugiados para acceder a Europa es la que va desde Turquía hacia Grecia y de ahí a los Balcanes, Hungría, Austria, Alemania, Suecia y otros sitios. Un número de estos refugiados llega al RU, pero se trata de una proporción menor en términos relativos que la que llega a otros países.
  2. Si consideramos la cantidad de personas que solicitaron asilo en países europeos, en 2015, Alemania recibió al menos cuatro veces más solicitudes que el Reino Unido. De las solicitudes recibidas, Alemania concedió asilo a 140,000 personas. Suecia concedió asilo a 32,000. Francia a unas 20,000 y el RU solo a 13,000.
  3. Pero si tomamos en cuenta la cifra de solicitudes de asilo por cada 100 mil habitantes (es decir, en proporción con la población total del país), Hungría es el país que proporcionalmente más refugiados está teniendo que atender con 1,800 solicitudes de asilo por cada 100 mil habitantes. Luego, siguen otros países como Suecia (1,667 por cada 100 mil habitantes), Austria (1,207), Noruega (602), Finlandia (591) y Alemania, con 587 solicitudes por cada 100 mil habitantes.  El Reino Unido está mucho más abajo, en el lugar 22 de toda la Unión Europea con 60 solicitudes de asilo por cada 100 mil habitantes. En palabras simples, la crisis de refugiados se percibe como algo más de la Europa continental que un problema grave para el RU.
  4. En términos generales, se considera que los musulmanes que habitan en Reino Unido se encuentran más integrados a sus sociedades que los musulmanes que viven en países como Francia o Bélgica. Esto aporta a la sociedad británica en general, y londinense en particular, un grado importante de multiculturalismo y diversidad con mayor equidad que otros sitios en Europa, lo que se traduce en una mejor convivencia y cohesión. Este factor termina siendo relevante porque las organizaciones terroristas encuentran en entornos así, terrenos menos fértiles para conseguir nuevos reclutas para cometer atentados.
  5. A pesar de todo lo anterior, es importante tomar en cuenta que Londres (u otras ciudades británicas) no se encuentra(n) exenta(s) de padecer riesgos similares a los de otras ciudades en Europa. Se calcula que al menos 800 ciudadanos británicos han ido a parar a las filas de ISIS en Siria o Irak. Una buena parte de estos individuos ya ha regresado a su país y podría estar esperando el momento adecuado para actuar. Como sabemos, Londres ha sido escenario de terribles atentados en el pasado, y si ello volviese a ocurrir –ojalá no- naturalmente veríamos un comportamiento electoral muy distinto, incluso en esa multicultural capital.

Con todo, es importante valorar la importancia de que en un ambiente que parece mucho más propicio para el discurso de la exclusión y el aislamiento ante lo otro y lo diferente, hoy triunfe la pluralidad, al menos en Londres, una “isla” interna dentro de las islas británicas.

¿Usted qué opina?

Twitter: @maurimm

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