Vengo llegando del funeral de Jacobo Zabludovsky. Ya escribiré sobre eso en la columna. Pero hoy, aquí, quiero recordar algunos momentos que viví con él y que atesoro de nuestra poco probable amistad y que, sin embargo, fue.

--El momento en el que tras mucho insistir con una entrevista con él (todas las semanas, los lunes, llamaba a su oficina) y tras literalmente perseguirlo insistiendo en lo mismo cuando inauguraron su estatua de cera, me dijo sonriente, acompañado con un ligero y paternal golpecito en el hombro: ``Eres una buena reportera´´. (Y no me dio la entrevista; fue hasta tiempo después).

--Nuestro primer desayuno en el Sanborn's de los Azulejos. O uno de los primeros. Hablábamos de todo; también de literatura y cultura. Él era un gran lector. Me había hecho una suerte de interrogatorio sobre libros y yo no había leído más que alguno, si acaso.

Tras pagar la cuenta (siempre lo hacía, aunque se quejaba: ``A ver cuándo se corta una flor de tu jardín´´) nos cruzamos Eje Central para ir a Gandhi: la meta era comprarme libros, muchos libros.``Estás muy inédita, Katiecita´´, me dijo y sí me compró al menos 10.

Siempre saludó a quien lo saludaba, se paraba, preguntaba su nombre. ``Mucho gusto, señora, señor fulana o fulano´´, decía.

Cada vez que lo hacía, yo me quedaba un pasito atrás porque era consciente desde entonces que algún día lo escribiría. Para cruzar Eje Central me tomó del brazo y me dijo: ``No creas que me miran porque soy famoso, sino porque se preguntan: '¿Y quién es ese que va con la D'Artigues?´´.

En el desayuno me comentó que estaba preparado para que la gente se olvidara de él; recién había salido de 24 Horas. ``Sólo te recuerdan 6 meses y ya, acabo de leer un estudio´´. No fue así con él.

--Cuando regresó a la tele y estrenó un pequeño noticiario en Cablevisión, en el canal 23, le pedí que si lo podía acompañar a la primera emisión. Me dijo que sí. Lo vi en su oficina antes de ir al foro. Tenía dos opciones para comenzar el noticiario: uno era LA nota del día (que no recuerdo cuál) y la otra la muerte de un músico o intérprete de tango que conoció, importante. Me preguntó que yo que haría. LA nota grande del día, dije sin chistar. Hizo lo contrario, por supuesto.

En el camino al estudio había que tomar el elevador. Me sorprendió ver cómo su mano temblaba, de nervios, al presionar el botón. Jacobo, aunque tenía décadas de experiencia en la televisión, siempre se ponía nervioso antes de salir al aire o dar una entrevista. Era muy consciente del momento en el que uno comenzaba a grabar.

----Por cierto, cada vez que escribí de él, aunque fuera una línea, me hablaba y decía: ``Katiecita, gracias, ¡me vas a hacer famoso!´´.

----Por azares del destino desayuné con él el día en que él no sabía que por la tarde renunciaría a Televisa. Estaba contento con su noticiario pequeño; se fue corriendo (tras desayunar su rigurosa papaya y café) para grabar un video de todos los integrantes de ``Noticieros Televisa´´.

--Se enteró de que Abraham había renunciado (él quería el lugar que dejaba entonces Guillermo Ortega Ruiz en el noticiario principal) y tras la comida, decidió hacerlo él también. Comió solo. Sarita se había ido a comer con unas amigas... pero la decisión comenzó a planteársela en el Panteón Israelí en el que fue enterrado ayer.

--La crónica de ese día está en la revista Milenio en una entrevista que le hice. Le agradezco mucho la confianza de que me lo haya contado a mí. --Cada que pude entrevisté a Jacobo y fue mi primer invitado en ``Entre Lo Público y lo Privado´´, en un piloto que hicimos de ``Shalalá´´ (que luego transmitimos haciendo una entrevista de la entrevista). Por supuesto que Katia360 (pasaremos este sábado una parte que sólo se publicó en internet). Pero una entrevista peculiar fue la que le hicimos Javier Aguirre y yo en un programa que duró poco en FM Globo que se llamaba ``El Zoológico´´.

--Ahí pasó algo que, creo, habría que recuperar: Jacobo cantó ``La Internacional´´ y ``La Marsellesa´´, ambos himnos que --qué raro, como él decía-- le enseñaron en su primaria.

-- --Una vez los invité a él y a Sarita a cenar a mi casa. Vivía entonces un departamento en un séptimo piso. Hice yo la cena y aunque la verdad no estaba tan buena, Jacobo repitió. Invité a algunas amigas mías, a todas les regaló un libro que él editó --por aquí anda-- sobre la historia de sus padres, emigrantes polacos que llegaron a México.

--Al terminar la cena, la luz se fue. El elevador no funcionaba. Tuvimos que bajar con la ayuda de una linterna los 7 pisos, con cuidado, muy bien agarrados del barandal...

----Claro que me emborraché con él. Varias veces. Una de las primeras, creo que la primera, también estaba Carlos Salomón y yo acababa de dejar ``El Financiero´´ para entrar a ``Milenio´´ y necesitaba un nuevo nombre para mi columna. Él me sugirió uno (no les digo cual, quizá lo uso después). Salomón me acaba de decir en el funeral que quizá nos tomamos 7 botellas de vino. No lo sé. Me contó que hace poco Jacobo le dijo y él coincidía que qué irresponsables fueron de dejarme regresar sola. No solía dedicarme los libros que me regalaba, pero insistí en que lo hiciera con uno, ``El Evangelio según Jesucristo´´ de José Saramago. Fue divertido.

----Jacobo y Sarita fueron a la boda de mi hermana. ¡Y llegaron desde la misa, eh! Recuerdo que se puso a platicar con mi papá. Jacobo le dijo a él algo muy bonito de mí. ``Rafael. A la manera en que Ernest Hemingway escribió `París es una fiesta´; te quiero decir que Katia es una fiesta´´. Bueno, se imaginarán a mi papá que se tornó en pavorreal.

--En esa fiesta saqué a bailar a Jacobo, obvio que con la anuencia de Sarita. No sé si fue ``I Will Survive´´ pero estoy casi segura; cantaba mi hermana en el micrófono. Qué padre poder decir eso: yo bailé esa rola con Jacobo, quien vaya que había sobrevivido a muchas cosas.

-- Unos días después me habló para agradecerme haberlo invitado a esa ocasión tan familiar. Y sí, aunque éramos muchos, lo fue.

-- --Quería mucho a toda su familia, pero era muy cercano de su nieto mayor, Miguelito, hijo de Jorge. ``Miguelito´´ ahora tiene una hija propia, la tercera bisnieta de Jacobo y Sarita. Se llama Alisal Monet. Con Miguelito una vez viajó a Nueva York exclusivamente para comprar un libro de Harry Potter que salía ese día en Estados Unidos; su nieto era fan de la serie de JK Rowling. Como a mí también me gusta mucho y dado que siempre me regalaba libros, también me compró uno a mí: ``Harry Potter and the Order of the Phoenix´´ que recibí al día siguiente de que regresó de viaje.

--Otro día él, un judío, me regaló un rosario que había traído de Jerusalem. Se me hizo un detallazo: ¡yo que soy medio hereje!

----No le gustaba que fumara. Desaprobaba que lo hiciera, aunque siempre, caballeroso, me encendía el cigarro. Su hermana, Elena, fumaba y murió de cáncer por ello. ``Las mujeres inteligentes no fuman´´, me dijo un día.

-- Y yo, que sigo fumando.

----Una comida que tengo en un lugar especial en mi corazón fue un día que fuimos al Churchill, donde tenía una mesa especial reservada: la 14, junto a una ventana. Habrá sido hace unos cinco años. Estábamos los dos solos (a las comidas a veces también iba Sarita, quien lo celaba muchísimo siempre, con quien fuera: siempre lo acompañó a toda grabación que pudo y mientras daba las noticias, ella tejía).

--Fue una tarde hermosa que se prolongó como hasta las 7 de la tarde. Ya al acabar, Jacobo hizo ver que ya teníamos ya 20 años (era menos, pero así dijo él) de ser amigos. E hicimos un recuento de lo que había pasado en esos años. Su cáncer, la salida de Televisa, el inicio en radio... de mi parte pues había salido de El Financiero, de Milenio y había tenido un bebé, con discapacidad, sola. Entre otras cosas. ``Qué suerte de esta amistad", dijo Jacobo. Y lloramos. Y bebimos.

--Y nos estrujamos las manos, con mucho cariño. Dijimos ``L'Chaim´´, un brindis judío que significa ``a la vida´´ o ``por la vida´´.

-- `L'chaim´´ siempre, querido Jacobo. Hoy estoy muy triste porque ya no estás y para variar, habíamos quedado de comer pronto, una cita que no cumplirás; pero también estoy muy, muy, feliz por haberte conocido.

-- Gracias.

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