Que vergüenza!!!. Esta es la frase que más se repitió ayer en las redes sociales de México y EU a propósito de la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán de la cárcel de máxima seguridad en El Altiplano. Que vergüenza que el tiempo se haya encargado de dar la razón a aquellos que, desde el Congreso de EU, demandaron su extradición desde el momento mismo de su captura en febrero de 2014, mientras vaticinaban una segunda escapada del líder del cartel de Sinaloa de una cárcel de máxima seguridad.

Que vergüenza que, después de que el presidente de México declarara en 2014 a la cadena Univisión que una nueva fuga de El Chapo sería imperdonable, ocurriera justamente lo que se ha tornado, en palabras del presidente Enrique Peña Nieto, en una simple afrenta al Estado mexicano.

¿Dónde están las renuncias de aquellos que, desde la Secretaría de Gobernación, eran los responsables últimos de la seguridad de El Chapo Guzmán?

Cuando el gobierno de México presumió ante todo el mundo la captura del líder del cártel de Sinaloa, en una colaboración nunca esclarecida con agentes federales estadounidenses que participaron directamente en su aprehensión, el presidente del comité de seguridad interna de la Cámara de Representantes, Michael McCaul, pidió al gobierno y al pueblo mexicano considerar la inmediata extradición del capo para evitar una segunda fuga de la cárcel:

"Quisiera pedir a los mexicanos que consideren la extradición a Estados Unidos, donde sería puesto en una prisión de máxima seguridad y bajo fuertes medidas de vigilancia. De ahí no puede escapar y sería llevado ante la justicia para enfrentar una pena de cadena perpetua”, declaró McCaul en el inicio de un rosario de pronunciamientos de líderes políticos que temían una nueva fuga de El Chapo Guzmán como la que protagonizó en 2001 desde la cárcel de Puente Grande.

Al mismo tiempo, una coalición de fiscales del distrito de Nueva York, se pronunció en aquel entonces a favor de un proceso inmediato de extradición desde México para someter al líder del cártel de Sinaloa ante la justicia de EU. Ante esta pretensión, el Departamento de Justicia reconoció que el cúmulo de causas pendientes de El Chapo, en las cortes de San Diego, Chicago, Nueva York o Texas, dificultarían el establecer una prioridad para determinar qué corte tendría la ventaja de salida para conseguir la extradición y entrega del legendario narcotraficante mexicano.

Ante esta lluvia de peticiones, el entonces embajador de México en EU, Eduardo Medina Mora, y el también Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, se manifestaron en contra de un proceso de extradición express. Para ambos funcionarios, la entrega de El Chapo era impensable, no sólo por tratarse de un asunto de soberanía nacional, sino porque en la mayoría de los casos de narcotraficantes que han sido extraditados desde México a EU, muchos de ellos terminan en calidad de testigos protegidos y con penas de cárcel que se reducen a su mínima expresión.

De hecho, el Procurador Murillo Karam llegó a declarar que el gobierno de México podría tardar entre 300 o 400 años antes de extraditar al Chapo Guzmán.

La pregunta que muchos se hacen hoy es ¿dé que sirvió ese estúpido orgullo nacionalista? ante Estados Unidos y sus agencias federales que colaboraron de forma crucial en la captura del líder del cartel de Sinaloa.

A pesar de que desde EU nunca se hizo oficial una petición de extradición, el equipo de abogados del líder del cartel de Sinaloa decidió interponer una serie de amparos desde el momento mismo de su detención en febrero de 2014 para tratar de retrasar al máximo su posible entrega a las autoridades estadounidenses.

Tras su fuga, resulta evidente que la razón de estos amparos era retrasar al máximo su posible entrega a EU y ganar así el tiempo necesario para organizar y llevar a buen término un plan de fuga que ha sido exitoso, para mayor vergüenza del gobierno de México y del presidente Enrique Peña Nieto que ayer mismo comparecía ante los medios para tratar de explicar lo inexplicable, mientras desde Washington el enojo y la indignación era patente por el tufo de corrupción e incapacidad que ha dejado tras de sí la segunda escapada del Chapo Guzmán de una cárcel de máxima seguridad.

¿Será capaz EU de contener su enojo antes de que México capture al capo que vuelve a estar en su lista de criminales más buscados?. ¿O la impaciencia y frustración darán paso a la revancha para dejar aún más en evidencia al gobierno mexicano con la revelación de episodios desconocidos sobre la captura de El Chapo Guzmán en aquel edificio de apartamentos de Mazatlán en febrero de 2014?.

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