Ya son diez años de Mercedes Benz Fashion Week México, una década en que la moda nacional ha evolucionado: ahora caminamos hacia una nueva etapa y un nuevo ciclo lleno de aprendizajes con nuevos aires. El reto es grande: Mexico debe posicionarse a nivel mundial como un país que crea tendencias, líder en diseño, y que fabrica moda.


Esta semana fuimos testigos de las propuestas de los diseñadores más relevantes de la industria de nuestro país: marcas consolidadas se fusionaron para mostrarnos su visión; la vibra la sentí distinta porque ahora veo nuevas motivaciones y expectativas altas. Eso, sin duda, me llena de emoción,  aunque también sé que tenemos mucho camino por recorrer. 
Siempre es emocionante tomar asiento y esperar unos segundos en la oscuridad antes del inicio de un desfile: de pronto se ilumina el camino y sale la primera modelo,  se escuchan los clicks de los fotógrafos y empieza la emoción. ¿Cuál será la nueva propuesta del diseñador en cuestión?


Este mes fue distinto al de otras temporadas de desfiles porque la industria se siente indecisa ante el vertiginoso revuelo de las redes sociales. ¡Vaya que han cambiado las cosas! Se vienen tiempos con aires frescos y  formatos distintos. Ahora las marcas tienen nuevas propuestas para presentar sus colecciones, las prendas apuestan por cortes novedosos y, en general, la manera de comunicar y consumir ha transformado a los directores creativos,  el streetstyle y todo en ciclo en general. No me malinterpreten: ¡es emocionante!


Días antes de salir hacia Nueva York (mi primer desfile en la semana de la moda de este otoño) me prometí algo a mi misma: que esta vez lo disfrutaría. No es que no lo hiciera en temporadas anteriores, pero esta vez quise estar más relajada, sin tanta presión, y estar en donde realmente quería. Por ello, en Londres, Milán y París (las ciudades a las que fui después de dejar Estados Unidos) me dediqué a ver únicamente aquello que me interesaba, hablar con las personas, darles su tiempo y darme un tiempo a mí. Todo con el objetivo de comunicar lo que sucedía sin dejarme guiar sólo por la inmediatez.  Ya no más dramas como en temporadas pasadas: estrés 24/7, sin comer, corriendo de un lado a otro, llorando si se iba el wifi o si mi teléfono colapsaba, tratando de subir la foto en el minuto uno. ¡Ya no más! Si algo he aprendido en estos diez años es que el contenido que se genera en las pasarelas de las semanas de la moda no se vuelve más eficiente o atractivo por si inmediatez, sino por su calidad. ¿O de qué sirve estar en la primera fila de un show si no puedes emitir una opinión valiosa sobre lo que verás? ¿De que sirve subir una foto a Instagram si no puedes apreciar las pequeñas cosas y si no valoras la experiencia para formular una idea que aporte valor? Como miembros de la industria, tenemos la obligación de compartir nuestra pasión por las razones adecuadas, y desde donde realmente importa: el corazón.


Con cariño. Gina 
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