Liliana Ruíz*

Recientemente el Colectivo por un Presupuesto Sostenible () presentó dos iniciativas que pretenden mejorar la toma de decisiones sobre el presupuesto de egresos 2017. La primera pretende crear una Oficina de Presupuesto en el Congreso, con el objetivo de fortalecer el análisis de este tema tanto en el corto plazo como en el largo y así contribuir para tener finanzas públicas más sanas y que sean sostenibles. Es decir, que sepamos que en el futuro cercano vamos a poder pagar los compromisos que el gobierno debe, por ejemplo, las pensiones.

La segunda tiene como propósito fortalecer, regular y transparentar la participación pública en el Congreso. Esto debido a que actualmente, tanto los diputados como los senadores, reciben documentos en donde la Secretaria de Hacienda les envía información sobre las variables macroeconómicas, los programas presupuestarios que se van a eliminar, fusionar, incrementar presupuesto, entre otras, pero el Congreso se queda corto en el análisis de los documentos y en ejercer su rol de contrapeso ante las noticias que recibe del Poder Ejecutivo.

La situación que se vive actualmente en México es compleja. El proyecto de presupuesto de egresos 2017 llegó para quedarse y está repleto de malas noticias. Resulta difícil nombrarlas y numerarlas pues son muchas y todas son importantes.

Una de las peores noticias es darse cuenta que para pagar el costo de la deuda, las pensiones y los recursos no etiquetados que se van a los gobiernos locales (participaciones), se tienen que sacrificar rubros extremadamente relevantes como la infraestructura, la salud, la educación, el medio ambiente y hasta el Sistema Nacional Anticorrupción.  Otra terrible noticia es lo que comentó el . (CIEP), respecto a que el presupuesto 2017, con sus múltiples recortes al gasto público, es regresivo, es decir, afecta más a los grupos con menores recursos económicos, a los sectores más vulnerables y rezagados de la sociedad. En palabras del propio CIEP, el gran perdedor de este presupuesto es el desarrollo económico, seguido por el desarrollo social.

El presupuesto 2017 es un reflejo de no tomar en serio la sostenibilidad de las finanzas públicas sexenio tras sexenio. Desafortunadamente, hemos sido irresponsables en el manejo de los gastos, los ingresos y la deuda. La bonanza petrolera se acabó y ante tanta adversidad es difícil contestar la pregunta: ¿y ahora qué hacemos?

En este sentido, las iniciativas del Colectivo Peso resultan relevantes. De ninguna manera son suficientes ni representan “la solución” al problema. Pero son un paso, para fortalecer a las instituciones que funcionan como contrapeso ante las decisiones presupuestarias y de finanzas públicas. Y además ponen el dedo en el reglón en un tema importante que es el rol del Congreso y su papel ante las finanzas públicas en nuestro país.

Las mencionadas iniciativas deben analizarse y discutirse en el congreso. Además, es necesario y urgente replantear la dirección y el rumbo de las finanzas públicas pues las malas noticias son la constante en este presupuesto 2017 y eso en sí mismo es un todo un tema que requiere reflexión y acción de los actores gubernamentales y la sociedad.

*Investigadora del área de presupuestos y políticas públicas.

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