Actualmente, se está desarrollando el proceso para renovar la integración de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), la máxima instancia en materia electoral en el país. Son siete asientos que se tienen que llenar. De que concursaron para ser consideradas, quedan solo 21, de las cuales 6 son mujeres. Lo que procede es que la Suprema Corte de Justicia de la Nación integre 7 ternas para que el Senado de la República, de cada terna, elija a los y las siete Magistradas.

Distintas organizaciones[1] le han solicitado a la Corte que dos de las ternas las integre solo con mujeres, para que de esta forma quede garantizado que al menos dos de las siete personas que pasarán a integran la Sala Superior sean mujeres (actualmente, solo una de las siete es mujer: la Magistrada Alanís). Que el principio constitucional de paridad rija no solo para las candidaturas electorales, sino también como guía para la integración del máximo órgano electoral.

, cuando se renovaron dos asientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, distintas personas escribimos sobre la importancia de discutir y reflexionar sobre la (des)igualdad de género en el proceso de designación. Creo que muchos de los argumentos ahí esgrimidos aplican al día de hoy. Argumentos relativos a porqué importa la igualdad al interior de los órganos, pero, también, argumentos relativos a lo que se tendría qué hacer para que la igualdad sea el resultado. Escribí hace un año:

“Para mí, existe una razón fundamental para discutir el sexo de quienes integrarán la Corte y es que creo que ya es un factor relevante desde el momento en el que se buscan candidatos y candidatas hasta el momento en el que se nombran. Que predominen las ternas compuestas por hombres y que lo extraordinario sean las mujeres es señal de que el sexo es relevante. Algo está fallando para que esos sean los números resultantes. Quiero saber qué es. Quiero que se expliquen esos números. Que lo que es implícito, se explicite. ¿Se hizo un esfuerzo por buscar mujeres? ¿Sí, no, por qué? ¿Qué encontraron en la búsqueda? ¿Es que no hay, en todo el país, dos o tres o seis mujeres dignas de la Corte? ¿Es ese el problema? Quiero que lo digan. Y si ese es el problema quiero saber qué se está haciendo para remediarlo.”

Las preguntas, para mí, persisten: ¿Por qué solo 6 de 21 candidatos son mujeres? ¿Cómo fue el procedimiento, en concreto, para llegar a ese resultado? ¿La disparidad en el número de aspirantes, a qué se debe? ¿Cuántos procesos más tienen que pasar para que alguien trate de explicar a qué se deben estas disparidades que terminan por verse reflejadas en la conformación de nuestras instituciones? Tomarse la desigualdad en serio pasa por entender a qué se debe. ¿Contamos ya con ese diagnóstico?

“Cuando me preguntan cuántas mujeres serán suficientes en la Suprema Corte siempre respondo: ‘Cuando sean nueve.’ Y la gente se sorprende. Pero llevan siendo nueve hombres y nadie nunca ha cuestionado nada.” Ruth Bader Ginsburg, Ministra de la Suprema Corte de EUA.

[1] puede leerse el comunicado. Valga aclarar que yo formo parte del Área de Derechos Sexuales y Reproductivos, una de las organizaciones que se ha sumado a esta petición.

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