Queremos explicarle por qué el perdón que usted ha otorgado a las mujeres por abortar resulta ofensivo. Usted dijo: "Pienso en las mujeres que han tenido que recurrir al aborto. Conozco bien los condicionantes que han tenido que afrontar". No se ofenda, pero lo dudamos. Por eso nos gustaría narrarle el caso de  Rosa, quien vive en Tlalnepantla, Estado de México —uno de los estados que visitará— donde el aborto por violación es legal, como en el resto del país:

Durante casi un año, Rosa fue violada por su padre quien, además, la tuvo amenazada con hacerle daño a su mamá si decía algo. Tenía 14 años de edad y como su padre es un hombre violento, prefirió no acusarlo. El 6 de octubre de 2014 su madre notó cambios en la conducta de Rosa y le preguntó si sucedía algo. La llevaron a la clínica, donde la doctora la envió a realizarse un ultrasonido. Ahí se reveló que cursaba un embarazo de 16 semanas.

Rosa le contó a su mamá lo que había pasado y, al día siguiente, acudieron juntas al ministerio público a denunciar. Ahí les dijeron que, por lo avanzado del embarazo, ya no procedía interrumpirlo. El personal del ministerio público le ofreció asistencia psicológica y médica, a lo que Rosa respondió: “yo no quiero ir, lo único que quiero es ya no estar embarazada para poder volver a hacer mi vida normal”. Rosa se trasladó al Distrito Federal donde se determinó que su embarazo ponía en riesgo su salud y se pudo realizar la interrupción legal del  embarazo.

Rosa es una de las mujeres —una niña— que usted quiere que los curas católicos disculpen durante el de la misericordia. Después de este periodo el aborto volverá a ser de perdón exclusivo de los obispos. Menuda gracia la que se otorga a las mujeres, en este caso a una niña que aún  no había alcanzado los quince años, que fue víctima de su padre y del Estado que le negó un derecho, y ahora deberá revictimizarse confesándose ante un cura para recibir el perdón. Respetamos su credo, pero sigue sin garantizar el derecho a la vida y a la salud que también corresponden a las niñas y mujeres católicas. No estamos seguras de entender el verdadero beneficio del perdón que usted otorga.

En los hechos, Rosa fue víctima de servidores públicos que han creído en la retórica católica que equipara al cigoto con una persona nacida. Pese a que el aborto es legal en todo el país, encontramos una y otra vez obstáculos para que las mujeres interrumpan sus embarazos por violación o por otras razones. De acuerdo con la más reciente ,  sólo 11% de las personas encuestadas opinan que los servidores públicos deberían trabajar basados en las enseñanzas de la iglesia que usted preside. Sin embargo, en los casos que GIRE acompaña y litiga vemos incontables negativas a realizar el aborto legal por la ideología de quienes brindan los servicios de salud.

¿Qué hay que perdonar cuando una mujer aborta porque el producto sufre alteraciones incompatibles con la vida? ¿Qué hay que perdonar cuando la salud o la vida de una mujer están en riesgo por un embarazo? ¿Qué hay que perdonarle a una mujer que ha sido víctima de violencia sexual? Los congresos locales de varios estados siguen sin incorporar causales en sus códigos penales por convicciones inspiradas en una ideología religiosa. En un estado laico, los funcionarios no deberían regirse por sus creencias ni por miedo a la feligresía movilizada por las iglesias locales. Que el aborto sea legal no lo vuelve obligatorio. Y la posibilidad de interrumpir un embarazo debe existir para todas las mujeres y niñas que así lo deseen, por el motivo que sea. Querido Francisco, si usted considera que la maternidad es sagrada, entonces que así sea la decisión de quien decide o no serlo. Cada mujer sabe lo que es mejor para su vida y no necesita la tutela de una institución que no ha sabido brindar justicia a las miles de víctimas de abuso sexual. Tampoco necesitamos su perdón.

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