Por Manuel Bayo Gisbert*

La noche arrancó con Bela Limenes y su obra “Enciclopedia de la mujer”. La estética del trabajo recuerda a Courbet y su “Origen del mundo”; busca, según las palabras de la autora, “romper canones” representando a una mujer madura contemporánea y tiene una clara intención de causar shock.

En pleno 2017, y basándonos en los argumentos llenos de oscuras referencias artísticas que da el Centro de la Imagen, esta serie no resulta para nada nueva o diferente; la mujer madura ha sido usada como una herramienta para romper supuestas “expectativas poco realistas” que la sociedad tiene sobre la feminidad desde hace 50 años. Vamos, que es una idea tan trillada que hasta Palacio de Hierro creo una campaña publicitaria en la que Carmen Dell’Orefice encarna el concepto. La autora dijo que su obra buscaba “suspender el tiempo”. Esto no me suena más que a una pobre interpretación de “Esculpir en el tiempo” de Tarkovsky.

Karla Gonzales dijo muy segura que “…la intimidad y la fuerza no están en la pieza, sino en lo que esto evoca”. ¿Y si a mí no me evoca nada? ¿Será que soy muy ignorante o joven para entender su profunda expresión artística? Si le preguntas a Irving Domínguez, probablemente la respuesta sea afirmativa, pero, más bien, su trabajo es tan intimista y conceptual, que tienes que conocer a Karla y a Vicente, su padre, para que “Vicente”, su obra, mueva una fibra de tu ser.

Sofia Ayarzagoitia no comprendió que estas charlas son para exponer al público los porqués de su trabajo. Leyó durante diez largos minutos un texto que traía preparado en su celular. La mayoría de las personas podrían dar una gran explicación si tuviesen todo listo para ser leído, sin necesidad de improvisar absolutamente nada, pero Sofia se expresó de un modo extraño, críptico y pseudo-poético y reitero varias veces que ella es el eje central de su obra. Pues, Sofia, ¡vaya originalidad la tuya! Cuando haces arte, queda implícito que en la obra lo más importante eres tú, porque, de hecho, la obra de arte es parte de ti.

Cuando te enamoras de una pintura y la usas como fondo de pantalla, seguramente se trate de un producto con un alto valor estético o un buen grado de impacto visual; casi nadie usaría como salvapantallas algo que solo tenga sentido si puedes recordar el título y la ficha museográfica. Eso es justo lo que le pasa a Javier León, que no dijo nada fuera del ya usual “si lees la ficha, mi faena es lo máximo”. Contó el proceso de creación y se limitó lo que dijo.

Domínguez y de la Garza, los artistas secretos, nos contaron los minuciosos detalles de como modificaron los trabajos hasta dejar las ideas de autoría y propiedad más demeritadas que el peso mexicano. Modificación de formato, equilibrio de composición a la hora de tornar un libro de fotos en instalación, tamaño y localización de la obra con relación al espectador; no se limita a ponerla en algún lugar dentro del centro, el acaba la obra. Los artistas se someten a aquel con el poder de aceptar o rechazar su obra en un certamen.

El próximo año enviaré una fotografía al World Press Photo; será grandilocuente y magnifica: mostrará a una serie de soldados corriendo por una planicie directo a sus enemigos; el único truco, es que usare muñecos en vez de un escenario real. Esperaré unos meses y seguro al poco tiempo me llega por correo no solo la foto que quería tomar, con personas de carne y hueso, sino una hasta mejor. ¡Pues claro! Los curadores y los jueces del WPP me echaran la mano. Bueno, se vale soñar…

Manuel Bayo Gisbert, 19 años, CDMX. Ama el arte y aspira ser cineasta y fotógrafo.

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