Por Manuel Bayo* 

El sábado pasado se percibió un Centro de la Imagen muy distinto.

Había una cierta sensación en el aire; vientos de cambio, podríamos decir. Durante las intervenciones ese ambiente prevaleció: todos hablaron de hacer algo, de no quedarse de brazos cruzados. En síntesis: se planteó la necesidad de generar un mejor futuro para la fotografía, tanto dentro del Centro, como afuera.

Pilar Villela, dijo: “La crítica es un servicio a la comunidad, pues al hacerla defiendes a las instituciones públicas y al arte”. Además, añadió: “Creo que hubo poca apelación a la decisión del jurado”. Menciono que hablar de profesionales de la fotografía es complicado hoy por hoy, pues todos somos fotógrafos; más bien, cuando se habla de profesionales nos referimos simplemente a los que se desenvuelven en el campo laboral, explicó. Se agradece que alguien tenga un punto de vista tan constructivo y amable como el que Pilar promulgó.

 Ulises Castellanos hizo una participación corta; no había necesidad de más: ya todos conocíamos su opinión, y repetirla no habría agregado nada. En cambio, añadió unas cuantas cosas en relación al tema de la mesa (las redes sociales): “Irving, Amanda, Itala y yo hemos sido atacados y vandalizados por usuarios de redes sociales”; “Yo escribí de buena fe y de manera honesta. El problema fueron aquellos que lo hicieron de mala fe y desde el anonimato que les proporciona el internet”; sumando al punto anterior aseguro que: “No me siento culpable de lo que sucedió, pues solo fueron las consecuencias de lo que escribí”. También (refiriéndose al personal del Centro allí presente), pregunto: “¿Cómo pudieron creer que iban a romper y a provocar y que solo los iban a felicitar?”.  Ulises le recordó al público los anuncios que se hicieron la semana pasada: seminarios de fotografía en el FotoMuseo Cuatro Caminos; una subasta de fotografías por parte de Hydra en noviembre y Miradas 2018: un concurso para evaluar y presentar a la comunidad fotográfica mexicana de forma plural y libre, cuya obra ganadora será donada a la Fototeca Nacional.

Marcel del Castillo mapeo a la crítica y presentó una visión externa del problema. Usó los conceptos  “ciudadanía digital” y “sociedad liquida” (ambos de Zigmund Bauman) para argumentar como “el desplazamiento de la concepción básica de fotografía se debe a las dos nociones antes mencionadas”. Develó su investigación personal, que arrojaba como resultado que el debate sobre la Bienal trascendió el entorno mexicano, pues se extendió a todo Latinoamérica y a parte de Estados Unidos.

“Esta mesa huele a frenos quemados”, expreso Francisco Mata Rosas, al llegar su momento. Y sí, todos frenaron el sábado, pues prefirieron pensar la dirección de su camino antes de acabarse las llantas en una senda sin sentido. Los discursos radicales habían cedido terreno (al menos hasta ahora) a los de mejoramiento y pensamiento a futuro. “El diálogo en las redes es un diálogo entre sordos”, declaró después de explicar cómo las redes han influido en la sociedad moderna: “Registrar el lugar ha sido reemplazado por registrarnos en él”; “No hay crítica de arte, ni nada constructivo en estos medios” fueron algunas de sus conclusiones. Su participación fue carismática y declarativa. Realmente resaltable.

Nirvana Paz, representante de Hilarante, intervino diciendo: “Seguimos sin escuchar propuestas de lo que se critica”, por lo que propuso que se tomaran en cuenta estas cláusulas en futuras Bienales: la abreviación de la discusión de los límites de la fotografía por parte de autoridades capaces de definirla; la creación de una convocatoria con lineamientos firmes, realizada por un organismo externo al Centro; dar fin a la posibilidad de “amiguismo” dando a conocer al jurado anticipadamente y dotar de transparencia a la entrega de premios.

Contrastante fue la participación de Edgar Hernández. Sin ganas y tartamudeando abrió con un “Ulises Castellanos miente” así tal cual y luego trató de hacer explícito cada cosa que él consideraba un error. Minimizó el papel de Facebook y Twitter en todo lo acontecido diciendo que “las redes sociales no generan memoria”.  Según él “La obra de Berruecos es una de las propuestas más valiosas que he visto no sólo en la Bienal, sino también en toda la Ciudad de México”. Continuó dando vueltas a su desacuerdo con Ulises hasta que alguien le grito: “¡Todo esto ya se ha dicho!”. El señor Hernández que fue presentado como editor de cultura del diario Excélsior (al parecer el editor real se llama Víctor Torres) cortó su participación allí, se puso extremadamente nervioso, y dejó de leer su texto frente al descontento que generó entre el público, al final le regalaron un par de aplausos solitarios para terminar ahí su clara provocación.

La mesa terminó con tres preguntas del público y comentarios finales de los panelistas en un tono mucho más positivo d eloque hubieras imaginado. Al final, la mesa dejó un buen sabor de boca por las propuestas y él tono que se tuvo. Esperemos que todo lo allí dicho se lleve a la práctica.

En la segunda mesa:

Beatriz Díaz lo hizo con un tono que le tiraba mucho a estar a favor de lo que hacía el Centro. Poco se puede rescatar de lo que dijo, pues solo repitió palabras de otros.

Gutiérrez Galindo propuso que “La Bienal debería estar soportada en un coloquio inicial” y nos dio su punto de vista sobre las obras: “Son medianas, porque no subsisten sin un texto en el cual apoyarse”.

En el tiempo que se le dio a Gerardo Suter se escucharon muchos aplausos, pues declamo muchas de las cosas que el público tenía en la mente: “La convocatoria está llena de contradicciones”; “Nos damos cuenta de que el autor hace lo que sea por exponer, hasta dejar que su obra sea cambiada o mutilada por una curaduría fallida”; “Que los curadores hagan una curaduría justa, que no se metan con los autores y sus obras”. El público vitoreo todo lo que dijo: fue el más aplaudido del día.

Reforzando lo dicho por Suter, Antonio Molina sentenció: “Hacer concurso y curaduría al mismo tiempo es meterse un autogol”.

“Raíz Rota” de Yael Martínez fue galardonado con el premio del público. Pronunció unas pocas palabras en donde se dijo ganador del premio más valioso del concurso, pues fue entregado por el público. Cabe remarcar el hecho de que la pieza vencedora de este certamen sea no solo fotografía, sino que además sea el modo más “puro y duro” de fotografía: documental.

Ulises Castellanos dijo en la mesa: “No estoy defendiendo una fotografía retrograda, ni antigua, ni clásica, ni diciendo que trabajen con nitrato de plata. Solo defiendo un concepto muy simple: la fotografía”.

Debemos dejar que la enemistad se desvanezca. Todos aquí, tanto Itala Schmelz, Irving Domínguez y Amanda de la Garza como Ulises Castellanos, Lizeth Arauz, Gerardo Suter y yo queremos lo mismo: una mejor Bienal, una mejor escena artística y un mejor México.

 *Manuel Bayo Gisbert: 19 años. Estudiante en la Universidad Panamericana; ama el arte y desea ser fotógrafo y cineasta.

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