Tina Modotti (Údine, Italia; 1896-1942) fue costurera, burócrata, actriz, activista, políglota, amante, espía, fotógrafa…

Su actividad fotográfica más importante la realizó en México a lado de Edward Weston. Ambos llegaron a México en 1923. Tina se convirtió en la alumna más aventajada del modernista. Fueron amantes, pero Edward decidió regresar a California con su familia.

Tina había dejado a un lado la fotografía poética que había aprendido de Weston y comenzaba a preocuparse más por lo social. Prueba de ello es nuestra fotografía de esta semana: “Manos de trabajador” de 1927. Es una composición asimétrica donde las manos son un poderoso símbolo: tienen callos, no son de un aristócrata. La tierra en los dedos y las manchas en la ropa de trabajo delatan el humilde origen del modelo. Una mano está cerrada en la pala: signo de fuerza. La otra descansa en contenida templanza. La fotógrafa se preocupaba crecientemente por los temas sociales, el indigenismo y las luchas proletarias.

Sin embargo la vida política de Tina Modotti se convirtió en su ruina fotográfica.  La comunista italiana caminaba del brazo del líder estudiantil cubano Julio Antonio Mella cuando éste fue asesinado. A Modotti se le acusó y encarceló; Diego Rivera intercedió por ella. Le quedó la mancha: en la primera oportunidad fue deportada.

Huyó a Berlín, se deprimió y dejó de hacer fotos. Un agente de Stalin la introdujo a las actividades del Socorro Rojo Internacional en Moscú. La ex fotógrafa se convirtió en espía para luego involucrarse en la Guerra Civil Española. Con el triunfo de Franco Tina huyó a Francia y luego a Estados Unidos pero como no pudo desembarcar, sin más remedio, volvió a México.

No fue un regreso triunfal pues llegó con un nombre falso y evitó a sus antiguos conocidos; temía que la volvieran a deportar y vivía recluida.

Una noche tomó un taxi nunca llegó a su domicilio: murió en el vehículo. Era 1942 y ella apenas tenía 46 años. Pronto se armó el escándalo: se dijo que había muerto envenenada al más puro estilo de los asesinos de Josef Stalin. Incluso Pablo Neruda escribió su epitafio para detener las murmuraciones.

Tina pudo llegar más lejos en lo fotográfico: ya empezaba a desarrollar su propia temática y había sido la mejor discípula de uno de los grandes maestros del siglo XX.

Su vida es, sin duda fue de novela y su carrera fotográfica una promesa incumplida: terminó justo cuando estaba por despegar.

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*Óscar Colorado Nates es titular de la cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana. Autor de libros como Instagram, el ojo del mundo, Fotografía de Documentalismo Social, entre otros. Editor y Director General de la revista fotográfica universitaria MIRADAS. Miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY) y creador de www.oscarenfotos.com, blog de reflexión fotográfica líder en Iberoamérica. twitter@oscarenfotos

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