Frente a todas las amenazas cósmicas, mundiales, regionales, nacionales, frente al cambio climático, a la tercera guerra mundial y su posible variante nuclear, a los genocidios y a las grandes migraciones, a la violencia y al mortífero machismo –haga Ud. su propia lista, será larga, muy larga— invoco el principio de incertidumbre. No sólo para mal, para bien también, como el mezcal.