El joven policía le pidió retirarse porque era una zona no permitida para estacionarse, pero el sujeto se tornó agresivo, manoteó y argumentó que esperaba a una persona. Al percatarse de lo sucedido con su compañero, Julio Barrientos se acercó y preguntó qué pasaba. El hombre lo increpó y dijo que eran “unos pinches policías ineptos”, le mentó la madre. No iba a mover su vehículo.

El uniformado, con tono sereno le manifestó que su trabajo era retirar a los vehículos que se tardaban más de cinco minutos. “Tú ya llevas más de 15. Si el compañero te hizo una indicación, creo que es correcto que te muevas. Si no te quieres mover, nosotros tenemos una orden. Tomamos tu número de placas, vamos a la cámara más cercana (C4) y le damos el serial de tus láminas”, explicó mientras se paró frente al coche para tomar nota.

El conductor de alrededor de 44 años, tez morena y robusto, enfureció y golpeó la cara del otro uniformado tumbándolo en el suelo. Entró a su coche y pisó el acelerador sin importar que la vida de Julio estuviera de por medio esa tarde de febrero de este año. Su historia no es la única, otros mil 180 integrantes (214 del sexo femenino) de la SSPCDMX fueron atropellados del 1 de enero de 2011 al 22 de febrero de 2017, de acuerdo con solicitudes de información obtenidas vía Infomex CDMX en poder de EL UNIVERSAL. La Secretaría de Seguridad Pública no señala si fueron embestidos de manera deliberada.

Sin embargo, en los últimos años se han replicado una serie de vídeos en internet que muestran cómo los ciudadanos atropellan a los policías de la CDMX. Los uniformados también han sido golpeados por escoltas o conductores que les arrojan objetos y los insultan.

A decir de académicos e investigadores en temas de instituciones policiales, seguridad y antropología, estos hechos responden a la escalada de violencia en el país. La percepción de inseguridad y frustración de los ciudadanos, la radicalización del odio y la venganza, la desconfianza y desvalorización de la actuación de los policías, la estigmatización de que todos son corruptos y el vacío institucional que permite estos actos en contra de sus elementos.

El ciudadano padece una frustración ante el clima de inseguridad, y la vierte sobre estos funcionarios. “Que suelen ser el primer rostro del Estado. Además, es un rostro débil que hace que muchas veces la ciudadanía pase por alto las indicaciones de los policías y no respete su autoridad”, explica Guillermo Zepeda Lecuona, investigador de El Colegio de Jalisco.

Con él coincide Elena Azaola Garrido, profesora-investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), pues estos comportamientos reflejan un vacío institucional al no castigarse.

“Están escalando a niveles intolerantes que antes no sucedían, que se correlacionan con crecientes niveles de violencia en el país (...). Hay gente que le parece bien hacerse justicia por propia mano o dañar algún elemento de la autoridad. Son síntomas muy preocupantes”.

Del total de policías atropellados, mil 169 pertenecen a la Policía Preventiva (PP) y 11 a la Policía Bancaria Industrial (PBI). La Policía Auxiliar (PA) dijo no contar con dicha información.

Cada 2 días un policía es atropellado
Cada 2 días un policía es atropellado

Lesiones físicas y sicológicas

Para evitar ser arrollado, Julio (quien pide el anonimato por temor a represalias de sus altos mandos a pesar de que es la víctima), se aventó sobre el cofre y fue arrastrado cerca de 50 metros de distancia hasta que una camioneta le cerró el paso. Segundos antes, un tercer uniformado intentó parar al chofer, pero se fue entre el volante y la puerta. Cayó al suelo. Sus lesiones fueron un esguince en el antebrazo y el cuello.

Algo parecido ocurrió en septiembre de 2016: un conductor fue detenido por circular en sentido contrario sobre la calle 5 de Mayo, en el Centro Histórico. Al intentar escapar aventó a una oficial y le pasó la llanta trasera por encima.

De acuerdo con la SSPCDMX, 463 policías resultaron con contusiones; le siguen 317 con esguinces; 109 con traumatismo craneoencefálico; 75 con fracturas; 48 con lumbalgias postraumáticas; 18 con policontusiones; 10 con luxaciones; tres con traumatismos de abdomen; dos con traumatismos torácico, y 129 con otras lesiones. También hay repercusiones sicológicas que pueden afectar de forma directa a su trabajo, como estrés laboral, trastorno de ansiedad y hasta lo más grave que es el trastorno por estrés postraumático, señala Gloria López Santiago, sicóloga criminal y forense.

El estrés postraumático les acarrea dificultades para dormir y para relacionarse.

No pueden concentrarse de la misma manera: “Hay algo que se conoce como flashback, si fue atropellado y le toca escuchar un frenón de un coche, en ese momento se reactiva lo que se conoce como memorias traumáticas. Entonces puede entrar en un proceso de ansiedad, en un estado de shock que afecte su trabajo y que incluso le haga reaccionar de una forma incorrecta cuando está utilizando un arma”, asegura.

Atropellos sin consecuencias

Enseguida que se le detuvo el paso al vehículo con el policía sobre el cofre, la gente se acercó alrededor. Los que se percataron de lo ocurrido gritaron e insultaron al agresor, pero se refugió dentro de su coche. Salió hasta que llegó el apoyo de dos patrullas para llevarlo al Ministerio Público. Ahí sólo estuvo unas horas, llegó su seguro a pagar la fianza y fue liberado.

A pesar de los múltiples atropellamientos de elementos de la dependencia a cargo de Hiram Almeida Estrada, la SSPCDMX sólo detuvo a 14 personas por estos hechos, de enero de 2011 a enero de 2017, según muestra una solicitud de información obtenida vía transparencia. En este periodo seis policías (uno de la PBI) fallecieron por estos ultrajes. En tanto, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX) sólo consignó a cuatro personas.

Samuel González es un elemento de la PA con más de 15 años en servicio. Señala como responsable de estas agresiones a la SSPCDMX porque no los apoya. Que el artículo 287 del Código Penal de la CDMX que refiere “al que ultraje a una autoridad en el ejercicio de sus funciones o con motivo de ellas, se le impondrán de seis meses a dos años de prisión y de 20 a 100 días de multa” ya no se aplica: “Por eso la sociedad está abusando de los policías. Se les hace fácil bajarse de sus motos y patearnos, aventarnos sus vehículos, mentarnos la madre, golpearnos, escupirnos, humillarnos. No hay un respeto a la autoridad”, se lamenta. Al escuchar la cifras de sus compañeros afectados, dice que están “maquilladas”, porque son más los elementos que han padecido estos atropellos.

María Eugenia Suárez de Garay, profesora-investigadora de la Universidad de Guadalajara, explica que el policía es un sujeto de no derecho, “es un sujeto inmerso y habitando una institución que con regularidad lo abandona a su suerte. Es un perverso sistema policial, en donde no se apuesta por el recurso humano de la institución (...) cuando al policía le va mal, queda abandonado. Sus derechos laborales parecen inexistentes en el momento que requieren de un apoyo institucional, particularmente porque están cumpliendo sus funciones”, señala la también autora del libro Los policías: Una averiguación antropológica.

A su vez, Elena Azaola, autora de Imagen y autoimagen de la Policía de la Ciudad de México, destaca que el hecho de que las instituciones policiales toleren esto, no lo castiguen y no envíen un mensaje claro que no se toca a los elementos porque son autoridades, es una de las razones que contribuye a que esto vaya escalando y agravándose. Porque estos hechos como otros tantos, quedan impunes.

Perfil de agresores y castigos

Gloria López, integrante del Colegio Mexicano de Sicología Criminal y Forense, describe que los conductores que embisten a los policías son personas con un bajo control de impulsos, una baja tolerancia a la frustración y que no solamente van a ser agresivas con los policías, sino con otras personas que los rodean.

Julio se siente impotente porque la persona que lo atropelló salió impune. Dice que a ese tipo de personas se les debe de quitar la licencia, analizar sicológicamente su actuar atrás de un vehículo, y por qué están atentando contra la autoridad. “Uno trata de no ofender a la gente, de ser sociable, de tratar a todos por igual, sea un indigente o un diputado ¿Pero cómo nos paga la sociedad? No obtenemos nada más que insultos”. Mientras cuenta su historia, remanga su pantalón azulado, dice hasta la fecha no se le ha desinflamado su rodilla.

Piensa en su familia, porque él su sostén, y si hubiera sido un golpe más fuerte o hubiera quedado lisiado, nadie le iba a dar un apoyo. “Por un prepotente. Se siente el coraje, y quisieras desquitarte, pero uno debe ser tolerante”.

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