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Al presidir la homilía dominical, el cardenal Norberto Rivera Carrera pidió a los feligreses orar por el descanso eterno del sacerdote José Miguel Machorro Alcalá —quien sufrió un atentado el 15 de mayo de este año en la Catedral metropolitana y falleció el pasado jueves— “para que contemple la gloria del Padre”.

También se elevó una súplica por todos los organismos mundiales y los que dirigen los destinos de los pueblos para que “sean iluminados por la gloria de Dios”.

Durante su mensaje litúrgico, el prelado expuso que para que la Iglesia realice sus proyectos y pueda cumplir con la misión de Jesús debe escuchar a historiadores, sociólogos, artistas, literatos, filósofos y políticos, pero por encima de todos ellos debe escuchar a su maestro: “Aquel que tiene palabras de vida eterna”.

Agregó que en ocasiones los fieles experimentan una gran paz y ven con claridad el sentido de la vida, tanto que los problemas parecen irrelevantes; sin embargo, empiezan a llegar enfermedades, fracasos, traiciones, y hasta la muerte de los seres queridos, pero afirmó que esto ocurre en todo ser humano, sea creyente o no, bueno o malo, sabio o ignorante.

“La única diferencia es la actitud que se tiene ante los acontecimientos, el que no tiene fe se queda en la oscuridad, no sabe cómo explicarse los acontecimientos, no los puede ver a la luz de la resurrección”, precisó.

Dijo que Jesús es “el gran legislador y todo aquel que de verdad lo ama cumple su voluntad. Él es el gran profeta que ha venido a descubrirnos y a revelarnos el proyecto de salvación que estaba en el seno del Padre”.

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