justiciaysociedad@eluniversal.com.mx

E s la cuarta ocasión que Vanessa Sánchez aplica para el examen de admisión de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sin conseguir un lugar, pero no pierde la esperanza y seguirá intentándolo.

A sus 20 años trabaja en el área de atención a clientes de un banco, pero su sueño es obtener un grado en Ciencias Políticas o Administración Pública.

“Se siente mal que te digan que no, que no te quedes por poquito, por cosas que preguntan en el examen que a veces no entiendes o son confusas”, confiesa la joven aspirante.

Vane, como suelen decirle sus familiares y amigos, asistió a un curso durante cuatro meses en una escuela de matemáticas y piensa volver para repasar los conocimientos que necesita para quedarse en la primavera del siguiente año.

Además del curso, Vanessa ha obtenido asesorías de conocidos que ya estudian en la UNAM, ha repasado la guía del examen día y noche cuando, luego del trabajo, llega a casa.

Con buena actitud, acepta que la única asignatura que le cuesta trabajo es matemáticas.

Subraya: “Matemáticas no es mi fuerte, pero en las demás materias no estoy tan mal. En la primera vuelta pedían 85 aciertos y ahora se quedaban incluso quienes tenían 75, me faltó muy poquito [para lograrlo]”.

Buscará quedarse en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, si no lo consigue, el lugar que tanto anhela en la máxima casa de estudios del país, “entonces pensaría en inscribirme en una escuela privada”, dice.

Google News

Noticias según tus intereses