Trabajar, ayudar y superarse son los objetivos que tienen en común los llamados dreamers, que ven amenazada la historia que han construido en Estados Unidos y a quienes el presidente Donald Trump amedrentó durante la campaña electoral con derogar el Programa de Acción Diferida (DACA), que ha permitido frenar la deportación de un millón 340 mil 305 jóvenes indocumentados.

Para este año, 510 mil 622 dreamers se enfrentan a la incertidumbre de renovar el DACA, que los ampara temporalmente de la deportación y les concede una autorización de empleo, beneficios que se actualizan cada dos años.

Este sector lo componen quienes llegaron antes de cumplir 16 años y son menores de 31. Actualmente, un millón 622 mil 921 personas han aplicado para el programa impulsado por Barack Obama en 2012, de los que 282 mil 616, es decir 17%, no aprobaron.

Informes del Servicio de Migración y Ciudadanía, del Departamento de Seguridad Nacional de EU, reportan que en los cuatro años de operación del DACA —el más reciente es de septiembre de 2016—, 83% de los solicitantes fueron aceptados. En total, 752 mil 154 personas aplicaron por primera vez, siendo 56% del total, mientras que 588 mil, 44%, han renovado.

México es el país de origen de mayor cantidad de dreamers, con 81%. Le siguen El Salvador, Guatemala, Honduras y Perú. Su presencia se concentra en California y Texas, donde suman 211 mil 477, 44% del total, es decir, casi la mitad.

EL UNIVERSAL conversó con seis dreamers, cuatro hombres y dos mujeres que cuentan su historia y externan su preocupación por la latente desaparición del Programa de Acción Diferida.

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