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Carolina Díaz González se enteró que era seropositivo en abril de 2007. Iba en un microbús cuando vio una de las hojas de los papeles que le entregaron en el laboratorio.

La angustia y ansiedad no le permitieron llegar a su casa para revisar con calma los resultados de los análisis que se había realizado días atrás. En ese tiempo, ella aún era Diego y tenía poco de haber confesado a sus padres que era homosexual.

Cuando descubrió el resultado dijo en voz baja: “Tengo VIH”. Lloró de tristeza porque el diagnóstico era irreversible y se enojó consigo misma porque no usó preservativos. Pero también pensó en que ahora no sólo lidiaría con su hipoacusia (discapacidad auditiva), “sino que sería el homosexual sordo y que aparte estaba infectado con VIH”, relata.

La persona que más ha apoyado a Carolina es su mamá, aquella mujer que en un principio se negaba a aceptar que su hijo mayor fuera gay decidió brindarle toda la ayuda y comprensión posibles.

Fue ella quien la llevó a un grupo de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Transgénero e Intersexual, (LGBTTTI) y la impulsó para que cumpliera sus metas. “Ahí mi vida cambió, ahora verás porqué”, dijo con una sonrisa.

La comunidad LGBTTTI le regaló dos cosas importantes a Caro, primero, fue ahí donde decidió convertirse en mujer transgénero y sintió la necesidad de convertirse en intérprete para personas sordas y dar información sobre VIH, así como otras enfermedades sexuales y orientación sexual.

“Cuando llegué con este grupo, entendí que no era la única con VIH, que ellos eran libres a pesar de su condición, entonces vi que algunos se pintaban la cara, el pelo y empecé a maquillarme, a usar ropa ajustada y me deje crecer el cabello, ellos me ayudaron a darme cuenta de lo que realmente quería, pero también me enseñaron que falta mucha información de prevención y atención de VIH en la comunidad LGBTTTI de sordos, por eso dije que si sabía el lenguaje de señas me dedicaría a dar conferencias y pláticas de apoyo”, confía.

Carolina recibió a EL UNIVERSAL en la estética Dayana, ahí trabaja, pero afirma que espera terminar la preparatoria para después entrar a estudiar Sicología. “Sé que es un poco raro que quiera estudiar esa carrera, porque mi discapacidad es del oído y los sicólogos precisamente tienen que escuchar a sus pacientes, pero yo soy muy buena en eso, me gustaría que la gente se acerque a mí, que me cuente sus problemas y poder darles un consejo, hacerles sentir que no están solos, eso siempre ayuda”.

Agrega que su pasión por la enseñanza del lenguaje de señas tampoco ha cesado, hoy sólo da clases y pláticas en el grupo LGBTTTI al que asiste, pero dice que entre la comunidad es muy conocida y que todo aquel que quiera aprender a comunicarse a través de las manos se puede acercar a ella.

“En estos tiempos no hay límites, yo no los tengo, si me quieren buscar, para eso esta mi Facebook, ahorita no estoy con ninguna asociación, pero muchos amigos me recomiendan. Yo no me canso de decirle a los sordos y a todas las personas que se cuiden, que se atiendan, porque el VIH no es una enfermedad que respete género, condición económica ni mucho menos, agarra parejo y lo ideal es que la sociedad esté informada sobre las consecuencias de no usar condón, porque no sólo podemos infectarnos de este virus, hay muchas enfermedades de transmisión sexual que están a la espera de cualquier descuido”.

Carolina recuerda que hoy se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Sida y expresa que pese a que en México se han hecho numerosas campañas para prevenir esta enfermedad, aún falta mucho por hacer, y que la comunidad de personas con discapacidades auditivas están olvidados.

“A mí me interesa la comunidad sorda porque hay veces que la gente cree que por ser sordos no sentimos, no nos enamoramos, no tenemos curiosidad por una pareja, piensan que no existen sordos homosexuales o chicas lesbianas que no escuchen, pero no es así, más bien están escondidos, esperando que alguien llegue y les informe, que les diga cómo cuidarse, que les insista en que se hagan pruebas de VIH, que si están infectados vayan a su clínica y sigan un tratamiento”, dijo.

Ella aprendió el lenguaje de señas desde que era niña, debido a que padecía un tipo de sordera y sus padres la inscribieron en una escuela para personas sordas.

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