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Madrid.— La ex canciller mexicana, Patricia Espinosa, afirmó que ante el cambio climático “no nos podemos dar el lujo de ser derrotados”, puesto que es un tema que trata sobre el futuro de las siguientes generaciones.

Espinosa, quien es secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático (UNFCCC), fue entrevistada a unos días de haber recibido en España el premio Princesa de Asturias, concedido a su agencia por los acuerdos de reducción de emisiones de gases contaminantes cerrados en diciembre de 2015 en la Cumbre de París.

Desde su oficina en Bonn (Alemania), Espinosa habló a EL UNIVERSAL sobre algunos de los efectos del cambio climático, respecto a lo que citó como ejemplo el huracán Matthew que golpeó a Haití, o el tifón Haiyan a Filipinas en 2013.

“Esta capacidad de destrucción y de crear sufrimiento explica el cambio de posición de muchos países”, destacó la ex canciller, quien dijo que la organización que encabeza ganó el premio Princesa de Asturias.

Ese galardón reconoce que el Tratado de París es un logro que va más allá de lo ambiental. ¿Demuestra que el multilateralismo está vivo?

—Los acuerdos de París son una de las mejores noticias para el multilateralismo en mucho tiempo. Me sumé al proyecto en 2010, después de la falta de acuerdo en la cumbre del clima de Copenhague, cuando este tipo de dinámicas de negociación parecían en su peor momento. El Tratado de París es un ejemplo de lo mucho que se puede lograr con la cooperación entre muchos países.

¿Es usted optimista respecto a la aplicación del tratado?

—Su rapidísima ratificación nos permite ser optimistas sobre su aplicación. Usualmente los países se toman un tiempo antes de hacerlo; en este caso no fue así, y eso es una buena señal sobre la importancia que los Estados otorgan al cambio climático. En París se pensaba que el acuerdo podría entrar en vigor en 2020, y lo hemos conseguido cuatro años antes gracias a la ratificación de 55 países que representan 55% de las emisiones globales.

¿Existen realmente los recursos técnicos y financieros para la plena implementación de los acuerdos?

—Todavía no tenemos todos esos recursos. Si vemos los 190 planes nacionales presentados para la reducción de emisiones, vemos que no alcanzamos el objetivo de reducir el calentamiento global a dos grados centígrados, lo más cerca posible a los 1.5 grados sobre los niveles preindustriales. No podemos decir que el objetivo sea sencillo, pero tenemos que ir construyendo juntos, aprovechando la buena voluntad política.

El momento es único: hay un gran alineamiento de sectores estatales, subestatales como ciudades o gobiernos, privados, financieros. Este apoyo está generando un interés por invertir en investigación para lograr tecnologías más baratas y eficientes. En cuanto a los recursos económicos, los acuerdos comprenden que los estados aporten 100 mil millones de dólares en 2020 para lograr los objetivos; todavía no estamos ahí, pero se confía en llegar a esa meta.

¿No se llega demasiado tarde a esta tarea?

—En un tema en el que se trata sobre el futuro de las siguientes generaciones no podemos decir que ya está todo perdido. No nos podemos dar el lujo de darnos por derrotados en este renglón.

¿Cuáles son los efectos del cambio climático que ya estamos viviendo?

—No hay que irse muy lejos. Por ejemplo, en Haití con el huracán Matthew, o en Filipinas en 2013 el tifón Haiyan. Esta capacidad de destrucción y de crear sufrimiento explica el cambio de posición de muchos países. Es el caso de China, cuyos ciudadanos ya sufren los efectos, y su gobierno está asumiendo grandes compromisos para combatirlos.

¿Qué esfuerzos supondrá para los ciudadanos asumir los compromisos de París?

—Es importante que lo entendamos, no tanto como una carga sino como una oportunidad para transformar nuestras economías y forma de vida para tener un futuro mejor. La no acción tiene enormes costos que ya se están viendo.

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