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A un año de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, los padres de familia recibieron el apoyo de alrededor de 18 mil ciudadanos, quienes los acompañaron al Zócalo capitalino para exigir justicia y castigo a los responsables. Ahí, advirtieron que no permitirán que la investigación se cierre.

“No vamos a permitir que este caso se cierre como lo ha intentado el gobierno a través de mil maneras, queriendo imponer su ‘verdad histórica’”, sostuvo Melitón Ortega, uno de los padres de los desaparecidos que salieron a las calles.

La llamada Marcha por la Indignación Nacional tuvo un saldo blanco. El gobierno del Distrito Federal destacó que “la marcha transcurrió en paz”, sólo se reportaron incidentes menores, como pintas, roturas de cristales y el lanzamiento de objetos a inmuebles; dos elementos de tránsito fueron agredidos y sufrieron lesiones leves.

La Secretaría de Gobierno capitalino estimó en 15 mil las personas que participaron en la marcha y en 18 mil las que se congregaron durante el acto central en el Zócalo capitalino. Los organizadores de los actos no dieron otras cifras.

Al marchar sobre Paseo de la Reforma, los padres recibieron muestras de apoyo de ciudadanos que se apostaron en los costados de una de las avenidas principales del Distrito Federal. Aplausos y “¡estamos con ustedes!” se escucharon a lo largo del camino. Mario González, otro de los padres que espera desde hace un año que regrese su hijo, no pudo contener el llanto.

Conforme avanzaban los padres de familia, contingentes que los esperaban en la Estela de Luz, la Diana Cazadora y en el Ángel de la Independencia se iban sumando. La exigencia y el reclamo la hicieron suya miles de personas.

“El cielo está llorando”, dijo la señora Cristina, madre del normalista Benjamín, como hace un año cuando los jóvenes fueron atacados en Iguala por la policía municipal y posteriormente entregados al grupo delictivo Guerreros Unidos. “Es momento de levantar la voz”, remató.

Durante el mitin en el Zócalo, la señora Carmelita, madre de José Aníbal, dio un mensaje en náhuatl, seguido de unas palabras en español: “Le demostramos al gobierno que el pueblo no nos va a dejar solos; la llama del coraje sigue viva y le digo a mi hijo que lo voy a encontrar”.

Felipe de la Cruz, vocero del movimiento, mencionó que la verdad histórica fue hecha pedazos por la verdad científica del Grupo Indisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “Vamos a ajustar las cuentas con los funcionarios que inventaron todo. Cada una de las lágrimas de los padres la van a pagar con cárcel”, enfatizó.

Ante la multitud que los siguió bajo la lluvia, Felipe de la Cruz dijo que el movimiento no parará hasta llegar a la verdad y que hoy más que nunca los padres de los estudiantes de Ayotzinapa están más unidos.

“A un año de la desaparición forzada de 43 normalistas, les decimos que si pensaron que el movimiento se iba a fragmentar, aquí les decimos estamos firmes”, advirtió, tras aclarar que en las exigencias también está la aparición de los más de 25 mil desaparecidos a nivel nacional.

“Luchamos por el despojo de tierras y territorios de campesinos, luchamos contra las reformas estructurales que pretenden cercenar los derechos laborales de los maestros, demos una muestra de la contundencia de la indignación, por la vía pacífica. Que quede de manifiesto la indignación de los mexicanos”, exclamó.

Ante los que acompañaron a los padres en el recorrido, De la Cruz indicó que los mexicanos ya no están dispuestos a que ocurra otro crimen como el de Iguala, por lo que “llegó el momento de ajustar cuentas”.

Melitón Ortega, otro de los padres de familia, condenó que se esté criminalizando a las escuelas normales; mientras que la señora Cristina dijo que es momento de alzar la voz.

“No saben cómo se siente en el corazón cuando vemos que están unidos a nuestro dolor”, expresó el padre de familia Epifanio, luego de exigir castigo a quienes intentaron ocultar la verdad con una “verdad histórica”.

Desmanes. Los padres de familia desde el inicio de la marcha, exhortaron a los participantes a tener una jornada pacífica, a fin de que ningún incidente opacara sus demandas.

De hecho, por primera vez personal de la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Naciones Unidas acompañó al contingente, como observadores junto con otros 72 integrantes de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

No obstante, un grupo de jóvenes autodenominados anarquistas se unieron a la marcha, y con el rostro cubierto, pintaron banquetas, anuncios publicitarios y paradas de autobús sobre Reforma.

A la altura del Museo Nacional de Antropología, rompieron el cristal de un anuncio publicitario ubicado en un parabús, el cartel fue incendiado.

Alrededor de 50 anarquistas siguieron avanzando realizando pintas, lanzaron cohetes en contra de los policías de tránsito que resguardaban la movilización y arremetieron contra los cristales de edificios y comercios.

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