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Enrique Graue Wiechers, quien lleva siete años al frente de la Facultad de Medicina, asegura que sí es de su interés convertirse en candidato a la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) porque es una distinción para cualquier universitario, pero por ahora no ha llegado el momento de hacerlo “de forma clara y formal, hay tiempos universitarios para esto”.

En entrevista con EL UNIVERSAL reconoce que hay sectores dentro de la institución que lo señalan como uno de los candidatos a suceder en el cargo de rector a José Narro Robles, por lo que si la Junta de Gobierno lo elige se convertiría en el tercer médico en hacerlo de forma consecutiva, a lo que ataja, “no es de profesiones”.

Detalla que los rectores José Narro Robles, Juan Ramón de la Fuente y antes Octavio Rivero y Guillermo Soberón “no actuaron como médicos, actúa uno como universitario”.

Sólo que a esa lista también se suman Ignacio Chávez y Salvador Zubirán que, como médicos se convirtieron en rectores; desde que en 1945 se le otorgó la autonomía a la UNAM y los 15 integrantes de la Junta de Gobierno han sido los encargados de designar al rector.

¿Pareciera que los médicos no lo han hecho nada mal, la Junta de Gobierno se inclinó antes, en cuatro ocasiones, por un médico?

— No, no, no lo hemos echo mal. Yo estoy muy orgulloso de la prudencia, decisión, fuerza y visión con la que se han desempeñado nuestros rectores médicos.

De hecho califica que la gestión de José Narro ha sido “magnífica” y la de Juan Ramón de la Fuente fue “una gran administración que estabilizó y proyectó” a la Universidad.

En la misma oficina donde los últimos cuatro ex rectores también despacharon, previo a ocupar el máximo cargo de la UNAM, Graue Wiechers asegura que el proceso de sucesión tampoco es un problema de género.

El especialista en oftalmología señala que en el actual proceso podrían participar al menos una decena de universitarios, por lo que pide esperar a que se emita la convocatoria, desde la Junta de Gobierno, para hacer un diagnóstico sobre la Universidad. Aunque sí plantea que la responsabilidad de financiar a la universidad es del Estado, no a través de las cuotas.

Defiende la autonomía como principio institucional que no debe ser usado para cubrir a quienes delinquen dentro de las instalaciones.

Aunque considera que todo mundo tiene derecho a expresarse antes del proceso de sucesión, dice que alargar el tiempo, el proceso de sucesión en la Rectoría “no es necesariamente lo más sano para esta decisión. Eventualmente genera tensiones entre universitarios, si es que llegara a darse, o bien, permitir que influencias externas determinen parte de un proceso. No es lo mejor para nuestra institución”.

Afirma que se debe evitar que en la UNAM se genere una campaña de tipo electoral, al ratificar que si se adelantan lo tiempos se crearía un “riesgo”, generaría “un ambiente de promoción personal o crearía un ambiente electoral, cuando se trata de una decisión académica”.

Graue dice que no hay influencia del gobierno federal o que uno de los candidatos tenga el apoyo del Ejecutivo.

¿Le interesa participar en este proceso de sucesión en la Rectoría?

—Es una gran distinción para cualquier universitario hacerlo. Lo que representa la universidad en términos de su trascendencia histórica, de su formación de recursos humanos, de su aportación al conocimiento y a la difusión de la cultura, pues es indudable foco de atención social. Por supuesto [estoy] considerándolo, si esa es la pregunta. Yo no creo que haya llegado el momento de hacerlo de forma clara y formal, hay tiempos universitarios para esto. Esto no quiere decir que no tengan todo el derecho, quienes se han manifestado abiertamente, pero creo que tanto yo como un grupo de distinguidos universitarios, estamos en el proceso de esta reflexión.

Los diferentes candidatos viven realidades diferentes, de ahí que hay que entender que sí por supuesto, es un proceso abierto y de expresión que, en los personal, considero que todavía los tiempos no son los correctos.

¿Será formal cuando la Junta emita la convocatoria?

— Sí, por supuesto una semana antes o una semana después, hay un momento en el que uno tiene que decir bueno: sí deseo y este es mi proyecto, y comunicarse con aquellos académicos que han pensado que, a través de la trayectoria personal o de las gestiones técnico-administrativas, o cuerpos colegiados consideran que uno puede ser una figura interesante para ocupar la Rectoría. Y bueno tocará a la Junta la reflexión correspondiente, proceso que está perfectamente legislado al respecto.

¿Es de su interés participar?

— En este momento sí, sí lo es.

Si la Junta se decidiera por usted sería el tercer rector que de manera consecutiva proviene de la Facultad de Medicina, ¿Se podría?

— No es de profesiones, la universidad no es un problema médico, no, ni el doctor [José] Narro, ni [Juan Ramón] De la Fuente, ni [Gillermo] Soberón y [Octavio] Rivero actuaron como médicos. Actúa uno como uno universitario, como tampoco es un problema de género. Es la personalidad correspondiente y necesaria para el momento que vive la Universidad.

¿Ser médico es un freno para que pueda ser rector?

—Es una decisión que le corresponde a la Junta de Gobierno. No lo veo como un proceso de discusión.

Se trata de un grupo importante en la historia de la institución...

Por la trayectoria de la Facultad. Es una de las cinco escuelas fundacionales de la Universidad, tenemos 437 años enseñando medicina, es una escuela de gran tradición por eso no es de extrañar que algunos universitarios hayan pensado que yo puedo ser.

¿Un médico entonces en la Rectoría podría ser posible?

—Eso corresponde a la Junta de Gobierno, por supuesto que sí.

Sería el séptimo médico en la Rectoría, ¿Qué opina?

—Llegaremos en su momento a definir esa parte y no me toca a mí.

¿Cuántos años tiene dirigiendo la Facultad de Médicina?

—Voy a cumplir ocho en enero.

Desde esta Facultad, ¿cómo diría que se ve la UNAM?

—La Universidad ha crecido sustancialmente y es una de las tareas que todo rector se impone, en todos los sentidos, bueno es nuestra principal obligación. Yo creo que dentro de las funciones sustantivas la principal función es indudablemente la docencia, la formación de recursos humanos calificados para el país capaces de responder a sus necesidades y ver su formación integral. El proceso educativo se ha ido expandiendo y se ha ido formalizando cada vez más. Habrá que reorientar algunas cosas con toda seguridad en el futuro.

¿Cuáles diría son los principales problemas de la universidad?

— Esa parte no la voy a contestar todavía, yo creo que eso es parte de lo que es un proyecto-plan de trabajo y esto debería plasmarse en el momento en el que se abra la convocatoria [de la Junta de Gobierno] y no lo hago, le explico por qué: sí creo que no solamente es por obedecer a tiempos universitarios, porque tiene total derecho de que esto suceda, no está escrito en ningún lado y todo mundo tiene derecho de hacerlo, expresarse antes. Sin embargo, alargar el tiempo, el proceso no es necesariamente lo más sano para esta decisión. Eventualmente generar tensiones entre universitarios, si es que llegara a darse o bien permitir que influencias externas determinen parte de un proceso, no es lo mejor para nuestra institución.

¿Ve el escenario para que actores externos influyan en el proceso?

— Sí lo veo, en qué, en la medida en que se alarga un proceso, se extiende, se pueden generar estas tensiones. Por lo menos yo quiero colaborar a que no eso no suceda.

¿Qué actores, los políticos, qué les diría a ellos actores?

— Esta decisión corresponde a los universitarios y a las instituciones que para ello hemos creado. Hay todo un procesoque está marcado en nuestra legislación. Es una institución muy vieja y ya hemos ensayado distintas formas de gobierno y procesos electorales. En 1944 la división provocó que hubiera dos rectores, duraron dos días para que pudiera hacerse la nueva construcción de la Universidad con nuestra nueva Ley Orgánica —de enero de 1945— y, desde entonces hay estabilidad, tenemos que cuidarlo todos. Yo no veo —para contestar la pregunta— influencias externas que quisieran alterar el ritmo.

¿Ve posibilidades que partidos políticos intervengan en el proceso?

— Por supuesto que no deben intervenir, no por supuesto. Esto es un problema de universitarios. No nos hacen daño, pero tampoco deben determinar ningún tipo de conducta en la Universidad. Dañan en la medida que pueden |generar tensiones. Esperemos que no suceda, por eso es que el proceso debe tener sus tiempos.

Dice usted que la Junta le ha dado estabilidad a la institución, ¿Sus normas no quedaron rebasadas frente al escenario de participación abierta que se ha iniciado?

— Siempre será un riesgo crear, en un proceso, un ambiente de promoción personal o de crear un ambiente electoral. Es una decisión académica, ya lo decía yo, ya pasamos por esas etapas y creo que están superadas. Sigo creyendo que la Junta de Gobierno ha actuado a lo largo de su historia con autonomía, con libertad, con periodos de reflexión en donde finalmente, casi se hacen expertos en conocernos a los distintos candidatos, nos han elegido a lo largo de los años, creo que es un proceso que debemos mantener.

¿Advierte injerencia del gobierno?

— No creo que el gobierno federal tenga la menor intención de interferir en el proceso de elección de la Rectoría, ni creo que la Junta de Gobierno se dejase influenciar en ningún momento.

¿Cómo debe ser la relación del rector con el gobierno federal?

—Siempre fluida, siempre franca, siempre buscando los mejores intereses de la Universidad, y creo que así ha sucedido. Así lo han venido haciendo los pasado rectores, los últimos rectores y por ello, el crecimiento que ha tenido la Universidad. Ha habido comprensión por parte del Estado en la mayoría de los problemas universitarios.

¿Cómo debiera ser la UNAM en los próximos años?

—La Universidad debe ser analítica y reflexiva de los problemas que acogen al país y sobre eso ser propositivos, así se ha venido haciendo. Puede llegar a ser crítica pero no es la finalidad ser crítica, sino ser propositiva ante los problemas y se ha venido haciendo tanto en educación, economía y justicia. Se han entregado a las autoridades los documentos correspondientes en esta gestión. El compromiso de la Universidad es conservar esta función.

¿Cuáles son los principios innegiociables en el proceso de sucesión?

— Este proceso o los procesos de renovación de un rector deben llevarse a cabo en forma seria, dirimida por los universitarios internamente, evitando cualquier tipo de fricciones, dando oportunidad y tiempos para que todos aquellos interesados participen. Que el nivel de discusión se lleve a cabo de una forma elegante, en los foros necesarios. No es hacer las campañas internas, se acerca a los universitarios y uno expone lo que uno piensa, y entonces entrevistarse eventualmente en la Junta. Un proceso ordenado y dar a la Junta espacio reflexionado.

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