justiciaysociedad@eluniversal.com.mx

Las deficiencias en el diagnóstico y el tratamiento sicológico de los internos en las prisiones del Estado de México han contribuido al fracaso de la readaptación social de los presos y a que, en lugar de poder reinsertarlos adecuadamente, se fomente la violencia institucional mediante el encierro y la venganza social, de acuerdo con un estudio que realizó en 22 penales de esta entidad el sociólogo José Luis Cisneros, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Señaló que la falta de parámetros homogéneos de clasificación y evaluación sicológica de los internos permite un amplio margen de manipulación y juicios personales carentes de opinión profesional.

De esta manera, los internos reciben tratamientos diseñados por abogados o trabajadores sociales que son quienes comúnmente ocupan los cargos de sicólogos dentro de los penales.

La investigación destacó que la mayoría de los diagnósticos clínicos que se realizaron en 22 centros de internamiento fueron debilidad emocional o cambios bruscos en el estado de ánimo, conducta antisocial y trastornos pasivo-agresivos y de personalidad, ocasionados por dos motivos: el estrés permanente al que están sometidos y la dificultad que tienen los internos para expresar sus emociones en un ambiente violento como el de las prisiones.

En teoría, los tratamientos sicológicos están diseñados individualmente; sin embargo, a pesar de las diferencias que existen entre los diversos tratamientos estos se vuelven irrelevantes, puesto que los presidiarios que van a terapia están sometidos a redes de poder dentro de las cárceles, las cuales están diseñadas para castigarlos y hacerlos sumisos.

Las visitas familiares y de cónyuges no sólo son un derecho sino parte de la terapia, en este sentido, 85% de los hombres reciben a familiares, de los cuales 21% son visitas conyugales, mientras que las mujeres sufren un abandono casi absoluto, ya que sólo 1% recibe a familiares y de ahí 0.08% es de su pareja sentimental, mientras que 12% de la población total no recibe ningún tipo de visita.

La incontinencia sexual también conduce a otro tipo de atropellos, como la permisibilidad del sexoservicio y el uso creciente de la masturbación y la homosexualidad, que a su vez puede llevar a incrementar el contagio de enfermedades de transmisión sexual como el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).

El sociólogo consideró que la peligrosidad de los internos se comprende como una actitud, acción o hecho en perjuicio de los demás y es a partir de ahí que se establece una escala o grado de peligrosidad; en este sentido, 11.2% de los internos son altamente peligrosos; 52% son de escala media, y 36.1% tienen un grado de peligrosidad normal.

Google News

Noticias según tus intereses