Desde que se enteró que fue uno de los seleccionados para ocupar una de las plazas exclusivas para personas con discapacidad en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), su hermano más pequeño bromea con que ahora sí lo podrá mantener.

Sueña con ser ministro de la Corte, pero prefiere fijarse metas a corto plazo para cumplirlas poco a poco.

Su papá se preocupó mucho por cómo enfrentará esta nueva dinámica de estudiar y trabajar en la SCJN.

Hace una hora 20 minutos de camino desde su casa en la delegación Iztapalapa; no tiene brazos. Su nombre es Sergio Humberto Castillo Rodríguez, estudiante del quinto semestre de Derecho en la UNAM.

Explica que para redactar los proyectos que debe realizar en la Corte utiliza una pluma que manipula con su boca para teclear. En casa todo lo hace con los pies, desde redactar hasta jugar con su PlayStation.

Espera aprender mucho de su nueva jefa directa, Leticia Bonifaz, en la Dirección General de Estudios, Promoción y Desarrollo de Derechos Humanos.

“No hay nada que me pueda poner un límite, tal vez no hago las cosas igual que los demás pero encuentro alguna solución”, afirma Sergio.

Dice que su niñez fue difícil porque se desesperaba con las preguntas de otros niños como: “¿Es cierto que no tienes brazos?”, situación que le llevó a querer dejar la escuela.

“Entendí que había etapas de la vida unas más difíciles que otras, pero eso no cambiaba mi situación. Entonces, o me acomodaba o me rendía y dejaba de hacer las cosas; la segunda no era una opción”, afirma.

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