Chilpancingo.— A un día para que se lleven a cabo las elecciones concurrentes en Guerrero, normalistas de Ayotzinapa preparan un plan de acción en el que previeron abastecerse de combustible y al menos 25 camiones de línea y repartidores de productos chatarra, para consumar su plan: que no haya comicios mañana.

La estrategia que han dado a conocer las organizaciones integradas a la Asamblea Nacional Popular (ANP) para impedir que se efectúe el proceso, incluye evitar la instalación de casillas, según lo mencionado por integrantes de agrupaciones como la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación Guerrero (CETEG).

La quema del material electoral con artefactos explosivos y combustible ha sido una práctica recurrente entre agrupaciones como la Coordinadora Estatal de Transportistas Independientes de Guerrero (CETIG) que han realizado apoyos a las manifestaciones de los papás de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

Felipe de la Cruz, vocero de los padres de familia, ha explicado que el “no a las elecciones es determinante”. Llegarán hasta el 7 de junio, junto con las organizaciones que los respaldan hasta las últimas consecuencias. Ni la cárcel ni la muerte les preocupa: “queremos vivos a los 43 normalistas de Ayotzinapa”, declaró.

Fuentes de la delegación de la Secretaría de Gobernación informaron a EL UNIVERSAL que, en lo que va del año, llevan contabilizado la retención de tres pipas de combustible de 47 mil litros de diesel cada una, en Iguala y Chilpancingo, sobre la carretera federal que conduce de la capital del estado al municipio donde fueron desaparecidos el 26 de septiembre de hace un año los 43 estudiantes y asesinadas seis personas.

La Secretaría de Seguridad Pública, sin embargo, reportó que el último “robo” de combustible ocurrió el lunes sobre esa misma carretera, la federal Chilpancingo- Iguala, a la altura de la cabecera de Eduardo Neri, Zumpango del Río, a sólo 10 minutos de la capital y donde el Ejército mantiene un retén. Una pipa, de acuerdo con el reporte, de diesel de 38 mil litros fue llevada por sujetos cubiertos del rostro.

Con el combustible, explicaron fuentes de la escuela rural, se realizan bombas molotov y otros artefactos explosivos caseros, que se elaboran a partir de la unión del combustible con botellas de plástico y otros elementos químicos. Los artefactos son empleados en las manifestaciones, de acuerdo con la fuente.

El combustible que “roban”, “ordeñan” y “piden prestado a otras unidades” se emplea también para abastecer de combustible a los camiones que emplean para movilizarse a diferentes puntos del estado.

De vez en cuando, agrega, “se escucha el estruendo de cohetones, uno ya sabe que los jóvenes prueban sus artefactos detrás de la escuela, por la Casa del Activista”.

En la parte de atrás de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Raúl Isidro Burgos, a sólo unos metros de la alberca de ese internado con ideología socialista, lucen estacionados en filas 20 autobuses de líneas y carros repartidores de productos chatarra que han ido confiscando las organizaciones durante los últimos ocho meses.

Son alrededor de 25 unidades, entre camiones y vehículos repartidores, que previamente una comisión de normalistas, denominada “de lucha”, se encarga de conseguirlos.

Algunos de los automóviles los consigue al retenerlos en carreteras, o llegan a un acuerdo entre el gerente de líneas de autobuses, tras justificar que los necesitan para alguna actividad. En declaraciones breves, en meses anteriores, algunos gerentes de líneas han revelado que sí han tenido acuerdos con los estudiantes de Ayotzinapa, para evitar que sus pasajeros sean bajados antes de llegar a sus destinos. La instrucción de los choferes cuando los jóvenes, casi siempre cubiertos del rostro, se suben a pedirles que se vayan con ellos a la escuela es irse, “porque son responsables de la unidad”.

Los conductores se observan como estudiantes en la Normal, lavan su ropa, desayunan, algunos están prácticamente privados de su libertad por semanas, porque aunque los alumnos les piden apoyo para sus actividades, algunos consideran que podrían estar en sus casas con sus familias.

Esta estrategia, de acuerdo con algunos estudiantes, es “política”, porque no pueden seguir legitimando al sistema de partidos actual; a todo el sistema de gobierno “luchamos por vivir mejor como hermanos. Porque si no realizamos un cambio en este proceso electoral, nunca, nunca habrá un cambio”, señala un estudiante en un mitin en justificación a las acciones violentas realizadas para cumplir su objetivo. Redacción

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