El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se enfrenta esta semana al segundo asalto internacional de su presidencia. El magnate inicia hoy un viaje a Europa en el que, además de visitar Polonia, será una de las estrellas del G20, el encuentro de las principales potencias mundiales que se celebrará en Hamburgo (Alemania) entre el 7 y 8 de julio.

La cumbre tendrá un punto álgido el viernes, cuando Trump se encuentre cara a cara con el presidente ruso, Vladimir Putin. Tras tres llamadas telefónicas, por fin llegará el esperado momento de verlos juntos en una misma sala, en un momento en el que la relación entre EU y Rusia está en un punto caliente por las tensiones históricas entre las dos potencias y el polémico Rusiagate que dinamita poco a poco la administración Trump.

Sin agenda prevista, es factible que la reunión se centre en asuntos internacionales como la guerra en Siria o el conflicto en Ucrania, y bastante improbable que debatan sobre la presunta injerencia rusa en las elecciones que coronaron a Trump.

El simbolismo del encuentro también es significativo: haber pactado que sea una reunión formal es una puerta abierta a la reconciliación diplomática, al interés mutuo por llevarse bien. Rompe con la tradición del anterior presidente, Barack Obama, quien se veía con Putin en los pasillos para dejarle claro que o cambiaba las cosas o la relación seguiría tensa.

“El presidente lo ha dicho claro: le gustaría que Estados Unidos y Occidente desarrollen una relación más constructiva con Rusia”, dijo el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, HR McMaster. “Esperemos que la reunión de nuestros presidentes en Hamburgo traiga la claridad en lo que se refiere a las perspectivas de la cooperación ruso-estadounidense”, expresó por su parte el ministro de Asuntos Exteriores de Moscú, Sergey Lavrov.

Trump tiene una nueva oportunidad para mostrarse al mundo tras la desigual y agridulce primera incursión en la esfera internacional de mayo. Se prevé que reafirme su compromiso con el artículo 5 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), algo a lo que se negó entonces.

También buscará reafirmar sus posiciones, especialmente en el terreno económico y en su firmeza contra “todas las prácticas comerciales desleales”, así como su negativa a defender el Acuerdo del Clima de París o su dura posición en migración, especialmente a una semana de la entrada en vigor de su veto parcial a refugiados e inmigrantes de países de mayoría musulmana.

Son estas políticas las que han hecho que Europa y gran parte de las grandes potencias mundiales hayan dado la espalda al EU de Trump. “El reto de la administración Trump se mantiene en articular una visión positiva de su política exterior que sea capaz de movilizar apoyo internacional a través de los ámbitos económico, político y seguridad”, resume Jeff Rathke, subdirector del programa europeo del Center for Strategic and International Studies (CSIS). Una tarea especialmente dura, considerando que según la encuesta del Pew Research, Trump ha erosionado la confianza en su cargo y EU en general en el mundo.

La Casa Blanca, durante el fin de semana, contactó con varios países para allanar el diálogo y encontrar puntos en común, pero el recibimiento no será el mejor. Además de los miles de manifestantes que se espera que protesten por las calles de Hamburgo, los líderes mundiales —principalmente los europeos— mostrarán su cara más desafiante ante Trump. La más dura será casi con total seguridad la canciller alemana, Angela Merkel, anfitriona del encuentro.

El lunes, el partido de Merkel decidió degradar a EU de “amigo” a “socio”, un paso acorde a las declaraciones de la canciller tras la reunión del G7 de abril: Europa ya no puede confiar más en EU. Si bien estas declaraciones hay que marcarlas en un contexto electoral —busca la reelección este año—, no las haría si no fuera el sentimiento generalizado de su país y en Europa.

La agenda de Trump también incluye un encuentro con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. Una reunión altamente esperada de la que no se saben detalles ni hay agenda prevista.

Será el primer encuentro tras un inicio de relación árido. La polémica del muro en la frontera dinamitó el intento de reconciliación tras una campaña electoral llena de insultos y amenazas contra los mexicanos, hasta el punto de cancelar de última hora una visita de Peña Nieto a Washington.

Desde entonces, y tras varias llamadas para marcar pautas, los contactos han sido puntuales sobre temas específicos, en un intento por encontrar puntos comunes que puedan restablecer la unión entre vecinos. Y más teniendo en cuenta la inminente negociación por el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) o los roces que van a existir cuando se empiece la construcción de la valla fronteriza o se consoliden las políticas antiinmigrantes. Se prevé que hablen de seguridad, comercio y migración, tres de los temas en los que los emisarios y funcionarios de ambos gobiernos han avanzado y encontrado puntos de diálogo en los últimos meses.

En la agenda de Trump también estará presente Corea del Norte, y más tras el ensayo balístico de un misil intercontinental que realizó Pyongyang el martes, en pleno Día de la Independencia de EU. La última provocación del régimen de Kim Jong-un será seguro el tema principal del encuentro con el presidente chino, Xi Jinping. Trump, en su última amenaza a través de Twitter, exigió a China un “movimiento duro” para frenar la escalada norcoreana.

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