La victoria de ayer demuestra que Pedro Sánchez (Madrid, 1972) ha encontrado el ritmo ganador tras años de indecisiones políticas.

Sánchez fue elegido secretario general del PSOE por primera vez en 2014, precisamente con el apoyo de Susana Díaz, a quien derrotó ayer tras años de desencuentros.

Su carrera se ha caracterizado por la adaptación de su discurso en función de las circunstancias. Primero fue enemigo de la izquierda de Podemos, luego intentó formar gobierno con ella, y terminó presentándose a la investidura presidencial con el apoyo del partido de derecha reformista Ciudadanos.

Sánchez llevó al PSOE a sus dos peores resultados históricos en las elecciones generales que se sucedieron en 2015 y 2016, pero ahí fue donde alcanzó su momento de fuerza. Contra la opinión de su propio partido, se enrocó en el “no es no”, la consigna con que rechazó convertir en presidente del gobierno al conservador Mariano Rajoy. Esa rebeldía forzó que el PSOE lo decapitara y convirtiera en mártir. Sin Sánchez, el PSOE hizo a Rajoy presidente.

Ahora, Sánchez necesita devolver al PSOE la posibilidad de convertirse en una opción de gobierno real.

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