Horas después de celebrar, ayer, su victoria electoral con miles de partidarios en las húmedas calles de Seúl, el recién elegido presidente surcoreano Moon Jae-in asumió hoy la conducción de una nación profundamente dividida sobre su futuro y la cual enfrenta amenazas crecientes de Corea del Norte, así como una intranquila alianza con Estados Unidos.

La victoria de Moon, quien sustituye al presidente provisional Hwang Kyo-ahn, selló uno de los periodos de mayor turbulencia política en la historia reciente de la nación y preparó el escenario para el primer gobierno liberal en una década. Obtuvo 41% de la votación, venciendo con facilidad al candidato conservador Hong Joon-pyo y al de centro Ahn Cheol-soo, quienes consiguieron 24 y 21%, respectivamente.

“Seré el presidente de todos los surcoreanos”, dijo Moon, quien comenzó su mandato inmediatamente después de que la Comisión Electoral Nacional confirmó su victoria (NEC), esta mañana, antes incluso de jurar el cargo en la Asamblea Nacional (Parlamento).

Con Moon en el gobierno, Corea del Sur podría cambiar de políticas, ya que está a favor de relaciones más cercanas con Corea del Norte por considerar que la línea dura de los gobiernos conservadores no evitó que el vecino del norte desarrollara misiles nucleares. Este enfoque podría ocasionarle dificultades con el mayor aliado surcoreano: Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump ha oscilado entre amenazas y elogios al líder norcoreano.

Moon encabezará una nación sacudida por un escándalo que hizo caer a su predecesora conservadora, Park Geun-hye, quien está encarcelada en espera de un juicio por corrupción, a realizarse este mes.

En el epicentro de la crisis está la relación de la destituida presidenta con Choi Soon-sil, una confidente que se hizo conocida como “Rasputina” por las acusaciones de haberse aprovechado de sus relaciones para sacar decenas de millones de dólares a las grandes corporaciones surcoreanas.

Este mega escándalo de corrupción, que sacudió incluso a Samsung, catalizó muchas frustraciones de la población con respecto a las desigualdades, la economía y el empleo. La crisis sacó a millones de personas a las calles a exigir la renuncia de Park y obligó a todos los candidatos a prometer reformas para una mayor integridad.

La presidencia de Moon prescindirá de los usuales dos meses de transición porque se trató de una elección parcial para escoger al sucesor de Park, cuyo periodo terminaba en febrero de 2018. Aunque esto significa que Moon tendrá que depender inicialmente de los asistentes y ministros del gabinete de Park, había expectativas de que él anuncie pronto a su nominado al cargo de primer ministro —segundo puesto de importancia en el gobierno y que requiere de la aprobación de los legisladores—, y que nombre también a su secretario de gobierno.

Estados Unidos felicitó a Moon. “Nos unimos al pueblo de Corea del Sur para celebrar su pacífica y democrática transición de poder”, indicó el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, en un comunicado.

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, felicitó a Moon vía Twitter y dijo que su par surcoreano “tendrá en México a un socio para continuar el diálogo en foros como ONU, G20, APEC y MIKTA”.

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