En poco menos de 30 años, Polonia pasó de ser un país comunista a ser miembro de la Unión Europea con una economía en desarrollo. En entrevista con EL UNIVERSAL, el presidente polaco Andrzej Duda —de visita en nuestro país para firmar acuerdos de cooperación en diversos rubros— señala cuáles han sido, desde su punto de vista, las claves para el éxito de su país y cómo su experiencia puede ser aprovechada por México.

Polonia dejó de ser un país comunista en 1990 para convertirse en una democracia y se ha vuelto una nación con notables resultados económicos. ¿Qué se puede adoptar del modelo polaco para aspirar a avanzar en esa dirección?

—La posición geográfica de Polonia es peculiar. Por un lado la ubicación entre dos potencias: Alemania y Rusia [en su tiempo la Unión Soviética] a través de largos siglos ha sido para nosotros una verdadera aflicción y la raíz de infortunios nacionales. Hoy, sin embargo, percibimos la geografía también como nuestra ingente ventaja. Polonia es miembro de la Unión Europea, se halla en el centro del Viejo Continente, gracias a lo cual se ha convertido en un importante hub de transporte y comercio.

Las buenas conexiones con el resto de Europa es uno de los importantes incentivos para inversionistas extranjeros, los cuales altamente estiman también a los jóvenes empleados que puedan jactarse de una excelsa educación y hablen un perfecto inglés. Polonia es un país en plenas vías de desarrollo, por un lado los salarios y el estándar de vida son considerablemente inferiores a los de la Europa occidental, pero por otro lado, somos un país moderno, con metrópolis que se caracterizan por un dinámico desarrollo, un rápido internet, una banca electrónica que funciona maravillosamente bien y una red de carreteras cada vez más densa.

¿Cuáles han sido las claves de su resurgimiento económico?

—Nuestra economía es diversa. No somos, por ejemplo, dependientes de las exportaciones de materias primas [como lo es Rusia], no nos limitamos a desarrollar una sola rama de la industria o un solo tipo de servicios. Además, la pertenencia a la Unión Europea facilita acceso a muchos mercados rentables tras nuestra frontera oeste. Nuestro principal socio comercial es Alemania, país que mostró resiliencia durante la última crisis, lo cual, por supuesto, nos ayudó a la vez a nosotros.

Añadamos unos impuestos relativamente bajos, unas Pymes que progresan velozmente, y eficaces mecanismos de supervisión del sector bancario. Ha sido también por eso que hemos logrado durante los últimos años eludir una crisis más profunda. No puede olvidarse tampoco el legendario espíritu emprendedor de los polacos.

Justo después del año 1989, cuando se derrumbó el comunismo, fuimos testigos de una verdadera explosión de negocios y empresas privadas, gracias a la cual logramos —sin cataclismos ni agitaciones violentas, aunque no sin ciertos problemas, por supuesto— una transición desde la economía planificada al capitalismo.

¿México puede adoptar algunas reformas hechas por Polonia que le permitan aspirar a expandir su crecimiento económico?

—No existe una mágica receta de crecimiento. Lo que sí importa es que la política económica se base en el sentido común y pragmatismo. ¿Apertura hacia inversiones extranjeras? Sí, más no podemos olvidarnos de las empresas locales, para las cuales una excesiva apertura del mercado puede implicar pérdidas. ¿Privatización? Naturalmente, pero ciertos sectores estratégicos deben seguir siendo controlados, al menos parcialmente, por el Estado. Soy un declarado partidario del libre mercado, pero simultáneamente considero que el Estado debe asumir un papel importante en la estimulación de la economía. Apoyando especialmente las empresas del sector de las nuevas tecnologías e innovaciones: empresas establecidas por ambiciosos jóvenes que tienen grandes sueños pero que, por lo general, disponen de un precario capital. No se trata sólo de un concreto apoyo financiero. La idea es también que sus actividades se desarrollen bajo una suerte de patrocinio del presidente. Es así como percibo mi propio papel, y es por eso que durante mis viajes al extranjero, a menudo invito a un grupo de jóvenes hombres de negocios a que me acompañen en el avión presidencial. Gracias a ello tienen la oportunidad de conocer a potenciales clientes, extender la red de sus contactos, visitar centros de investigación y laboratorios. Son ellos quienes moldearán el futuro de nuestra economía, y son ellos a quienes debemos promover y cuidar.

¿Les preocupan las ideas proteccionistas que han resurgido, considerando que una de las fortalezas de su economía se debe a la apertura comercial?

—La Unión Europea nos abrió las puertas de los mercados de los más pudientes consumidores del mundo. Por otro lado, nosotros hemos tenido que abrirnos hacia unos actores poderosos del Occidente. Recordemos, sin embargo, que los resultados negativos de aquella apertura han sido en gran medida menguados por una enorme inyección de finanzas que empezaron a fluir hacia Polonia desde los fondos europeos. La Unión Europea no es un organismo ideal y tiene sus desventajas, pero contribuyó al formidable desarrollo civilizatorio que hemos logrado dentro de las últimas dos décadas.

No tengo, no obstante, dudas: es necesario buscar siempre el justo medio entre el libre comercio y los intereses de los ciudadanos y las empresas nacionales. Existe el peligro de que un socio domine al otro, si hay unas diferencias excesivas en cuanto al desarrollo y el nivel de vida. Por consiguiente, como presidente reitero con frecuencia que mi prioridad es incrementar el estándar de vida de los polacos.

¿Qué debe hacer México en este contexto? ¿Es momento de mirar con otros ojos a Europa?

Para muchas empresas polacas, Europa ya es demasiado diminuta, incómodamente estrecha. Miran hacia otros continentes, exploran incluso los mercados más remotos. México es, en este contexto, un destino especialmente tentador. Mencionaré sólo dos factores: un vasto mercado interno y las estrechas relaciones económicas con Estados Unidos. Supongo que dentro de los próximos años México representará para las empresas polacas una de las más interesantes oportunidades de expansión.

Ustedes apostaron por la creación de las Zonas Económicas Especiales, en México se está en camino de consolidar estas regiones. ¿Qué experiencias puede compartir a las autoridades mexicanas?

—Las Zonas Económicas Especiales tienen sentido cuando proveen garantías de una larga presencia, desean realmente invertir en el desarrollo de la región, y no se limitan a esperar ganancias inmediatas. Desigualdades económicas entre distintas partes del país son un problema común de Polonia y de México. Las Zonas Económicas Especiales deben nivelar tales diferencias.

En su visita a México firmará con el presidente Enrique Peña Nieto un convenio en materia científica. ¿En qué consiste?

—Es un acuerdo entre la Agencia Espacial Polaca y su equivalente mexicano —la Agencia Espacial Mexicana— que establece condiciones para la cooperación científica y técnica en la exploración del cosmos. Creo que la alianza del mundo de negocios y de la ciencia debe constituir uno de los pilares una economía moderna. Guardo la esperanza de que Polonia y México emprendan fructífera cooperación también en este ámbito.

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