El dreamer mexicano Daniel Ramírez Medina, de 24 años, y quien permaneció más de seis semanas detenido por autoridades migratorias, quedó ayer en libertad bajo fianza, a la espera de que se dirima su proceso de deportación. Su liberación se vio empañada por la revelación de que otro soñador mexicano, con un problema de bipolaridad, fue detenido.

“Estoy tan feliz de reunirme con mi familia, no puedo esperar a ver a mi hijo. Han sido 46 días largos y difíciles, pero estoy tan agradecido por el apoyo que he recibido de todos los que me ayudaron y por la oportunidad de vivir en un país tan increíble. Sé que esto no ha terminado, pero tengo esperanza en el futuro, para mí y para los cientos de miles de dreamers que aman este país tanto como yo”, dijo Daniel en un comunicado.

El mexicano fue recibido por un hermano y simpatizantes en el vestíbulo del centro de detención de Tacoma, del que fue liberado por orden del juez John Odell, quien aprobó la excarcelación hasta la próxima audiencia migratoria. Pagó una fianza de 15 mil dólares.

Agentes migratorios lo arrestaron el 10 de febrero en Seattle, alegando que el joven reconoció su afiliación con pandillas y le revocaron su estatus protegido del que gozaba bajo el programa DACA, que impide que los hijos de indocumentados, llevados de niños a Estados Unidos, puedan ser deportados. Ramírez niega tener cualquier lazo con pandillas o haber hecho tal admisión.

Los abogados de Ramírez, quien no tiene historial criminal, afirman que con el arresto se violaron los derechos constitucionales de su cliente y que las autoridades migratorias malinterpretaron un tatuaje que lleva el mexicano que dice “La Paz BCS”, en honor a la ciudad donde nació.

Ayer mismo, la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) informó que Emmanuel Ayala Frutos, mexicano de 21 años y en el país desde los seis, fue arrestado el domingo en Portland, Oregon, sin una orden judicial.

Los agentes llegaron a su casa diciendo que tenían que hablar de su estatus DACA y no lo dejaron llevarse sus medicamentos para el desorden de bipolaridad que sufre, ni la silla de ruedas que usa, pues se recupera de un accidente que lo dejó seis semanas en un hospital. Ayala, quien fue hospitalizado dos veces en 2016 por problemas mentales, se declaró culpable en una corte por poseer y mostrar una navaja, pero el juez determinó que “no era una amenaza para la sociedad” y le ordenó tomar un programa de gestión de la ira.

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