Por segunda vez consecutiva, la justicia manoteó el deseo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de vetar la entrada de refugiados e inmigrantes de países de mayoría musulmana a territorio estadounidense. El juez Derrick Watson de Hawaii emitió ayer un veredicto para prohibir la implementación de la nueva versión del decreto migratorio a nivel nacional, con lo que no podrá entrar hoy en vigor, como estaba previsto.

La restricción es por el momento temporal —lo que augura una larga pelea judicial, con una apelación que se prevé casi inmediata por parte de la Casa Blanca y el Departamento de Justicia—, y afecta específicamente a dos cláusulas: la que hace referencia a la prohibición de viaje y la referente a refugiados. “Cualquier observador razonable y objetivo podría concluir (…) que el propósito de esta orden ejecutiva (…) es suspender la entrada de musulmanes”, detalla el juez, quien ve posibilidades que el texto viole la primera enmienda que defiende la libertad religiosa.

El juez retomó las palabras de algunos de los funcionarios de la administración Trump, en cuanto a que la versión 2.0 del decreto migratorio iba a cambiar de forma pero no de fondo el veto. “Fundamentalmente tendremos una política con básicamente el mismo resultado”, había asegurado uno de los principales asesores, Stephen Miller, en una entrevista televisiva. Watson incluyó esa cita en su decisión.

El magistrado no era el único que ayer tenía sobre la mesa demandas contra el decreto: jueces de los estados de Maryland y Washington también tuvieron audiencias sobre el asunto, pero fue su colega de Hawaii el que ordenó primero la suspensión del veto.

La Casa Blanca trabajó a detalle el nuevo redactado para evitar precisamente que la justicia lo bloqueara. Eliminó referencias religiosas, equilibró la cuestión de los refugiados sirios con el resto de solicitantes de asilo, redujo los afectados suprimiendo Irak de la lista de países afectados (quedaron Irán, Somalia, Sudán, Yemen, Libia y Siria), y quitó a los inmigrantes con visado y permisos válidos de entre los afectados. “Era una versión diluida del primero”, confesó Trump en su primera aparición pública tras el bloqueo, en Nashville, Tennessee, donde advirtió que “vamos a pelear contra este terrible fallo, un exceso judicial sin precedentes... vamos a llegar hasta el Tribunal Supremo, vamos a ganar y vamos a mantener seguros a nuestro país y a nuestros ciudadanos”.

Trump, cuya popularidad sigue en descenso, de acuerdo con un sondeo de la cadena Fox News (43%, cinco puntos menos que en febrero), dejó incluso sobre la mesa la opción de recuperar el texto del primer decreto, mucho más restrictivo y agresivo, y “luchar” para aplicarlo.

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