El recientemente nombrado director de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), Scott Pruitt, trabajó conjuntamente con la industria de combustibles fósiles para revocar y combatir políticas medioambientales cuando fue fiscal general de Oklahoma.

Los lazos quedaron al descubierto gracias a una investigación de 2014 del diario The New York Times, pero no se tenían los documentos para demostrar el alcance de los nexos. Ayer, la oficina de Pruitt tuvo que difundir por orden judicial 7 mil 564 páginas de correos electrónicos que demuestran la colaboración.

“Los correos electrónicos revelan la relación cercana y de amistad entre la oficina de Scott Pruitt y la industria de los combustibles fósiles, con frecuentes reuniones, llamadas, cenas y otros eventos”, denunció Nick Surgey, director de investigación del Center for Media and Democracy, organización que pidió y consiguió la publicación de los correos.

Entre los documentos se encuentra el intercambio entre la oficina de Pruitt y altos cargos de la petrolera Devon Energy, una de las más grandes del estado de Oklahoma en la exploración y producción de gas y petróleo, y se evidencia la voluntad de unir fuerzas para combatir políticas federales que fueran en contra de la industria petrolera.

En la mayoría de los casos, altos cargos de Devon Energy se ponían en contacto con la oficina del por entonces fiscal general para presentarle borradores e ideas para la redacción de cartas que Pruitt firmaba y enviaba a la EPA para combatir regulaciones y normativas sobre la limitación de gases de efecto invernadero o antifracking.

“El borrador de carta adjuntado [o algo parecido, que si Scott está cómodo en hablar y mandar al director] podría ser la base de nuestra reunión o llamada”, escribió en un momento Bill Whitsitt, uno de los ejecutivos de Devon Energy, a la oficina de Pruitt.

También figuran contactos con la oficina de la asociación Americans for Prosperity, de los multimillonarios hermanos Charles G. y David H. Koch. “Gracias a sus respectivos jefes por todo lo que están haciendo para frenar la EPA del presidente Barack Obama y su alianza con grupos medioambientales con el objetivo de rebajar los costes de energía de las familias de Oklahoma y otros estados de EU”, escribió Matt Ball, el director de Americans for Prosperity en Oklahoma.

Pruitt, fiscal general de Oklahoma desde 2011 hasta el viernes pasado, demandó a la EPA una docena de veces durante los ocho años de mandato de Obama y su política en favor del medio ambiente. Pruitt es, por el momento, el último miembro de la administración Trump que consiguió la confirmación del Senado para asumir su nuevo cargo. El pasado viernes, los senadores republicanos aceleraron la votación para ratificar Pruitt para evitar que la publicación de los correos pudiera condicionar la votación de alguno de sus miembros.

La nominación de Pruitt, además de por los lazos ahora demostrados con la industria de los combustibles fósiles, venía con polémica por su escepticismo sobre el cambio climático.

El nuevo escándalo se suma a los que se desataron por la retirada de la candidatura del nominado a secretario del Trabajo, Andrew Puzder, por su historial empresarial y personal y a la renuncia de Michael Flynn como asesor presidencial de Seguridad Nacional por haber mentido sobre conversaciones sostenidas con el embajador ruso.

En este contexto, ayer la Universidad de Quinnipiac difundió una encuesta según la cual, el presidente Donald Trump tiene 55% de desaprobación, contra 38% de apoyo. Con información de agencias

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