En el año de 1990, cuando se planteó la posibilidad de firmar un TLC entre México y Estados Unidos, Canadá señaló la necesidad de que éste fuera un acuerdo trilateral a fin de evitar que, siendo EU el único país que tuviera acceso a dos mercados a través de sendos acuerdos, los beneficios del mismo se concentraran en ese país.

La actividad de promoción desarrollada por los canadienses, principalmente los empresarios de Quebec y de las Provincias Marítimas, fue muy importante de tal manera que al final, se concretó un TLCAN en el que participaron los tres países.

Sin duda, éste fue un gran acierto pues la experiencia de los canadienses en las negociaciones con EU fue una referencia muy importante para México que se tradujo en la realización de numerosas actividades de inteligencia comercial que se iniciaron con reuniones con las principales empresas canadienses para conocer el esquena de negociación del Acuerdo de Libre Comercio (ALC) Canadá-EU, experiencia que determinó la adopción del sistema de asesoría que en México se denominó Cuarto de Junto; y continuó con la recuperación de los trabajos y estudios realizados por Canadá para la firma del Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos.

Dichos trabajos fueron proporcionados a las diversas dependencias gubernamentales y ampliamente difundidos entre el empresariado mexicano, a fin de dar a conocer la estructura de la industria canadiense y estadounidense, las barreras arancelarias y no arancelarias, y la posición de ambos países en dichas negociaciones, así como los programas establecidos para adaptarse a las condiciones creadas por el ALC Canadá-EU.

Otras actividades de inteligencia comercial abarcaron los sectores de ecología, siderurgia; cerveza, vinos y licores; industria farmacéutica, genética animal, industria de lácteos, patentes, marcas, inversión extranjera, instituciones financieras, transporte aéreo, pesca, fiscalidad, prácticas desleales y aplicación de impuestos antidumping, así como la información que sirvió de base para reformar el Padrón de Importadores de México y la creación del Instituto Mexicano para la Propiedad Industrial.

Esto permitió que, aún antes de la entrada en vigor del TLCAN, se realizaran numerosas actividades que se tradujeron en la concreción de numerosos proyectos de inversión en México entre los que destacan empresas como Bombardier, Quebecor, Cambior, etc. así como numerosos proyectos de desarrollo de proveedores como la empresa Culinar, que inició la importación anual de 3.0 millones de libras de fresa congelada (1.8 millones de dólares estadounidenses) de la empresa Frexport; Breen Brokerage importando ajo, cebolla y melón por valor anual de 1.4 millones de dólares anuales; McCain, iniciando la importación anual de jugo concentrado de naranja por 100 mil dólares; Gemma-Suisse, importando calzado por 1.0 millón de dólares; Zellers, importando guantes (Magic Gloves), con valor anual de 700 mil dólares y otras empresas iniciando la importación de pelotas, canicas y esferas navideñas; aguacate, químicos, potpurrí, vinos, jabones con diseños especiales, café para la producción de café descafeinado en la Planta de Valleyfield etc.

Este dinamismo inicial no se continuó, por lo que la participación de Canadá en el total de nuestras exportaciones se ha reducido de 1993, en que alcanzó 3.01% del total de nuestras ventas al exterior, al año 2015, en que sólo representó 2.77%. Sin duda, esto es consecuencia de la carencia de una política de promoción adecuada que conceda a Canadá la importancia que tiene como socio de México en TLCAN, instrumento a través del cual logramos un acceso preferencial a un mercado estratégico para México.

Ex Consejero Comercial de México para Quebec y las Provincias Marítimas de Canadá

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