Washington.— En plena resaca de la inesperada victoria del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos del martes, el país intenta recuperarse de la sorpresa con la máxima normalidad posible. El increíble resultado dejó muchas cosas por hacer: la primera, el tradicional discurso del candidato perdedor, aceptando el escrutinio y deseando lo mejor al presidente electo.

La demócrata Hillary Clinton tardó en reconocer la derrota por el dolor que le causó, un dolor que, dijo, “durará por un largo tiempo”. Hasta ayer por la mañana no verbalizó la felicitación a su rival ante el pueblo estadounidense, en el que se intuye que fue el adiós a más de tres décadas de servicio público y el abandono de su ambición por convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos. “Pido perdón por no haber ganado estas elecciones en favor de los valores que compartimos y la visión compartida de nuestro país”, dijo a sus simpatizantes, llorosos y todavía incrédulos de lo que ha vivido EU en las últimas horas.

“Espero que sea un presidente exitoso para todos los estadounidenses”, expresó la demócrata, quien ofreció trabajar en conjunto con Trump por la unidad de un país que, subrayó, está “más dividido” de lo que pensaba. “Debemos tener la mente abierta y [darle a Trump] la oportunidad para liderar [EU]”, remató.

La derrota de Clinton, además de significar el triunfo del discurso racista y xenófobo de Trump y sembrar la incertidumbre de los días venideros para EU, es el fin de la posibilidad de que una mujer rompiera el “techo de cristal” y se convirtiera en la primera presidenta en la historia del país. “Algún día lo conseguiremos y será más pronto de lo que pensamos”, auguró la mujer que perdió en el voto electoral, aunque por escaso margen se impuso en el voto popular. La aceptación de la derrota marcó el fin de unas elecciones bizarras, cuyo próximo paso es el traspaso de poderes.

Ayer el presidente Barack Obama prometió que hará todo lo posible para que haya una transición pacífica y suave, a pesar de las “diferencias significativas” que existen entre él y Trump. Hoy se verán por primera vez en la Casa Blanca, para actualizar y acelerar el cambio de inquilino del Despacho Oval: el primer cara a cara entre ambos, enemigos enfrentados desde que Trump acusó a Obama de no haber nacido en EU y, por tanto, deslegitimara su presidencia.

El deseo de Obama es que el magnate modere sus propuestas en favor de la unidad del país. “El país necesita la sensación de unidad, inclusión, respeto a las instituciones, a nuestro modo de vida y nuestras reglas, de uno a otro. Espero que él mantenga este espíritu a través de la transición y espero que así sea como empiece su presidencia”, pidió el mandatario, consciente de que su legado está en peligro.

Del lado republicano, el presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan, quien durante la campaña se distanció de Trump, prometió abordar de inmediato la agenda del vencedor. “Trump logró una increíble hazaña política. Merece tremendo crédito por eso”.

Los medios, en tanto, empiezan a tratar de discernir los nombres de los posibles miembros del equipo de gobierno de Trump. Destaca el del ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, como posible fiscal general, así como el del senador Jeff Sessions, como posible secretario de Defensa; Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey, y Newt Gingrich, ex presidente de la Cámara Baja, suenan como jefes de gabinete.

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