Francisco comenzó esta mañana una visita privada a las zonas del centro de Italia golpeadas por el terremoto de 6.0 grados Richter el 24 de agosto pasado, que dejó 298 muertos y 388 heridos.

Hacia las 09:10 horas (07:10 GMT), el Papa llegó a la localidad de Amatrice, la más afectada. Acompañado por el obispo de Rieto, Domenico Pompili, visitó la escuela y se dirigió a la “zona roja” del pueblo, que está cerrada por motivos de seguridad.

En la escuela encontró decenas de niños y jóvenes, a los cuales saludó uno por uno, muchos de ellos con besos y se entretuvo algunos minutos escuchando sus historias.

El pontífice quiso que su visita fuese personal y privada, por eso el Vaticano mantuvo total hermetismo sobre la fecha, aunque esta había trascendido en la prensa italiana

Por la misma razón no se permitió que la prensa acompañara la visita.

El domingo pasado, durante una conferencia de prensa en el vuelo de regreso a Roma tras su gira por Georgia y Azerbaiyán, el Papa había anticipado que cumpliría la visita privadamente “solo, como sacerdote, como obispo y como Papa, pero solo”.

“Así quiero hacerla, y quisiera estar cerca de la gente”, apuntó. Antes, el 28 de agosto, Bergoglio había manifestado su “cercanía espiritual” los habitantes de Lazio, de Las Marcas y de Umbria, las regiones italianas golpeadas por el terremoto.

“Pienso en especial a la gente de Amatrice, Accumoli, Arquata y Pescara del Tronto. Una vez más digo a las queridas poblaciones que la Iglesia comparte su sufrimiento y sus preocupaciones”.

“Rezamos por los difuntos y los sobrevivientes”, precisó entonces, al final del rezo del Angelus.

Queridos hermanos y hermanas, lo antes posible yo también espero ir a verlos, para llevarles personalmente el consuelo de la fe, el abrazo de padre y hermano, el apoyo de la esperanza cristiana”, añadió.

lsm

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