Almat.— El autoritario presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, falleció ayer a los 78 años, tras haber permanecido hospitalizado desde el pasado 27 de agosto a consecuencia de un derrame cerebral.

Karimov, quien fue presidente de esa nación durante 27 años, será enterrado hoy en Samarcanda, su ciudad natal, y el gobierno indicó a través de un comunicado que se mantendrá un periodo de tres días de luto. “Nos ha dejado (...) Dios lo bendiga”, escribió su hija menor, Lola Karimova-Tillyaeva, en su cuenta de Instagram.

El difunto mandatario no designó a un heredero político y los analistas dicen que la transición probablemente se decida a puerta cerrada por un pequeño grupo de altos funcionarios y miembros de la familia.

Pero si no logran ponerse de acuerdo, una abierta confrontación podría desestabilizar a la nación de 32 millones de habitantes y mayoría musulmana, que comparte frontera con Afganistán y se ha convertido en un blanco para las milicias islamistas.

El gobierno de Uzbekistán describió a Karimov como “verdaderamente grande”, y señaló que el primer ministro, Shavkat Mirziyoyev, quien figura como probable sucesor, fue nombrado jefe de la comisión de la organización de su funeral.

Karimov gobernó Uzbekistán desde 1989, primero como jefe del Partido Comunista y posteriormente como presidente de la república recién independizada de la Unión Soviética, a partir de 1991. Fue muy criticado por Occidente y por grupos de defensa de los derechos humanos por su régimen autoritario.

EU ofrece apoyo. El presidente estadounidense, Barack Obama, transmitió su solidaridad al pueblo uzbeko ante el fallecimiento del mandatario y el cambio que eso traerá al país.

“Estados Unidos reafirma su apoyo al pueblo de Uzbekistán”, señaló a través de un comunicado. “Al tiempo que Uzbekistán abre un nuevo capítulo en su historia, Estados Unidos sigue comprometido a su cooperación con Uzbekistán, a su soberanía, seguridad y a un futuro basado en los derechos de todos sus ciudadanos”, afirmó Obama.

La organización Amnistía Internacional (AI) llamó a una profunda transformación de Uzbekistán, un país que, dijo, con Karimov sufrió torturas y arrestos arbitrarios.

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